Cristianos palestinos: “Queremos un país como todo el mundo”

La minoría religiosa apoya el proceso para un Estado propio

'Scouts' marchan frente a la Iglesia de la Natividad en apoyo del Estado palestino

CARMEN RENGEL. JERUSALÉN | Todos piensan igual, no hay matices. Si acaso, cierta templanza en las palabras de los altos portavoces para no exaltar los ánimos. Los cristianos palestinos apoyan abiertamente el proceso iniciado por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, para que su territorio sea reconocido como Estado miembro de pleno derecho de Naciones Unidas, el 194.

Como reflejo que son del pueblo, las Iglesias palestinas se han contagiado de la ilusión y la esperanza por la conquista de un derecho viejo, de 64 años, cuando la misma ONU decidió que, sobre Palestina, debían crearse dos estados, uno judío y otro árabe. El primero goza de buena salud. El segundo aún no ha nacido. “Por eso es hora de dar pasos”, dice Joseph Abusalama, en su tienda de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

La necesidad de que exista el Estado de Palestina, en vecindad pacífica y segura con Israel, es una meta apoyada por EE.UU., la UE y hasta el Gobierno de Tel Aviv. Sin embargo, lo que muchos cuestionan es la vía para lograrlo: las potencias occidentales –ni que decir, Israel– sostienen que la única manera es con el diálogo entre las partes. La ANP, sin embargo, entiende que el espaldarazo multilateral que logren en la ONU acelerará esas negociaciones y es, por tanto, indispensable, además “de justicia” que Palestina se convierta, al menos nominalmente, en un igual a Israel. Ahí está el matiz. Pero entre la comunidad cristiana de Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania (unas 75.000 personas, el 2% de la población) es algo que no se discute.

Religiosa en la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza

“En Tierra Santa, los derechos de los palestinos se han violado durante más de medio siglo. Queremos un futuro en paz, amor y vecindad, pero primero Palestina tiene que ser libre, y eso solo se logra con el reconocimiento de la ONU”, afirma el P. Johny Abu Khalil, párroco de San Justino, en Nablus, que desde hace semanas se reúne con los líderes musulmanes de su ciudad para convocar manifestaciones a favor del Estado.

No es solo una exigencia para poder lucir la etiqueta de “país”; los cristianos comparten la opinión de que esa nueva denominación impulsará un proceso de paz dormido desde hace 13 meses. Con un convencimiento reforzado por la fe.

“Tengo toda mi esperanza puesta en ese reconocimiento, sencillamente, porque hacernos Estado es una inversión en la paz. El mundo lo debe entender así, un paso de justicia siempre es un paso hacia el entendimiento. ¿O es que acaso las negociaciones van a volver si nadie hace nada? Si el mundo se toma en serio la paz en Oriente Medio, debe saber que el camino comienza con el reconocimiento de la autodeterminación palestina”. Lo dice el P. Faisal Hijazin, a cargo de la iglesia de la Sagrada Familia de Ramala.

La iniciativa común de más peso tomada por todas las comunidades cristianas ha sido un comunicado en el que afirmaban su apoyo “a los esfuerzos diplomáticos desplegados para lograr el reconocimiento” de Palestina, “a fin de lograr una paz justa, de acuerdo con el derecho internacional”. La nota fue un paso más allá, reivindicando el retorno a las fronteras de 1967, Jerusalén Este como capital del futuro Estado, el retorno de los cinco millones de refugiados palestinos y la liberación de los presos políticos, las condiciones que pone la ANP.

El documento fue leído en las iglesias el domingo anterior al discurso de Abbas. En la parroquia del P. Ibrahim Shomali, en Beit Jala, se repartieron 300 banderas palestinas. Era el añadido a una homilía que corre, fotocopiada, entre los cristianos de Belén. “Queremos nuestro propio Estado, libertad y derechos humanos, un país, como todo el mundo. La votación es el momento de la verdad para que todos digan en voz alta no a los asentamientos, a los puestos de control, al acoso, al miedo, a la discriminación. Digamos sí al amor de Dios, a la justicia, a la paz, sí a Palestina”, reza el texto.

En el nº 2.772 de Vida Nueva (reportaje completo para suscriptores).

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