El Gobierno otorga a José Sánchez la Medalla al Mérito en la Emigración

Jose Sanchez recibe la Medalla al Merito en la Emigracion

“Servir a los migrantes constituye por sí mismo un premio”, declaró el obispo emérito

Jose Sanchez recibe la Medalla al Merito en la Emigracion

El obispo José Sánchez con la secretaria de Estado de Inmigración, Anna Terrón, al recibir la Medalla

M. Á. MALAVIA | Transcurridos apenas unos meses desde que José Sánchez se retirara y pasara a ser obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, quien fuera durante años presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones continúa siendo reconocido por su labor en una iniciativa pastoral que marcó su pontificado, así como su vida sacerdotal (tras su consagración, fue capellán para emigrantes españoles en Alemania). El último homenaje le llegó con la concesión, por parte del Gobierno, de la Medalla al Mérito en la Emigración, en la categoría de oro.

La misma le fue entregada, en nombre del Ministerio de Trabajo e Inmigración, por su secretaria de Estado, Anna Terrón, en el transcurso de las Jornadas de Estudio La familia, clave de la integración, celebradas en Madrid del 14 al 16 de noviembre y organizadas por varias instituciones, entre ellas, la Comisión Episcopal de Migrantes, la Asociación Europeos, las universidades pontificias de Salamanca (UPSA) y Comillas o la Fundación Pablo VI.

Además, al galardón al obispo quisieron sumarse el Pontificio Consejo para los Emigrantes y Refugiados y el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), así como los presidentes de Cáritas, Rafael del Río, y CONFER, Elías Royón.

José Sánchez aceptó agradecido el premio, aunque lo hizo extensivo a todos sus colaboradores y lo vinculó a un “reconocimiento por parte de la Administración Pública de nuestro país al trabajo, a los servicios y a la generosidad de tantos sacerdotes, personas consagradas, trabajadores de Cáritas, cristianos comprometidos, con cargo o voluntarios, que, desde instancias de la Iglesia, han prestado su trabajo y han entregado su vida en el servicio a los emigrantes, inmigrantes, exiliados, refugiados y desplazados por cualquier causa, tanto a los españoles fuera de España como a los hermanos extranjeros que trabajan o buscan trabajo en nuestro país”.

Echando la vista atrás, el prelado afirmó que el propio hecho de haber podido servir a los migrantes, primero como sacerdote y luego como obispo, “constituye por sí mismo el premio”. “No sería necesario otro premio –añadió– que la suerte y el regalo de haber recibido la oportunidad, la posibilidad, la misión y el mandato de servir al Señor y a sus hermanos, los más pequeños, a veces los olvidados”.

Por y desde el Evangelio

También reivindicó que, pese a que, “con frecuencia, nuestro trabajo con este sector de la población pudiera parecer, y en ocasiones así es demandado, como el servicio de un trabajador social”, él siempre lo ha desempeñado “como sacerdote, después como obispo y, en definitiva, como ministro de la Iglesia a la que pertenezco”, planteando “mi vida como servicio al Evangelio y desde el Evangelio de Jesucristo”.

Por su parte, Anna Terrón manifestó sentir “un gran placer y un gran honor, ya que, por su trayectoria, puede ser el espejo en el que nos miremos las personas que trabajamos en el mundo de las migraciones”.

En el nº 2.777 de Vida Nueva.

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