Obispos de Bolivia, Chile y Perú, unidos frente al narcotráfico

Los episcopados de la región analizan en Santiago algunos desafíos de sus países

R. GREBE. LA PAZ | Los obispos de Bolivia, Chile y Perú manifestaron su aflicción por el crecimiento del narcotráfico en la región y la amenaza que representa para la juventud de sus países, desveló el presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, cardenal Julio Terrazas, a su vuelta de Santiago de Chile, donde se reunieron a principios de este mes de septiembre los miembros de los consejos permanentes de las conferencias episcopales de los tres países, para reflexionar sobre diversos problemas que afectan a los católicos de la zona.

Estos encuentros se realizan periódicamente, bajo el impulso del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), entre países fronterizos y que comparten realidades comunes.

Entre los temas abordados durante las dos jornadas de intercambio en la sede de la Conferencia Episcopal de Chile, figuró la situación de los migrantes, recordó el arzobispo de Santa Cruz. Y es que se trata de uno de los fenómenos con mayor presencia en el continente, como apuntó el arzobispo de Trujillo y presidente de la Conferencia Episcopal de Perú, Héctor Miguel Cabrejos. También tuvieron oportunidad de analizar “la realidad del narcotráfico, que, lamentablemente, continúa creciendo, amenazando especialmente a nuestros jóvenes y rebajando el nivel ético de nuestras sociedades”, puede leerse en la declaración conjunta dada a conocer al término del encuentro.

Durante la cita, que sirvió para “compartir nuestras labores pastorales nacionales y las preocupaciones y problemas desde las jurisdicciones que nos toca apacentar” –reconoció Terrazas–, los prelados de los tres países aseguran haber “avanzado en la percepción mutua de nuestras sociedades y los problemas históricos que nos separan”. Y, en este sentido, se comprometieron a aunar esfuerzos para que, “principalmente en nuestras universidades católicas, se vayan profundizando estos temas y contribuyamos a encontrar soluciones justas y satisfactorias para todos”.

Así, de cara a cuestiones pendientes en la historia, como el centenario del conflicto del enclaustramiento de Bolivia o los diferendos limítrofes entre Chile y Perú, los participantes anhelaron “que nuestras autoridades dialoguen con serenidad en busca de salidas pacíficas a estos problemas”.

El texto conclusivo destaca, asimismo, otros puntos de interés en la agenda episcopal. “Hemos vuelto a recorrer los rostros de la pobreza y los problemas que afligen y hacen sufrir a nuestros pueblos, como el cambio climático, que empeora la ya difícil situación de los más pobres y las enormes desigualdades sociales, que aumentan entre nosotros y son causa de preocupación para la Iglesia”, señala más adelante su pronunciamiento.

De igual manera, los firmantes se duelen por “la situación de tantos hermanos que no encuentran un empleo digno y viven del trabajo informal, sin reconocimiento de sus derechos sociales, ni la dignidad personal que proporciona el trabajo remunerado y justo”.

Mensaje común

El primer encuentro de este tipo tuvo lugar en Iquique (Chile) en 2000, después se celebró en Santa Cruz (Bolivia) en 2003, más tarde en Lima (2006) y ahora ha vuelto a Chile, aunque siempre fiel a su propósito inicial. “La Iglesia en América Latina tiene una herencia y un mensaje que es común, que va más allá de nuestras fronteras –recordó el presidente del Episcopado anfitrión, el salesiano Ricardo Ezzati–. Como obispos de América Latina, hemos renovado en Aparecida nuestra opción preferencial por los pobres en todos los sentidos y, por consiguiente, también este encuentro quiere reforzar nuestra opción al servicio de los pueblos, especialmente, en la integración de nuestros tres pueblos de Chile, de Perú y de Bolivia”.

El cardenal Terrazas, por su parte, agregó que esta nueva convocatoria es “la manera de estar hermanos y amigos juntos para poder, en primer lugar, escuchar la Palabra del Señor y también sentir la palabra de nuestros pueblos. Y como somos responsables de las conferencias episcopales de Perú, Bolivia y Chile, queremos realmente reforzar nuestros compromisos, hacernos cada vez más servidores de nuestros pueblos, lo que nos ayuda en un intercambio directo y fraterno sin mayores complicaciones”.

En el nº 2.768 de Vida Nueva.

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