Juan Pablo II vuelve a México

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Apenas tres meses después de su elección, en enero de 1979, Juan Pablo II viajó a Puebla (México) para participar en la III Asamblea del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en el que sería el primero de sus innumerables viajes por todo el mundo. Treinta y dos años después, y seis desde que falleciera, las reliquias del beato, acompañadas de numerosos objetos ligados a él (como su figura de molde, tomada antes de su entierro), peregrinan por todo el país, despertando la misma pasión y admiración que entonces.

El periplo de las reliquias (una muestra de su sangre), que comenzó el 25 de agosto en la basílica de Guadalupe y concluirá el 15 de diciembre, ha sido seguido ya por varios miles de personas en cada uno de los lugares que ha atravesado. Un momento especialmente significativo se dio el 5 de septiembre, en su llegada a la catedral metropolitana, en Distrito Federal, donde fue recibida por el arzobispo primado de México, el cardenal Norberto Rivera, y el arzobispo Carlos Aguiar, presidente del CELAM y del Episcopado mexicano.

Aguiar se refirió a Juan Pablo II como un “profeta centinela”, destacando cómo el magisterio del hoy beato, en sus encíclicas, ha iluminado a los católicos de todo el mundo.

Respecto a sus compatriotas, señalando al actual contexto de violencia que azota buena parte del país, el arzobispo dijo esperar que su modelo sirva para que “México rectifique y vaya en el camino de la cultura de la vida, que supere la cultura de la muerte, que superemos estas situaciones de agresión, de violencia y de corrupción generalizada”.

En el número 2.767 de Vida Nueva

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