Los católicos no votan como un bloque homogéneo

Mariano Rajoy mitin PP

PSOE y PP se disputan medio millón de papeletas de creyentes indecisos

Rubalcaba y Rajoy en el debate electoral ante del 20N

FAUSTINO CATALINA | Con una tasa de paro del 21,5%, la más alta desde hace quince años, y cinco millones de personas con los brazos cruzados a su pesar –con los consiguientes dramas personales–, las próximas elecciones generales del 20 de noviembre, si se cumplen los pronósticos de todas las encuestas, supondrán un cambio tras los ocho años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Al récord histórico de paro se une la aparición de corruptelas y escándalos financieros incubados durante años en entidades bancarias, empresas, ayuntamientos, autonomías… [Siga aquí si no es suscriptor]

Como certifican los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), para una gran mayoría de la sociedad, los políticos se han ganado a pulso su descrédito abusando de sus prebendas en tiempo de bonanza y, ahora, en los de escasez. Después del paro (el principal problema para el 80% de los españoles, según el CIS), la situación general de la economía (mala o muy mala para un 73% de los ciudadanos), el siguiente motivo de preocupación (el 23,3%) lo constituye la clase política. Y en este contexto de incertidumbre y desilusión se plantea, una vez más, la pregunta: ¿dónde está el voto católico?

Para el jesuita Alfonso Álvarez Bolado, profesor emérito de la Universidad Pontificia Comillas, los católicos españoles no constituyen un bloque políticamente homogéneo, y no es necesario que así sea. En su opinión, el voto de quienes son consciente y deliberadamente católicos “tendrá una presencia y una importancia considerable, porque no pueden rendirse al desprestigio dominante de la política. Sienten vivamente que las razones reales de tal desprestigio deben ser reconocidas y eliminadas, y la actividad política recuperada en su necesidad para la sociedad nacional, europea e internacional. Su problema práctico: ¿cuál es el camino más realista hacia esta conversión, más que cambio, de la vida política?”.

Alfredo Pérez Rubalcaba mitin PSOE

El candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba

Hablar del voto católico no es hablar de blanco o negro para el sociólogo Javier Elzo, que recuerda, como señalan distintas encuestas, que el voto católico es más abundante en el PP, aunque no faltan, ni mucho menos, los que votan al PSOE. Sin embargo, añade, “otra cosa bien distinta es lo que suponga ser católicos para unos y para otros… Esa es la cuestión de fondo, que va más allá, mucho más allá, que las opciones políticas”. Ni sociológica ni teológicamente hablando, según Elzo, cabe hablar de un único, menos aún uniforme, perfil de católico en España.

Según el barómetro del CIS de septiembre, el 73,3% de los españoles se declara católico; un 15,9%, católico practicante; y el 57,1% admite que no va casi nunca a misa. Además, el 2,2% son creyentes de otras religiones; el 14,9% es no creyente; y un 7,4% asegura ser ateo. La tendencia apunta a la disminución del número de creyentes y de los practicantes, mientras aumenta el número de no creyentes, sobre todo entre la juventud menor de 35 años.

Arraigado en valores éticos

Sin menospreciar el llamado “catolicismo sociológico” que recogen los datos del CIS, Álvarez Bolado considera que su voto “no llena las exigencias de esa conversión política que la situación nacional, europea e internacional reclama. Para no convertirse las elecciones generales en un acontecimiento ritual de una democracia, en crisis en su configuración actual, ese voto tendría que estar arraigado en valores éticos, bastante más interiorizados y trascendentes que los de las retóricas ideológicas dominantes”.

En el PSOE hay un sector del partido
partidario de posturas más anticlericales,
frente a otro grupo que suaviza posiciones
para no provocar el rechazo de miles de votantes.

En el PSOE hay un sector del partido, no mayoritario, pero sí partidario de posturas más radicales y anticlericales, frente a otro grupo, también amplio, que, consciente del peso del voto católico, suaviza posiciones para no provocar el rechazo de miles de votantes.

El director adjunto del Gabinete del Ministerio de la Presidencia, Carlos García de Andoin, considera que “ni el PSOE ni el PP pueden lanzar en estos momentos ni mensajes anticlericales, el primero, ni demasiado católicos el segundo, ya que eso podría significar que el primero perdiera un tercio de votos católicos o que los perdieran los populares entre los católicos indiferentes que le votan en estas elecciones”.

Mariano Rajoy mitin PP

El candidato Mariano Rajoy, durante un mitin del PP

En su opinión, el electorado es idéntico a la sociedad española y “el trasvase de voto de católicos indecisos en los dos grandes partidos oscila entre un 6% y un 10%, lo que en números sería entre 400.000 y 500.000 votos de católicos practicantes, que, sumados a un 8% de abstención y al desvío de votos a los nacionalistas y a Izquierda Unida, dan como resultado las cifras actuales de diferencia entre PSOE y PP en expectativas de voto”.

