“Nadie sobra” en la bella tarea de construir Chile

El arzobispo de Santiago preside el ‘Te Deum’ ecuménico de las fiestas patrias

JOSÉ LUIS CELADA | De “oportunidad irrepetible y desafiante de pensar y proyectar lo más bello y lo más noble de nuestra identidad”. Así calificó el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, el momento que vive hoy Chile.

Un tiempo no exento de dificultades, muchas de la cuales fueron objeto de atención con motivo del tradicional Te Deum ecuménico de las fiestas patrias celebrado el pasado día 18 en la catedral metropolitana. Allí, en presencia de las principales autoridades civiles, militares y religiosas del país, el también presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) invitó a sus compatriotas a participar en una tarea en la que “nadie sobra” y a ser “trabajadores conscientes y responsables del rico patrimonio que pasa por nuestras manos”

La solemne celebración de acción de gracias por la patria comenzó con un saludo cantado en el que se recordó la solidaridad de los chilenos en los momentos de dolor o las actuales demandas en el terreno educativo. A continuación, el prelado salesiano dio la bienvenida al acto al presidente del país, Sebastián Piñera, acompañado de su esposa, y a otras destacadas personalidades, como el nuevo nuncio apostólico, Ivo Scapolo, o el cardenal Francisco Javier Errázuriz, su predecesor en la sede primada. Tras la liturgia ecuménica de la Palabra, Ezzati aprovechó la homilía para arrojar una mirada evangélica sobre la vida nacional, no sin antes pedir a Dios su ayuda para seguir el “camino de la justicia, la prosperidad y la paz”.

Valores y propósitos

Al referirse al concepto de ‘patria’, núcleo de esta celebración, el arzobispo de Santiago reconoció todos los valores humanos, sociales, morales y espirituales que aglutina y “¡cuántos propósitos de vida, de generosidad, de justicia y solidaridad brotan de él para toda persona y para la comunidad humana que vive bajo el mismo cielo y comparte la misma tierra!”.

En este sentido, volvió su mirada al Bicentenario de Independencia del país y a los 200 años del Congreso Nacional, ocasiones ambas para un reencuentro con el “alma de Chile”, sin olvidar la reacción unánime “como una gran familia, con hondo dolor, con gran solidaridad y con una profunda fe” en acontecimientos como el terremoto de 2010, el rescate de los mineros, la muerte de los reclusos en la cárcel de San Miguel o el accidente aéreo en el archipiélago Juan Fernández.

En sus palabras tampoco faltó un recuerdo a las movilizaciones sociales de los últimos meses: “¿No encierran sueños y anhelos de una humanidad más plena, más justa y solidaria? ¿Cómo discernir las semillas de verdad que contienen y cómo recoger los auténticos desafíos que postulan?”, se preguntó Ezzati. “La respuesta que escuchamos –añadió– es simple y compleja a la vez: soñamos con ‘progresar’. El progreso pareciera ser la esperanza de la sociedad globalizada y de nuestra propia sociedad”.

Anhelos que se hicieron también presentes en las oraciones que los representantes de las distintas confesiones cristianas elevaron a Dios, y a las que se unieron miembros de las comunidades judía y musulmana de Chile. Especialmente emotivo, por su recogimiento y simbolismo, fue el momento de las ofrendas: desde la bandera y los dos cirios, que representaban el trabajo de los miles de voluntarios que sirven a los chilenos en distintos ámbitos, hasta las flores que portaron un joven, un adolescente y un niño como signos de esperanza y compromiso de una mejor educación para el país, pasando por la ayuda económica recogida para auxiliar a los afectados por la hambruna en Somalia.

La interpretación del Te Deum y del himno nacional pusieron el broche festivo a esta jornada nacional de oración y reflexión.

UN RICO PATRIMONIO

En el transcurso de su homilía, Ricardo Ezzati pasó revista a algunos de los valores que, a su juicio, integran el rico patrimonio chileno y que, como pueblo, están llamados a cuidar y transmitir:
▪ El respeto y amor a la vida. “Todos los habitantes
de la patria –reclamó el arzobispo de Santiago–tienen derecho a una vida plena, propia de hijos de Dios, vivida en condiciones más humanas y más digna”.
▪ Los niños y los jóvenes, por lo que representan de “enorme potencial para el presente y el futuro del país”.
▪ La aspiración constante a un “estilo de vida
de mayor justicia, integración y solidaridad”.
▪ El trabajo, concebido como “derecho fundamental y un bien para las personas”.
▪ “Su magnífica y exuberante naturaleza y sus recursos naturales”, todo un “don de la creación”.
▪ Por último, la religiosidad popular, “especialmente la devoción mariana”.

En el nº 2.769 de Vida Nueva.

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