Ceballos deja un hueco

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | El hasta ahora obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos, se retira. Vuelve a su tierra, aunque su corazón continúe unido a Cádiz y Ciudad Rodrigo, las Iglesias a las que sirvió. Sin nada se va, como vino, y nada tiene. Lo acogerán las Hermanitas de los Pobres. Lo echarán de menos los mendigos a los que cada día saludaba, aflojando el bolsillo.

Lo echarán de menos los sacerdotes enfermos, los más débiles, los que buscaron su discreción, su davidosa mano y su sonrisa tierna, como los religiosos a los que nunca despreció. Lo echarán de menos los no cristianos, con quienes compartió oración en las costas de Tarifa. Enterró cuerpos destrozados en la pateras y drogadictos rotos en el Campo de Gibraltar. Lo echarán de menos los ojos sencillos de los niños y los cálidos abrazos de los enfermos. Su voz quebrada se escuchó alta defendiendo a los trabajadores de los astilleros.

Ha sido más heraldo de misericordia que de ortodoxia. De él se decía que era bueno para ser obispo, y que ahí estaba su defecto. Echarán de menos a don Antonio los que sigan creyendo que, para ser obispo, lo primero que hay que ser es bueno, sencillo, pobre y hermano entre hermanos, como Ceballos lo es.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.774 de Vida Nueva.

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir