Las diócesis esperan abundantes frutos de la JMJ

El balance del encuentro de Madrid: el éxito de una gran fiesta de la fe

Más de 40.000 personas asistieron a la misa del 13 de agosto en Barcelona

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | No cabe duda de que un acontecimiento de la envergadura de una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), debía tener unos ecos proporcionales. En los días siguientes a la clausura de la celebrada en Madrid, la reacción ha sido de gran satisfacción en las diócesis. Han sido numerosos los obispos que se han pronunciado sobre los, a su juicio, primeros frutos del encuentro mundial de los jóvenes con Benedicto XVI. [Siga aquí si no es suscriptor]

Uno de los más entusiastas ha sido el prelado de Ciudad Real, Antonio Algora, en su última carta pastoral: “Nuestras vidas ya no son las mismas que cuando empezamos a hablar de que el Papa venía a Madrid”. Y es que, pese a la vuelta “a la cruda realidad de una sociedad nerviosa y crispada porque no hay dinero o, si lo hay, se nota más que está muy mal repartido”, los católicos “queremos, ¡debemos!, acoger todo lo que el Espíritu Santo y nosotros hemos oído y sentido, y desde lo más profundo de nuestro corazón, proyectarlo y comunicarlo a los demás”.

En definitiva, “volvemos, sí, a la realidad de nuestros ambientes familiares y sociales, pero ya acompañados de nuestras experiencias. Vivencias que van a seguirse alimentando de las cosas que el Papa nos ha dicho en Madrid y del sabor que tiene la ‘reunión’ de los bautizados”.

“Muy impresionado” se ha mostrado el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, quien acompañó a unos 20.000 diocesanos que se desplazaron hasta Madrid. En una misiva pública, Asenjo ha destacado la conexión del Papa con los jóvenes: “Desde el primer momento se ha establecido entre los jóvenes y Benedicto XVI una comunión profunda nacida de la fe y acrecentada por la sencillez, la humildad, la alegría y la autenticidad del Papa en sus gestos y en el mensaje hermosísimo que ha sembrado en Cibeles y en el campo ancho y dilatado de Cuatro Vientos”.

Misa durante los Días en las Diócesis en Salamanca

El prelado, quien se admira de la “alegría honda, desbordante y compartida” evidenciada por los jóvenes, destaca principalmente “el clima intensa y serenamente religioso”, como se pudo apreciar en “el silencio impresionante de la adoración eucarística de la noche del día 20”.

El silencio de Cuatro Vientos

Ese instante, el de la adoración de la Sagrada Forma en la Vigilia en Cuatro Vientos, es visto por muchos como uno de los momentos centrales de la JMJ. El hasta este martes 30 obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos, ha destacado el “impresionante” silencio por unos “jóvenes que se mantuvieron en sus sitios a pesar de la lluvia y el viento”.

Para Ceballos, la experiencia de Madrid “ha sido un laboratorio de santidad y fe” en el que se ha visto “cómo cerca de dos millones de jóvenes, representando a casi todas las naciones del mundo, han confesado sin disimulo su fe en Jesucristo, con inmensa alegría, con profunda sinceridad y sin responder a inicuas provocaciones”.

Respecto a las críticas contra el viaje papal, Ceballos defiende que Benedicto XVI “no entró en política”, sino que su mensaje es válido para todos, creyentes y no creyentes: “El Papa ha recordado que cuando el hombre rechaza a Dios tiene la tentación de ocupar él mismo su sitio, con las nefastas consecuencias que la historia, pasada y presente, nos muestran”.

Por otro lado, en sus intervenciones, el Papa “siempre ha resaltado que la fe nos lleva al ejercicio de la caridad con los más desfavorecidos”. De ahí que sea muy importante el que los jóvenes “hayan transmitido fe y esperanza a esta sociedad, a veces cansada, desorientada y sin ilusión”.

