Santiago Segura: “Suprimir el latín de las aulas es como cargarse al abuelo”

Santiago Segura coautro de Las plantas y la Biblia

Coautor de ‘Las plantas y La Biblia’

Santiago Segura coautro de Las plantas y la Biblia

Texto y foto: VICENTE L. GARCÍA | No cabe duda de que es la estampa del “viejo profesor”, alumno de maestros, maestro de muchos alumnos. Catedrático de Latín y profesor emérito de la Universidad de Deusto, Santiago Segura, a sus casi 90 años sigue manteniendo un ritmo de actividad envidiable. La última incorporación a su larga lista de publicaciones (un total de 83) es el libro Las plantas y la Biblia, un precioso trabajo, en presentación y contenido, que ha llevado a cabo de la mano del director de Publicaciones de Deusto, Javier Torres.

Esta obra forma parte de una trilogía dedicada a la vegetación en el mundo antiguo, centrándose esta edición en todas las plantas que tienen una referencia en algún versículo del Libro de los Libros. Dado que el profesor es una autoridad en lenguas clásicas, Torres decidió solicitar su ayuda para todos aquellos términos latinos con los que se conocen las plantas, sobre todo desde la botánica. Pasado un tiempo, le presentó más material del que podía abarcar el proyecto Los Jardines en la Antigüedad, publicado en 2005. Tanta información acabó animando a ambos autores a continuar investigando el mundo vegetal hasta llegar a plantearse el libro dedicado a las plantas y la Biblia.

Esta obra aborda los aspectos botánicos de una larga lista de especies vegetales, pero también descubre curiosidades y teorías sobre algunas que tuvieron un singular protagonismo: “La teoría más curiosa sobre la corona de espinas de Jesús es de un botánico inglés, que afirma que su origen está en la base de las hojas de la palmera datilera, que son correosas y tienen como unas espinas”.

La vida de Santiago ha estado muy marcada por sus profesores. Con 7 años, el maestro de su pueblo, Santa Olalla de Bureba (Burgos), solicitó sus servicios para colaborar en un proyecto de escuela para adultos, y con 17 ya dio tres clases a sus compañeros sobre la figura de Aristófanes. Su dedicación a las lenguas clásicas se debió a la confluencia de dos profesores: el de Matemáticas, que le provocó el aborrecer la materia, y el de Gramática Histórica Española, Jaime Rivera, con quien le sucedió una curiosa anécdota, cuando, en un examen, puso vasco con “b” (tras la guerra, detalles como ese podían hacer que lo tachasen a uno de nacionalista vasco, aunque fuese de Burgos). Ante el profesor, justificó su “error” por la lectura de libros en los que, por influencia del vascuence, se usaba la “b” y no la “v”.

La didáctica de explicar el origen de las palabras, hizo que apostase por la licenciatura de Filología Clásica. En Madrid, durante la carrera, se cruzó con el profesor que marcaría definitivamente su trayectoria, Antonio Magariños, catedrático del Instituto Ramiro de Maeztu y fundador del equipo de baloncesto de dicho centro, el Estudiantes. Este ha sido el modelo de docente que ha procurado imitar con sus alumnos, a los que se ganó hasta jugándose una calificación a la pelota vasca: el resultado fue 22-7 a favor del profesor. Los alumnos asumieron con deportividad el suspenso, pero no así la “humillación” en el frontón.

Autoridad en lenguas clásicas

Ante una autoridad de las lenguas clásicas como él, no podemos menos que preguntarle su opinión respecto a la supresión de su estudio en la enseñanza preuniversitaria. Su respuesta es una sentencia: “Ha sido como cargarse al abuelo. Para mí, en los idiomas, cada palabra es como una lucecita que te guía por su significado y origen, y te descubre un mundo”.

Como buen conocedor del origen de las palabras, Santiago presume de no haber “trabajado” nunca. Esto se explica cuando te descubre que “trabajo” viene del término “tortura”, cuyo nombre en latín era tripalium (tres palos), del verbo tripaliare (torturar o torturarse). Y, como su labor nunca ha sido una tortura, ergo, nunca ha trabajado.

EN ESENCIA

Un libro: la Biblia.

Una canción: el Himno a la alegría.

Un deporte: el fútbol.

Una planta de la Biblia: el olivo.

Un lugar (jardín) del mundo: Versalles.

Su palabra favorita en latín: libertas-libertad.

Un recuerdo de infancia: las calles de mi pueblo, Santa Olalla de Bureba.

Un valor: la fidelidad.

Me gustaría que recordasen por… ser buena persona.

En el nº 2.776 de Vida Nueva.

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