FRAN OTERO | No se podía hablar de otra cosa en las Jornadas Generales de Pastoral Obrera, que organizó en Ávila el Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal los pasados 12 y 13 de noviembre. La situación de fuerte desempleo centró los trabajos de los cerca de 80 miembros de las delegaciones y secretariados de 30 diócesis y de los movimientos apostólicos obreros.
De esto se deriva la publicación de un nota en la voluntad de la Iglesia de seguir “denunciando los mecanismos perversos de esta economía que impiden que esté al servicio de las personas y su dignidad”. “Debemos rechazar la deshumanización que lleva consigo la situación de desempleo que afecta a tantísimas personas y familias. (…) Otra economía, otra política, otro mundo es posible, siempre que pongamos en el centro de la vida las necesidades de los más pobres”.
Del mismo modo, denuncia “la involución de derechos perpetrada en aras de una salida de una crisis que no se ve por ningún lado”, y que la única salida pase “por recortar, sin que nadie se atreva a denunciar cómo se ha llegado hasta aquí”. “Parece que todo nos resulta ajeno. El gran riesgo de este mundo nuestro es volverse sordo e indiferente ante el sufrimiento de los pobres”, añade.
Por todo ello, y en línea de lo ya expresado por el papa Benedicto XVI en su magisterio, reclaman “medidas eficaces, planteamientos serios y atinados, así como (…) encontrar caminos para que todos tengan acceso a un trabajo digno, estable y bien remunerado”.
En el nº 2.777 de Vida Nueva.
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