La protección a los débiles, imperativo cristiano en tiempos de recortes sociales

ilustracion Julio Sanchez recortes sociales

Expertos analizan para ‘Vida Nueva’ la moralidad de las medidas ante la crisis

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JOSÉ LUIS PALACIOS | Uno de cada cinco hogares en España se encuentra bajo el umbral de la pobreza. Según el Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje ha pasado del 19,5% en 2009 al 21,8% en 2010. La distancia que separa a los más pudientes de los más pobres de nuestro país ha llegado a 6,9 puntos, la mayor diferencia desde que en 1995 comenzó a medirse este indicador. Hay menores en peligro.

La última Encuesta de Población Activa sitúa la cifra de parados, a finales de septiembre, en 4.978.300 personas, mientras que el INEM los cifra en 4.360.926 en octubre. La realidad aumenta en crueldad si, ademas, tenemos en cuenta que tres de cada 10 parados no reciben prestación por desempleo, que entre los menores de 25 años la tasa de paro supera el 45% o que hay 1.425.200 hogares en España en los que todos sus miembros están en paro.

La insuficiencia de los sistemas públicos de protección social se hace evidente cuando se ve el número de atendidos por Cáritas. En 2010 fueron más de un millón y medio de personas, un 4,3% más que el año anterior. Aproximadamente un millón recibieron ayuda primaria (acogida y asistencia), un 15% más que el ejercicio pasado. Lo grave es que siete de cada 10 personas llegaron al servicio caritativo de la comunidad cristiana tras ver cómo se les cerraban las puertas en los ayuntamientos y comunidades.mendigo sentado en la puerta de un banco

Las dotaciones de las prestaciones y servicios públicos están a dieta. Solo en la educación pública, se calcula que hay 12.000 profesores interinos menos, mientras que la concertada ha visto también cómo se recorta su financiación. En el sistema público de sanidad se pretende reducir el gasto en 6.000 millones de euros. En Cataluña peligran, según los sindicatos, unos 5.000 empleos.

Se ha roto la equidad

Desde el punto de vista ético, la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, Victoria Camps, ante los recortes en el gasto público y el papel de los gobiernos en la gestión económica, se pregunta: “Tal y como se están llevando a cabo los ajustes, ¿se resiente la equidad?”. Su respuesta es que “parece claro que sí. Siempre las crisis, las catástrofes, se ciernen sobre los más vulnerables, que es a los que se debería proteger”.

“Siempre las crisis se ciernen
sobre los más vulnerables,
que es a los que se debería proteger”.
Victoria Camps.

Para la catedrática de Ética, la gestión de la actual crisis deja mucho que desear: “Hay que reaccionar rápidamente, y en esa reacción rápida no se están haciendo las cosas bien porque se ha ido a lo más fácil, a aquello en lo que los estados tienen más poder: el gasto público”. En cambio, se queja, “lo que nadie parece estar haciendo en estos momentos es castigar a aquellos que han provocado esta crisis: los especuladores, los inversores, los mercados a los que nadie regula…”. Según la experta, “la cuestión es si es la forma moral o inmoral” de afrontar las actuales circunstancias económicas.

Injusticia distributiva

Para el profesor de Ética Política de la Universidad de Deusto, Xabier Etxeberría, desde el punto de vista de la justicia redistributiva, “lo que está sucediendo es justo lo contrario: el grueso de los costes lo está asumiendo el ciudadano común”. En su opinión, “el modo como se está gestionando la crisis supone una gravísima injusticia desde el punto de vista retributivo, pero además aumentada, porque acrecienta la injusticia desde el punto de vista distributivo, que pide redistribuir bienes y servicios en función de las posibilidades, para igualar en oportunidades, cubriendo en todos las necesidades básicas”.

“Es la sociedad la que debe dirigir
el mercado adonde considere
más conveniente,
o estará en nuestra contra”.
Enrique Lluch

Si se analizan las medidas adoptadas por las autoridades públicas, desde el punto de vista de la solidaridad social, según el catedrático nacido en Navarra, estamos ante “la radical negación de la misma”.

Según explica, “la solidaridad reclama atención prioritaria, pública y social, al desaventajado y al oprimido; hacerse cargo, los que pueden, de las cargas de los que no pueden”; la antítesis de lo que está pasando. Por eso es consciente de que “los principios tienen que ser situados en los contextos a través de la prudencia, que atiende tanto a lo que es posible como a las consecuencias de las medidas que se toman”.

“El mercado tiene fallos”

El autor de Por una economía altruista (PPC), Enrique Lluch, expone que “el mercado tiene sus fallos, que van en contra del mismo mercado; por lo tanto, el Estado debe intervenir para paliarlo. Uno de esos fallos es el incremento de las desigualdades, porque repercute en su viabilidad a medio y largo plazo.

En ese sentido, la Doctrina Social de la Iglesia añade que el mercado tiene que estar al servicio de las personas, pero tal como funciona ahora, sin dirigirlo, no es seguro que sea así”. Lluch considera que “u orientamos bien el mercado o estará en nuestra contra. Es la sociedad la que debe dirigir el mercado adonde considere más conveniente”.

En el nº 2.777 de Vida Nueva (reportaje completo para suscriptores).

 

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