El Museo Mariano de Valencia marca tendencia

Constituye un nueva forma, sencilla y austera, de exponer el arte sacro español

El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, durante la visita guiada

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La inauguración y el éxito de visitantes del Muma, el Museo Mariano Virgen de los Desamparados de Valencia, da fe de cómo la relación de arte, Iglesia y turismo necesita de imaginación, renovación y nuevas maneras de acercarse al público. Alejados ya de las grandes inversiones que han catapultado recientemente extraordinarios museos de arte sacro de gran volumen y ámbito diocesano –Barbastro, Orihuela o Zaragoza, por ejemplo–, a la sombra de su enorme impacto, los nuevos tiempos imponen otra manera más sencilla y ajustada al presupuesto de exponer el rico arte sacro español y, sobre todo, su vinculación a la devoción.

Los museos marianos son, en este contexto, un nuevo impulso al modo de “vender” al público la herencia de los tiempos y la Nueva Evangelización. El Muma no es el primero ni será el último de los museos marianos que comienzan a emerger como culminación, en muchos casos, de la implicación de los obispados y de la ambición cofrade.

Museos marianos como el de la Virgen de la Cabeza (Andújar), el de Tomelloso (Ciudad Real) o el de Yecla (Murcia) son suficientes ejemplos de que la fórmula lleva funcionando una década, pero el Muma, incrustado en un edificio anexo a la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, certifica que no solo sigue teniendo vigencia, sino que, además, es válida también en grandes capitales como Valencia.

Marcará, como sucede con los cada vez más abundantes museos de arte cofrade, toda una tendencia, una vez que la grandilocuencia de los nuevos museos diocesanos se ha detenido. Los proyectos actuales, como el canario Museo de Arte Sacro Virgen de Los Reyes de Valverde (El Hierro), están más cercanos al concepto del Muma –con una colección de evidente calidad– que de los recurrentes museos de arte cofrade que también se están proyectando a lo largo de la geografía española, especialmente en Andalucía, como alternativa barata o de bajo coste. Nada que ver con la más que interesante vocación de difusión del legado de más de seis siglos de advocación de la Virgen de los Desamparados en Valencia.

Historia valenciana

“Este museo recoge una historia de lo que ha sido esta basílica, este santuario y esta advocación de la Virgen. Para todos nosotros es un día especial; la Basílica no nos da solamente la presencia de la imagen de la Virgen María sino toda una historia que ha habido de relación de la Virgen con los valencianos y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que se acercan aquí para pedirle y darle gracias”, según lo define monseñor Osoro, titular de la Diócesis de Valencia, que bendijo e inauguró el nuevo museo el pasado 8 de julio.

El Muma contiene más de un centenar de obras de arte y documentos “de gran interés sobre la historia de la imagen de la patrona de Valencia, de la Basílica y de su archicofradía”, que, fundada en 1414, está a punto de celebrar su 600º aniversario, según la museógrafa que se ha encargado de la selección de piezas, Mª Ángeles Gil. Entre ellas destaca el decreto del rey Fernando el Católico, firmado en Barcelona el 3 de junio de 1493, por el que la advocación de la Virgen recibió el título de Nuestra Señora de los Inocentes y de los Desamparados.

Igualmente, la muestra recoge una amplia representación pictórica –óleos, acuarelas, esmaltes, dibujos y aguafuertes– y escultórica de una de una Virgen de amplia y extensa iconografía, entre ellas, obras de Vicente Requena el joven, José Vergara, Jerónimo Jacinto de Espinosa, Vicente López, Bartolomé Mongrell o los más recientes Mariano Benlliure, Salvador Tuset y Ramón Estolz.

Precisamente, las obras más sorprendentes son el enorme  lienzo que fue telón del Altar Mayor de la Virgen en la Basílica, obra del pintor valenciano José Vergara (1726-1799), y la pintura de Vicente Requena El Joven Virgen de los Desamparados entregando las dotes a las doncellas huérfanas (1589), que representa la obra caritativa de la cofradía y que se instauró en 1537, un fenómeno medieval del que han aparecido cerca de 600 pergaminos de los siglos XV y XVI en el hueco de una pared de la Basílica de la Geperudeta –como se conoce en Valencia– durante las obras de intervención y restauración.

“Con ese dinero recibido por parte de mujeres sin padres ni herencias, las doncellas podían comprarse el ajuar de novia y ropa para la casa”, según describe José María Descals, presidente de la Fundació Mare de Déu dels Innocents i Desemparats, continuadora de la archicofradía. También se exponen distintas piezas de cerámica del siglo XV, halladas igualmente durante los trabajos de rehabilitación.

Un monumental marco

El Museo, que tiene su acceso por la puerta de la plaza de la Almoina, comprende el espacio del primer piso, que recae al interior de la nave principal de la iglesia, con vistas a ella a través de las actuales galerías o tribunas abiertas al óvalo del templo, que se une a la Catedral por el llamado Arco Novo. La sede del Muma –anexa a la Basílica inaugurada en 1667, y que hasta ahora se usaba como edificio de viviendas– es, según el rector de la Basílica, Juan Bautista Antón, un “monumental marco que presenta una importante colección artística que incorpora la arquitectura como un elemento más del planteamiento museográfico”. A la vez que define su objetivo como “dar a conocer al visitante el legado cultural y religioso reunido durante generaciones”.

Un legado que en el seno de la archicofradía comenzó a reunirse, sobre todo, a partir del siglo XVII, cuando la Virgen de los Desamparados, su cofradía y su capilla alcanzó una amplia producción artística. “En este coleccionismo radica el origen del Museo, con planteamientos actuales basados en la preservación, conservación y difusión de este legado”, según Antón, que define la colección expuesta como “una selección de lo más importante que conservamos, aunque queda una segunda parte, que se abrirá en 2012 en la galería recayente a la plaza de la Virgen”. De momento, alberga, en esta primera fase, un total de cuatro salas para la exposición de la muestra junto a las salas de entrada y de la archicofradía, que reúnen religiosidad, arte e historia.

Esta selección no solo expresa cómo se han ido transformando los gustos y maneras de entender la devoción mariana y su plasmación artística desde el Renacimiento hasta el Modernismo, sino que, además, son piezas entregadas a la archicofradía por feligreses y devotos como donativos y ofrendas, sobre todo durante los últimos cinco siglos. Hay desde tallas y mobiliarios a paneles cerámicos y distintas piezas ceremoniales como incensarios, custodias, mantos, textiles y rosarios.

En el catálogo de los fondos del Museo Mariano se incluye, además, la declaración pontificia de Juan XXIII que declara en 1961 a la Mare de Déu como la patrona de Valencia, así como la elevación de la capilla a rango de Basílica o acuarelas del siglo XVIII del perfil de la capilla o del retablo Mayor.

En la segunda fase, que será inaugurada a principios de 2012, se incluirán, entre otras piezas, un báculo pastoral de plata de monseñor José María García-Lahiguera, arzobispo de Valencia entre 1969 y 1978, que “seguro que va a gustar mucho a los fieles, sobre todo, ahora que ha sido declarado ‘venerable’ por el Papa”, según confesión de Antón, o elementos que muestran la extensa devoción mariana como capotes de toreros bordados con la imagen de la Virgen María, entre ellos, el que Enrique Ponce regaló recientemente a la Basílica.

En el nº 2.769 de Vida Nueva.

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