Sebastián Mora: “Debemos poner encima de la mesa el destino universal de los bienes”

Secretario general de Cáritas Española

Sebastian Mora secretario general Caritas Española

JOSÉ LUIS PALACIOS | Sebastián Mora es el actual secretario general de Cáritas Española, un lugar privilegiado desde el que profundizar en las posibles soluciones a la crisis económica y financiera que beneficien al bien común, especialmente, las que puedan emprender los cristianos: “Estamos llamados a un compromiso más radical”.

– ¿Qué le parece que los ciudadanos paguen con recortes y pérdidas de derechos el salir de una situación en la que apenas han tenido responsabilidad?

– La principal característica de estos tiempos es la incertidumbre, no solo económica y financiera, sino más radical, de fondo antropológico. En Caritas in veritate, lo dice el Papa: la cuestión social hoy es una cuestión antropológica. Nos estamos jugando no solo un tipo de Estado, de economía o de política, sino el tipo de humanidad que queremos conformar juntos.

– ¿Qué opina de la gestión de la crisis?

– También la política vive un momento de incertidumbre. Un político nos decía que harán falta medidas no convencionales para afrontar la crisis. Las medidas clásicas, más keynesianas en los Estados Unidos y más restrictivas en Europa, no están dando resultados, al menos, a corto plazo. Así que nos vemos en una época de incertidumbre aplicando recetas viejas en un contexto muy nuevo.

“Si hablamos de vivienda, tal vez
las comunidades cristianas debamos pensar
si podemos ofrecer vivienda
a gente que lo necesita”.

– ¿No habría que buscar soluciones nuevas en un contexto que está marcado por la incertidumbre, pero también por grandes injusticias y desigualdades?

– Si se puede aprovechar algo bueno de la crisis, que es mucho decir, deberíamos ser capaces de encontrar creatividad para estos momentos. Por ejemplo, qué proyectos pongo en marcha, qué recursos aplico, con quién me asocio para crear empleo. Si hablamos de vivienda, tal vez las comunidades cristianas debamos pensar si podemos ofrecer vivienda a gente que lo necesita. Estamos llamados a un compromiso más radical, más nítido. La creatividad no solo es tener buenas ideas, sino que, en el campo de lo social, es necesario un compromiso de las personas.

– ¿Es aceptable suprimir prestaciones y servicios orientados a las capas más empobrecidas?

– Los ajustes o recortes suelen tener un tono peyorativo, pero hay algunos que son de justicia. Hemos vivido una época en la que, en ciertos aspectos, hemos malgastado los fondos, tanto a nivel privado, con niveles de consumo muy altos, como a nivel público. Dicho esto, evidentemente, nos duelen los recortes de las políticas sociales. Los obispos lo decían en la Nota para iluminar el voto ante el 20-N: las políticas sociales para aquellas personas más empobrecidas son absolutamente necesarias y hay que promoverlas. Hay un principio de la Doctrina Social de la Iglesia que debemos poner encima de la mesa: el destino universal de los bienes, que no solo afecta a los gobiernos, sino que nos afecta a todos como ciudadanos y como cristianos. Tenemos que ver cómo ajustarnos nosotros para compartir con los hermanos más pequeños.

“Las personas más pobres tienen el deber y
el derecho a participar
en la formulación de las políticas públicas”.

– De ser inevitables los ajustes, ¿cuáles serían las prioridades, según el magisterio social de la Iglesia?

– Un nivel primero es que las políticas sociales más justas desde un punto de vista cristiano son aquellas que están más cerca de los pobres. Otro segundo nivel serían aquellas políticas que respetan el principio de subsidiariedad, es decir, que potencian aquello que la sociedad civil puede aportar por sí misma y aquello que los Estados tienen el deber de procurar por derecho propio. Muchas veces vemos las cosas como una suma cero: a más Estado, menos sociedad civil, y al revés, cuando cada uno tiene que aportar lo que le es propio. Otro tercer criterio se refiere a la gobernanza, la sociedad civil, los niveles intermedios de la sociedad; las personas más pobres tienen el deber y el derecho a participar en la formulación de las políticas públicas.

– ¿Qué está aportando y qué puede aportar la Iglesia, tanto para atender a los más desfavorecidos como para promover un orden social más justo?

– En el orden cuantitativo, basta asomarse a los datos de Cáritas, que es Iglesia. Cualitativamente, hay muchas personas y comunidades comprometidas con los más perjudicados. Finalmente, lo más propio de los cristianos: anunciar la Buena Noticia. En estos momentos, anunciar la esperanza con mayúscula es una necesidad de sentido para la sociedad y solo es capaz de proclamar la esperanza quien ha compartido la desesperanza y se compromete con aquellos que no tienen esperanza. Sin caer en un idealismo fácil, los proyectos pequeñitos muchas veces, los más grandes, en otras, sirven para que la gente encuentre buenas noticias en un mundo preñado de malas noticias.

En el nº 2.777 de Vida Nueva.

 

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