Los obispos de Francia abordan los grandes retos hoy para la Iglesia y la sociedad

Andre Vingt-Trois cardenal arzobispo de Paris

“Que la Eucaristía libere al hombre de la idolatría del consumo”, señalaron al término de su Asamblea Plenaria

Andre Vingt-Trois cardenal arzobispo de Paris

El presidente del Episcopado francés, cardenal André Vingt-Trois

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Como ya es habitual, los obispos franceses, reunidos en Asamblea Plenaria del 4 al 9 de noviembre, en Lourdes, ofrecieron un amplio análisis sobre la realidad actual, adentrándose, además, en asuntos no exclusivamente eclesiales. Así, entre los puntos tratados en el encuentro, y que fueron expuestos en su discurso de clausura por el cardenal de París y presidente de la Conferencia Episcopal, André Vingt-Trois, estuvieron, por ejemplo, el debate sobre la energía nuclear –respecto a la cual piden respuestas concretas sobre su idoneidad, a la vez que reclaman explorar las posibilidades reales de las energías renovables– y la “sensación de libertad” y el “aumento de poder” que el uso de Internet genera en los usuarios, quedando abiertas las conclusiones para próximas asambleas.

Al referirse a la crisis económica, el purpurado pidió una renovación de la Eucaristía dominical que “contribuya a liberar al hombre de la idolatría del consumo”, fortaleciendo “los lazos familiares y sociales” y trabajando “en la defensa y la promoción de un ritmo común en la sociedad”. Esa renovación de la misa a la que Vingt-Trois aludía –y que acaparó un espacio importante en la agenda episcopal– se centra en la preocupación de los obispos por las dificultades “derivadas de la disminución de la población en algunas zonas rurales y la sobrecarga excesiva para muchos sacerdotes en el servicio dominical”.

Por ello, propusieron como posible solución algo que ya está en marcha en algunas diócesis: celebrar la misa dominical en un espacio a medio camino entre varias localidades vecinas, “con un lugar y a una hora fijos”. De este modo, “se puede mejorar la celebración y se desarrolla una experiencia de comunidad más rica”; sin ir en detrimento de la actividad pastoral de cada pueblo, que los prelados invitan a que se refuerce en los días laborables.

Más adelante, el arzobispo parisino se mostró muy agradecido con la Escuela Católica –en cuya redacción de los nuevos estatutos, previa a su aprobación, han participado activamente los obispos franceses– y la Vida Consagrada, algunos de cuyos representantes participaron en esta Plenaria, y de la que reconoció de un modo especial su trabajo con los más empobrecidos.

Vingt-Trois abogó, asimismo, por profundizar en las cuestiones relacionadas con la ecología y el medio ambiente. Tras recordar que llevan dos años trabajando específicamente en estos ámbitos, pidió ir más allá de “algunas visiones catastrofistas que representan al hombre como el principal enemigo de la naturaleza” y vivir “en confianza” la relación con el mundo “cuya gestión recibió” de Dios. Una misión compleja, pero que depende de no pensar que el medio ambiente “es un lujo estético” de los países desarrollados; antes bien, la apuesta ha de ser por “el desarrollo sostenible, para demostrar nuestra voluntad de compartir los bienes de la tierra”.

Finalmente, los debates del Episcopado francés incluyeron la situación de las familias (a las que se señaló como “el centro de toda la pastoral”) y la defensa de la vida humana, “desde la concepción hasta la muerte natural”. Tras la celebración de reuniones con grupos de familias en todas las diócesis a lo largo del año, con el fin de recabar sus propias propuestas pastorales, el cardenal Vingt-Trois concluyó anunciando para enero una Marcha por la Vida.

En el nº 2.777 de Vida Nueva.

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