En un comunicado, el obispo de Huelva, José Vilaplana, ha destacado el carácter festivo, desde diferentes perspectivas, de la jornada. Primero, como “una gran fiesta de la fe”, que “no es simplemente una juerga, sino celebrar algo con sentido, algo que tiene importancia en la vida”. A juicio de Vilaplana, “los jóvenes han sabido intuir que el personaje más importante de esta fiesta es Jesucristo”. Del mismo modo, ha sido “una gran fiesta de la fraternidad universal, ya que jóvenes de distintas razas, culturas y pueblos se sentían parte de una misma realidad, la Iglesia”.

Finalmente, “también ha sido una gran fiesta del futuro”. Y es que, aunque “vivimos en una sociedad en la que los jóvenes muchas veces aparecen relacionados con noticias negativas”, la vivida en Madrid ha sido “una buena noticia porque es posible ser joven y respetuoso con la sociedad; es posible ser joven y comprometido, y ahí está el ejemplo de tantos miles de voluntarios”.

El mismo día en que concluía la JMJ, el arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, Joan-Enric Vives, hacía pública una carta pastoral en la que ensalzaba el valor de un encuentro de este tipo: “Cada JMJ es una experiencia extraordinaria de una Iglesia amiga de los jóvenes, que tiene la vida del Espíritu en su interior, que da frutos de servicio y de amor, que alaba a su Dios con fuerza. Una Iglesia que participa de los problemas de estos jóvenes, porque los conoce, una Iglesia que se pone al servicio de las generaciones jóvenes. La JMJ de Madrid ha sido y es en estos días una experiencia de Iglesia universal única, una Iglesia joven, llena de entusiasmo y empuje misionero”.

Granada también fue una de las decenas de sedes de los Días en las Diócesis previos a la JMJ

Algo que Vives encuentra necesario en los jóvenes, “especialmente en nuestra vieja y fría Europa, tan secularizada y laicista. Necesitan particularmente todo esto, ver que no están solos, que son muchos los que creen y están entusiasmados por seguir a Cristo, que los adultos y los sacerdotes y obispos están con ellos (…) Los jóvenes y los no tan jóvenes necesitamos sentir que formamos una familia, la familia de los hijos de Dios; necesitamos identidad y fraternidad”.

Ese mismo domingo 21, el cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, pedía a todos los católicos que rezaran “por los frutos de la JMJ de Madrid, los frutos de la vida cristiana en los jóvenes, los frutos de la renovación pastoral de la juventud en nuestras diócesis y los frutos también de vocaciones sacerdotales y religiosas para el futuro de la Iglesia”.
Otras diócesis, como Getafe y Alcalá de Henares, han convocado respectivas celebraciones de acción de gracias con el fin de que fructifiquen los dones recibidos y que culminen los muchos que aún se esperan.

Planes pastorales con sello juvenil

Los primeros frutos de la JMJ se están empezando a ver de un modo práctico en diócesis como Valencia, donde el arzobispo Carlos Osoro ha anunciado el impulso de un nuevo proyecto evangelizador inspirado en el encuentro de Madrid. Por un lado, sus líneas principales saldrán de los discursos y homilías pronunciadas esos días por Benedicto XVI. Y, por el otro, será protagonizado por los mismos jóvenes.

La idea es que el plan entre en vigor ante el inicio del presente curso, integrándose en el Itinerario Diocesano de Renovación (IDR), con vigencia hasta 2014. Tal y como explicó la semana pasada Osoro, la iniciativa “ha sido propuesta también por muchos jóvenes con los que he hablado estos días y que quieren responder ya a la llamada del Santo Padre para dar testimonio de lo que han visto y oído, y anunciar a Jesucristo”.

Muy satisfecho, el arzobispo se congratula de que los jóvenes quieran aplicar cuanto antes las palabras del Papa, conteniendo estas “mensajes con palabras clave fundamentales y muy necesarias para los jóvenes, pero también para la sociedad actual: alegría, esperanza, presente alentador, sin miedos al futuro y confianza en una juventud que se entrega”.

En el nº 2.766 de Vida Nueva.

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