Mayoría social

También el Partido Popular maneja sus análisis sobre el peso que el voto de los indecisos –muchos de ellos católicos desencantados con el PSOE– puede tener para superar holgadamente la mayoría absoluta que le pronostican las últimas encuestas.

El número uno de la candidatura del PP por Barcelona, Jorge Fernández Díaz, reconoce que “el voto católico es transversal y las encuestas manifiestan que hay una mayoría social católica, pero también la práctica religiosa se reduce a la mitad porque la secularización ha arraigado en la sociedad española y no se puede decir que esa mayoría sea apoyada”.

Según él, “la inmensa mayoría de los votantes del PP se definen como católicos, pero eso no se traduce en un apoyo explícito, a pesar de que durante años se han trabajado y denunciado hasta en el Tribunal Constitucional leyes como la ampliación del aborto y la del matrimonio homosexual, y ahí está la coherencia de nuestra política”.

En España no se puede hablar de un voto católico, que es minoritario en la práctica diaria, porque si lo hubiera, “ese voto sería mayoritario y nos daría amplias mayorías”, según Fernández Díaz. En todo caso, para él, “los votos de los ciudadanos más comprometidos y más coherentes, especialmente de los católicos, están en el PP”.

En España no se puede hablar de un voto católico,
que es minoritario en la práctica diaria,
porque si lo hubiera,
ese voto “daría amplias mayorías al PP”.

Carlos García de Andoin recuerda que en la primera legislatura de Zapatero “hubo cuestiones de enfrentamiento con la Iglesia, como la ampliación de la legislación del aborto o la legalización de los matrimonios homosexuales, aunque también se llegó al acuerdo sobre la financiación de la Iglesia a través del IRPF”. Sin embargo, “la segunda legislatura ha sido de moderación en las relaciones y, de hecho, no se han tocado los Acuerdos Iglesia-Estado, como un amplio sector del partido pedía, ni ha salido adelante la ley de libertad religiosa. No era momento de buscarse nuevos enemigos por aspectos que, realmente, no tenían una gran demanda de la sociedad”.

Considera, además, que “el PP continúa en la ambigüedad, sin compromisos concretos, por ejemplo, para derogar la Ley del aborto, y que su posición se aleja de la Iglesia en los temas morales para acercarse más a los católicos a través de la religiosidad popular”.

Sin embargo, para el candidato popular, “el programa del PP asume entre sus ejes principales el pensamiento del humanismo cristiano y, por eso, actúa con ese espíritu –que está en las raíces del partido– con propuestas en cuestiones como el aborto o la Educación para la Ciudadanía”.

“El Evangelio es buena noticia” –recuerda el profesor emérito Alfonso Álvarez Bolado–,“porque es redentor de las realidades humanas degradadas. El desprestigio que la política fáctica y los políticos se han ganado en nuestra sociedad ha de ser ocasión para hacer presente el Evangelio como no resignación frente a ese desprestigio, y como exigencia de renovación. No como demanda retórica e ideológica, sino como conducta que sirve real y actualmente al bien común. Un bien común a redefinir más universalmente. Que exija –es solo un ejemplo– que la voluntad de eliminar la indecencia de la situación del desempleo en España, tenga eficazmente presente la horrorosa indecencia de la situación inhumana en el Cuerno de África. Las condiciones para una redención tal de la política tienen mucho que ver con la presencia rescatada de los valores del Evangelio en nuestra sociedad”.

Escasa influencia en los jóvenes

El sociólogo Juan González-Anleo pone un acento especial en los centenares de miles de jóvenes que no tenían edad legal para votar en 2008, y lo harán ahora. Unos jóvenes en los que “las creencias religiosas y la Iglesia católica tienen muy poca influencia, como demuestra el dato de que solo el 22% reconoce que la religión tiene importancia en sus vidas”.

“El voto católico no equivale necesariamente
a un voto en favor de opciones concordes con
la Nota de la Conferencia Episcopal”.
Juan González-Anleo, sociólogo.

Ante temas especialmente sensibles, como los relacionados con la defensa de la vida o la protección de la familia, González-Anleo considera que los partidos silencian sus posturas, mientras el Episcopado no tanto, y de hecho, ahí está su reciente Nota con temas recurrentes en el discurso de la Iglesia en todas las elecciones: aborto, eutanasia, matrimonio homosexual, divorcio, desempleo juvenil, creciente pobreza, justa distribución de la renta, Educación para la Ciudadanía, clase de Religión…

“El voto católico no equivale necesariamente a un voto en favor de opciones concordes con la Nota de la Conferencia Episcopal. La razón, sobre todo en el universo juvenil, es que los jóvenes se desmarcan con facilidad de las líneas del magisterio eclesial sobre la vida y la familia; se manifiestan en mayor o menor medida en favor del divorcio, el aborto y las parejas homosexuales, opinan que la Iglesia se mete demasiado en política y en la vida personal y piensan que la religión es un asunto privado que debe vivirse privadamente”.

En el nº 2.776 de Vida Nueva.

 

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