El Papa habla a Europa desde Berlín

JUAN RUBIO, enviado especial a BERLÍN | Benedicto XVI no pronunciará hoy la frase que pronunció Kennedy y que enardeció a los berlineses divididos por el Muro: Ich bin eine berliner. Obama lo repetiría en su visita previa a las elecciones que le dieron la presidencia en su inaudita campaña europea. Ratzinger no necesita decirlo. El es bávaro y eso lo saben muy bien en Berlín. Y como bávaro es católico. A un periodista le dijo en Polonia: “Bávaro y católico son dos cosas muy unidas, casi indisolubles”.

Aquí en la capital, con un porcentaje de católicos muy pequeño, poco más de seis por ciento, el Papa mantendrá una visita de carácter más oficial; mejor dicho semi-oficial, pese a que existe un Concordato entre Alemania y la Santa Sede. Parece como si la visita se hubiera planteado para poner voz a su mensaje europeista. Será el mismo de París, Londres y Praga, pero aquí sonará mejor en unos momentos en los que el Directorio Europeo está en manos de la canciller Merkell.

Sabe Ratzinger que lo que diga esta tarde en el Bundestag se escuchará. La crisis económica, unida a la crisis de valores; la inmigración en una ciudad que históricamente sabe de flojos migratorios; la idea de una Europa poco significativa en cuanto a territorio en el mundo pero muy significativa en influencia; el secularismo agresivo; la Ilustración y su curso en los últimos siglos…Juan Pablo II trazó vias políticas y diplomáticas que ayudaron a derribar el Muro, pero Benedicto XVI hablará de otros muros que en Europa se están levantando como una linea de sombra y que tienen el germen en una economía de mercado que atenta contra los derechos de las personas… Ratzinger viene al corazón de Europa, en la vorágine de la crisis, para darle alma a Europa. Es la clave de su mensaje.

Nadie quita el carácter religioso a este país en el que dos tercios de la población es cristiana, aunque católicos son entorno a 27 millones de los 81 que tiene el país tras la unificación. Es la cuna de la reforma y en las diócesis del norte el peso histórico protestante es elevado. Pese a todo, la iglesia católica viene manteniendo excelente relaciones con el gobierno y se va robusteciendo especialmente en campos como la enseñanza, la sanidad y los servicios sociales.

Los últimos casos de pederastia han supuesto para la Iglesia un duro golpe. Los obispos, a quienes el Papa recibió el abril del pasado año, ya pusieron en marcha la política de “tolerancia cero”. Ratzinger se encontrará discretamente con víctimas de los abusos como hizo en otras visitas.

Vuelve a su tierra y la prensa vuelve a mostrarle su más cruel rechazo. Der Spiegel es la punta de lanza con una desaforada campaña. No es extraño. La prensa berlinesa ha tenido siempre este eco ante todo lo que llega a un país no estructurado aún, con un federalismo palpitante. No cabe un discurso nacionalista como el de Juan Pablo II, al uso polaco (¡La Madre Polonia!) Aquí cabe un discurso de unidad europea más que de unidad alemana. Y aquí la estructura eclesial, muy centrada en las iglesias locales más que en los movimientos y nuevas realidades eclesiales, está en sintonía con el Papa, pese a algunas divergencias que se han ido solventando

A las diez y media de la mañana aterrizará en la terminal militar de Tegel norte el avión papal. Benedicto XVI llega por tercera vez a su país desde que fuera elegido sucesor de Pedro. Esta visita que ha incluido en Berlín una agenda de fuerte calado institucional y en donde se espera que pronuncie un significativo discurso, ha estado precedida de protestas, como viene siendo habitual en los viajes papales a las ciudades europeas, si bien están siendo muy poco significativas.

La presencia del Papa en el Bundestag esta tarde ha levantado interés. El presidente federal Christian Wulff y la canciller Angela Merkell recibirán al Papa en el aeropuerto y en sus respectivas residencias. También estarán políticos de alto nivel y la cúpula de la Conferencia Episcopal alemana presidida por el arzobispo Zollitsch. La representación española en la visita la ostenta el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mariah Rouco Varela que se incorporará esta tarde.

Los alrededores del Reichstag y de Bellevue han sido acordonados y aunque no se espera una masiva presencia de berlineses en las calles, será por la tarde en la celebración de la Misa en Olympic Stadium en donde acuda, según los organizadores más de ochenta mil personas que han confirmado su presencia. El elevado número ha hecho que se cambie el lugar de la celebración eucarística.

El Berlín oficial recibirá a uno de sus hijos más universales; el Berlín real se muestra escéptico; el Berlín protestante está pendiente del discurso ecuménico, como la comunidad judía, muy sensible en esta ciudad en Erfurt y el Berlín católico esta exultante de ver al sucesor de Pedro en el corazón de una ciudad ligada a la reforma y que tiene su centro espiritual en la catedral de Sal Isaac en la Isla de los Museos.

El papel que Alemania está jugando en la política económica europea; el lugar de la religión en una Europa secularizada y aspectos relacionado con la recuperación del concepto de Europa serán las claves de un discurso que dará que hablar y que se enmarcará en el elenco de discurso europeos del papa más europeo de los últimos siglos.

CRÓNICAS DEL ENVIADO ESPECIAL

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