Urge el diálogo entre la Iglesia particular y la Vida Religiosa

Elias Royon Joseph Tobin asamblea confer 2011

Monseñor Tobin clausura la Asamblea General de CONFER

Elias Royon Joseph Tobin asamblea confer 2011

Elías Royón escucha a Tobin durante su intervención en la Asamblea de CONFER

MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | Aún no se han apagado las brasas de la última Asamblea General de CONFER. Tres intensos días en los que se han vivido momentos de reflexión, compartido experiencias, evaluado actividades y, sobre todo, se ha mirado de frente a los retos con ánimo decidido y mucha esperanza. Un evento del que su propio presidente, Elías Royón, ha destacado en declaraciones a Vida Nueva “el clima de comunión, la colaboración entre los superiores mayores; las memorias de la secretaria general y la memoria económica que se aprobaron por unanimidad, el alto nivel de participación y la presencia continuada de Vicente Jiménez y Eusebio Hernández durante los tres días”.

Mención muy especial merece la intervención del arzobispo Joseph W. Tobin, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Bajo el título “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo… La vida religiosa hoy: desafíos y esperanzas”, Tobin hizo una profunda lectura de la carta a los Filipenses en clave vocacional, señalando un paralelismo entre los religiosos y el apóstol Pablo.

En su análisis de los desafíos y esperanzas de la Vida Religiosa (VR), abordó, en primer lugar, la existencia misma de esta en el seno de la Iglesia, sin ocultar las voces críticas: “En algunos sectores de la Iglesia en los últimos años (…) se oían las voces que ponían en duda el futuro de la VR, por lo menos en sus expresiones clásicas. (…) El Pontífice tiene otra idea de la VR. Desde que asumió el servicio petrino en 2005, Benedicto XVI no ha escondido ni su gratitud por la VR ni su juicio de que nuestra vocación forma una parte integral de la misión de la Iglesia”.

Lamentablemente, no para todos resulta tan obvio el valor de este estado de vida, que cobra su sentido en Jesús mismo: “Lejos de presentir una desaparición inevitable, el Papa enseña que la VR se inició con el Señor, que escogió para sí mismo esta forma de vida virginal, pobre y obediente. Por eso, la VR nunca podrá faltar en la Iglesia o morir, puesto que Jesús quiso que fuera ‘una parte inamovible’ de su Iglesia. De allí el deber de toda la Iglesia de promover las vocaciones a la VR”.

La VR tiene que enfrentarse a dificultades de muy distinto tipo, pero quizás las más duras sean las que brotan desde dentro. Frente a estos problemas, el redentorista hizo una invitación a vivir en humildad una unidad que poco tiene que ver con la homogeneidad. Otro de los desafíos urgentes se refiere a la delicada relación entre la Iglesia particular y los carismas de las comunidades religiosas. La unidad no puede darse sin un diálogo fraterno y sincero, algo que forma parte de la esencia misma de los consagrados: “Para nosotros, religiosos y religiosas, el diálogo es más que un método o dinámica; es la manifestación de nuestra disposición interior, un signo de tener entre nosotros ‘los mismos sentimientos que Cristo…’”.

Formación y obediencia

La ponencia insistió luego en la necesidad siempre urgente de mantener una formación progresiva y permanente a la vez, ya que esta es, sobre todo, un modo teológico de pensar la misma Vida Consagrada. En este sentido, subrayó la responsabilidad de las personas encargadas de la animación y el gobierno de cara a cuidar más el discernimiento que la gestión en sí de personas, obras, comunidades y provincias. También hizo una llamada a prestar especial atención al voto de obediencia, a la escucha y a la disponibilidad como elementos imprescindibles en la búsqueda corresponsable de la voluntad de Dios.

Finalmente, Tobin dedicó un espacio a describir la alegría como elemento esencial y criterio imprescindible para favorecer la cultura vocacional en las comunidades: “Esta alegría no es una pasajera expresión emotiva, sino una condición estable, independiente de las circunstancias externas, sino determinada exclusivamente por la unión del cristiano con Cristo”. La alegría es un rasgo constitutivo de la VR, de la que depende en gran medida la credibilidad de su testimonio.

LEVADURA

En todas las casas cuecen habas, dice el refrán. Los consagrados saben bien de qué pie cojean y cuáles son sus puntos fuertes. Ellos saben mejor que nadie afrontar sus propios retos. Pero a toda la Iglesia corresponde reconocer y dar gracias por el don de la Vida Religiosa. También despertar, animar y acompañar las vocaciones a este estilo de vida, puramente evangélico. Esos son nuestros deberes… y no podemos eludirlos.

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.778 de Vida Nueva.

 

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