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Una nueva oportunidad para el Evangelio


Una obra editada por Philippe Bacq y Christophe Theobald (eds.) (Desclée De Brouwer, 2011). La recensión es de Xavier Quinzà, SJ.

Una nueva oportunidad para el Evangelio. Hacia una pastoral de engendramiento

Editores: Philippe Bacq y Christophe Theobald

Editorial: Desclée De Brouwer

Ciudad: Bilbao

Páginas: 272

XAVIER QUINZÀ, SJ | La metáfora es, sin duda, muy atrevida. Comparar el surgir de la fe en una persona con el acto de “engendrar” una nueva vida por una pareja humana es también muy sugerente. ¿Qué otro acto se encuentra más próximo al suscitar la fe que el de engendrar? Suscitar la fe es suscitar la vida, es nacer a una nueva identidad, y solo Dios la puede engendrar en el ser humano.

Este libro múltiple en enfoques consigue ir configurando una imagen de conjunto muy orgánica y estimulante. Uno se puede orientar desde principio a fin: abre el conjunto un trabajo de Philippe Bacq, un veterano del Instituto de Pastoral Lumen Vitae (Bruselas), en el que se sitúa la novedad de la propuesta en el transcurrir de los diferentes modelos pastorales de los últimos 40 años. Para llegar a la “pastoral de engendramiento”, hemos ido pasando sucesivamente por muchos y variados enfoques.

La afirmación de uno de sus autores, Christophe Theobald: “La pastoral es el arte de engendrar conciencias”, en el sentido de que ayudamos a cada persona a encontrar en sí misma su propia verdad, nos aporta una cierta aclaración sobre lo que se pretende. Pero vuelve una y otra vez la cuestión: solo Dios puede engendrar a alguien para que comparta su Vida.

Es una nueva perspectiva, un cambio de mirada, porque ya no se trata de “transmitir” o ni siquiera de “proponer” la fe en nuestra cultura, sino de dilucidar por qué caminos llega Él a cada persona de nuestro tiempo y le invita a nacer a la vida. Una pastoral de “proposición”, y mucho menos aún una pastoral de “encuadramiento”, resulta problemática. Sugiere una iniciativa que parte de la Iglesia y se dirige a la sociedad de un modo unidireccional. Como si se tratase de algo acabado y cerrado. Adquiere un alto valor de testimonio, pero no alcanza al diálogo.

Momento favorable

Es una oportunidad para el Evangelio, porque se trata de una nueva ocasión de percibir la invitación de Dios y de disponerse a ella. Es fruto, a la vez, de un don de lo alto y de una forma de acoger el don en desprendimiento: porque se trata de acoger el don, algo que es regalo y luz. Se trata de percibir y aceptar una Presencia que nos invita y se nos regala.

Es una fuerte convicción de los autores de este libro que la coyuntura actual es una nueva oportunidad. En la obra se despliega una perspectiva innovadora respecto al análisis y valor de la cultura del tiempo presente, en cómo se concreta y explicita. Lo que claramente deja entrever es que la nueva oportunidad no es ajena a los bloqueos con los que la fe cristiana se encuentra debido a los procesos de secularización, incluso de la “exculturación” de las mismas raíces del cristianismo en la cultura europea del momento.

Pero en lo que insisten no es en una perspectiva que focalice su atención en la crisis de valores o en los aspectos pesimistas y negativos de nuestra cultura. Tras un riguroso análisis, se afirma que el “hoy” favorable para la evangelización no ha pasado de largo en nuestro tiempo. Podemos diseñar un mapa que nos haga descubrir los lugares donde mana de manera abundante la fuente bíblica, y donde podamos aprender de nuevo el discernimiento en el camino del modo en que ha sido capaz de traspasar las fronteras culturales en cada “aquí” y “ahora”. Los autores aceptan el reto y se proponen verlo como una oportunidad para la nueva evangelización.

La propuesta nos remite al origen de la evangelización en los tiempos de la primera Iglesia. En realidad, la pregunta más inquietante es: ¿qué pasa entre Dios y el ser humano, qué caminos recorre para llegar a cada uno, a qué transformación de su Vida nos invita?

La relación de “engendramiento” siempre será triangular. Supone un diálogo que se instaura entre el que inicia y el iniciado, pero, evidentemente, reconoce y sitúa la presencia de Dios en el corazón de ese diálogo que se instaura. El reto está en discernir cómo el mismo Dios está actuando en los hombres y mujeres de nuestra cultura.

Dios nos engendra a su propia Vida porque se manifiesta en la existencia cotidiana en su deseo de reinar en el mundo, desde los valores del Evangelio confesados y vividos. Los engendra para el reinado de Dios, lo que comporta una manera de vivir sus relaciones con los otros y con la entera sociedad y cultura en la que viven.

Estos hombres y mujeres alcanzados por la Palabra, que somos nosotros, siguiendo a Jesús lo engendran progresivamente en una identidad nueva; un Jesús que llega a ser, así, el Iniciador y Consumador de la fe, el que les congrega y les envía.

La cuestión no es saber si podemos interpretar los efectos de la modernidad sobre la Iglesia a partir de la fe, sino sobre los modos y motivaciones de tal interpretación, ya que la fe cristiana se ve afectada de muchas maneras por los cambios que sufre nuestra cultura. No hay anuncio del Evangelio que pueda dejar de lado la respuesta del destinatario, ya que de eso se trata: de adherirse con todo el ser a la Palabra de la fe en cada contexto histórico en el que nos situemos. Se trata de hacer más bien una “lectura sapiencial” del momento histórico que vivimos y, sin ningún tinte apocalíptico, volver a retomar la confianza absoluta en el Señor de la vida y de la historia.

Estamos convencidos de que Dios invita a todos a la salvación, a llevar una vida según las bienaventuranzas y, en este contexto, dejamos en cada uno y en cada una la ocasión de una total respuesta a la fe. Es decir: que una pastoral de engendramiento es una nueva perspectiva y oportunidad para el Evangelio.

En el nº 2.768 de Vida Nueva.

Actualizado
16/09/2011 | 13:43
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