Anthony Muheria: “La Iglesia debe formar a los futuros líderes en Kenia”

Obispo de Kitui (Kenia), una de las zonas más castigadas por la hambruna en el Cuerno de África

Anthony Muheria obispo de Kitui Kenia

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Una de las sequías más duras en las últimas décadas ha sumido al Cuerno de África en una crisis alimentaria que, según datos de Naciones Unidas, afecta ya a más de 13 millones de personas. Solo en Kenia, las víctimas ascienden a 3,5 millones, la mayoría en condición de desplazados. Anthony Muheria, obispo de Kitui, al este del país (una de las zonas más afectadas), solicita de la Iglesia un papel activo a la hora de ofrecer soluciones.

Primero, interpelando al Gobierno para que acometa una política de infraestructuras que responda eficazmente a próximas sequías. Segundo, educando ella misma a las futuras élites para que fomenten un clima de estabilidad y paz en un país dividido por los choques tribales.

Respecto a lo más inmediato, el golpeo de la sequía, Muheria se siente esperanzado, al menos desde el punto de vista del retroceso de la hambruna: “Pensamos que no debería haber más muertes por hambre a causa de esta crisis”. Algo que atribuye, en gran parte, al llamamiento que Benedicto XVI dirigió a todas las naciones pidiéndoles ayuda para el Cuerno de África, siendo muchos organismos internacionales, como Cáritas, los que se han volcado.

Aun así, denuncia, “más importante que la hambruna es la falta de agua: “Las sequías se producen aquí cíclicamente, aproximadamente, cada tres años. ¿No podemos buscar una solución previa, estructurada y definitiva? Necesitamos ayudas verdaderas en materia de prevención”. Una tarea que incumbe al Gobierno…

Sentimiento de comunidad

Pase lo que pase, esta crisis ya ha traído una consecuencia positiva: “La solidaridad de la gente. No solo a nivel internacional, sino dentro del país. Un dato es muy revelador: hemos recaudado más de 10 millones de dólares para ayudas en la propia Kenia”.

El sentimiento de comunidad, defiende don Anthony, es el que necesita Kenia para avanzar en la configuración de una auténtica convivencia. “Lo idóneo es que surgieran líderes que priorizaran estos valores de cambio –sostiene–. De ahí que la Iglesia deba implicarse en la formación de líderes para dentro de 20 años. Ellos han de ser quienes introduzcan la unidad dentro de las diversidades tribales. Este reto de la Iglesia no es solo para Kenia, sino para todo el mundo”.

En el nº 2.777 de Vida Nueva (entrevista completa para suscriptores).

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