Irak e Indonesia, nuevos focos de ataques a cristianos

La iglesia de la Sagrada Familia (Irak) tras el ataque sufrido el pasado mes de agosto

M. Á. MALAVIA | El pasado fin de semana resultó sangriento para los cristianos que viven en Kirkuk, al norte de Irak. En apenas 24 horas, Emmanuele Hanna, en Bagdad, y Bassam Isho, en Muthana, fueron asesinados a tiros sin ninguna explicación aparente más allá de su condición de cristianos, informa AsiaNews. Estos hechos se suman a los que se vienen produciendo en los últimos meses en una región devastada por el conflicto étnico, político y religioso que enfrenta a árabes, turcomanos y kurdos.

Los más graves, el pasado agosto, cuando una bomba en la iglesia siro-católica de la Sagrada Familia hirió a 15 personas y otros artefactos, días después, afectaron a la iglesia siro-ortodoxa de San Efrén. Un templo presbiteriano también fue atacado el mismo día, aunque pudieron desactivarse los explosivos antes de su detonación.

Desgraciadamente, estos ataques, ya habituales en un país sumido en la guerra, se unen a los del 26 de septiembre en Indonesia, y que resultaron de especial gravedad: un terrorista suicida hizo explotar una bomba adosada a su cuerpo a la salida de misa en la iglesia protestante Bethel Christian Indonesian Church, en Kepunton (Java Central), causando, además de su muerte, la de otra persona, así como una veintena de heridos.

Desde 2010, el hostigamiento a los cristianos es cada vez más habitual en Indonesia (aunque ningún ataque había alcanzado esta dimensión). Sin embargo, lo más preocupante es que en la última década parecía consolidada la convivencia pacífica con los cristianos en el país musulmán más poblado del mundo. El último atentado relevante databa de 2001, cuando dos bombas explosionaron en una iglesia católica y otra protestante de Yakarta. Entonces no hubo fallecidos, a diferencia de un ataque perpetrado en la Navidad del año 2000, cuando 17 cristianos fueron asesinados en un ataque múltiple contra varios templos del país.

La repercusión del último atentado suicida movilizó al Gobierno indonesio, así como a la mayoría de las autoridades religiosas del país. El secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, Antonyus Benny, tachó el ataque de “insulto a Dios” y pidió “unidad contra el terrorismo”. Nurson Wahid, en representación de Nahdlatul Ulama, el principal grupo islámico indonesio, lo condenó como una “acción salvaje e inmoral”.

En el nº 2.771 de Vida Nueva.

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