Los obispos nicaragüenses piden unos comicios limpios el 6 de noviembre

A la tensión con el presidente Ortega suman sus denuncias contra jueces y medios

Seguidores de Daniel Ortega tras un acto de la campaña electoral nicaragüense

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Ante las elecciones presidenciales del próximo domingo 6 de noviembre, los miembros del Episcopado nicaragüense han hecho público un mensaje de cinco páginas en el que, con un tono contundente, piden que se vigile por que todo se desarrolle dentro de un proceso de “honestidad”.

Su declaración se produce en un contexto marcado por la fuerte tensión, creciente desde los últimos meses, entre los obispos y el presidente de la República y líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Daniel Ortega.

Aunque en ningún momento se le cita expresamente en el documento, sí son abundantes las referencias que evidencian un profundo malestar por la situación del país. Tanto es así que, primeramente, demandan la presencia de “observación electoral nacional y extranjera” para asegurar la credibilidad de las elecciones. Pese a que habrá representantes de la Unión Europea (UE) y la Organización de Estados Americanos (OEA), tachan de “lamentable” que no se hayan concedido más acreditaciones a otras instituciones.

Los prelados defienden su necesidad de postularse públicamente con el fin de colaborar “en la construcción de una sociedad más justa”, conscientes del vigente estado de “vulnerabilidad de nuestro sistema político y la historia de nuestra frágil democracia”, aunque admiten que la Iglesia “corre el riesgo de ser mal interpretada, criticada, intimidada y hasta reprimida, en tono abierto o encubierto, por quienes se sienten cuestionados con nuestros pronunciamientos pastorales”.

Fruto de su discernimiento, los pastores del país centroamericano constantan que muchos de sus compatriotas viven estos próximos comicios “con preocupación y temor”. Algo que achacan a una serie de causas. Entre ellas, el que “amplios sectores sociales no confían en la franqueza de los líderes y partidos políticos, al no saber en realidad a qué intereses sirven y cuál es en el fondo lo que de verdad persiguen”.

Otros aspectos preocupantes son “la intolerancia, el desprestigio recíproco y hasta ciertos brotes de violencia que han caracterizado algunos momentos la campaña”. A todo ello se unen las “anomalías en el proceso de cedulación”, por las que, en unos casos, se dificulta el registro para el voto de algunos ciudadanos y, en otros, incluso se han apuntado menores de edad; hechos que –a su juicio– alimentan el escaso interés entre la población, especialmente la juvenil, por estas elecciones.

Pese a todo, el Episcopado anima a votar, aunque para ello se haya de superar la apatía “por los distintos proyectos presentados por los partidos, algunos de carácter populista, otros poco realistas o con tendencias a privilegiar intereses personales sobre los sociales y, en el peor de los casos, alejados de las auténticas necesidades y expectativas de la población mayoritariamente pobre”.

En este sentido, el mensaje denuncia “el descontento y rechazo existente en un sector de la sociedad en relación a una posible ilegitimidad de candidatos a diputados y presidentes de la República”. Lo cual desemboca en “un ambiente lleno de prejuicios, que pone en entredicho el carácter de legalidad, honestidad y respeto a la voluntad popular”.

Libres de manipulación

A juicio de los firmantes, en la generación de un clima de auténtico cambio deberían implicarse otros grupos fácticos, como los medios de comunicación o el poder judicial. Aunque ni uno ni otro salen muy bien parados de la reflexión episcopal. Respecto a los primeros, “percibimos que en muchas ocasiones los líderes políticos manipulan la opinión pública a través de los medios”.

Para los segundos, reclaman que estén “libres de todo espíritu pactista y clientelista”. Más concretamente, piden “una Nicaragua en donde la elección de los miembros de la Corte Suprema de Justicia del Consejo Supremo Electoral no esté condicionada por ningún tipo de partidismo y posean tal integridad ética y autoridad moral que gocen de la confianza y respeto de la ciudadanía”.

En definitiva, ven necesaria “una Nicaragua democrática y pluralista”, en la que se respete “la división de los poderes del Estado para evitar caer en la tentadora y peligrosa forma de ejercer el poder de modo absoluto, de tan amargos recuerdos en nuestra historia”.

En el nº 2.774 de Vida Nueva.

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