Jabi Marquinez: “La Biblia también es un libro histórico y etnográfico”

Autor de ‘La Biblia. Primer tratado de Viticultura y Enología’

Texto y fotos: VICENTE L. GARCÍA | Pese a que no siempre le gustó el vino, desde los 12 años Jabi Marquinez tuvo clara su vocación: “De mayor quiero ser enólogo”. Y lo cierto es que el fruto de la vid ha acabado siendo un elemento importante en su vida. Como también lo ha sido la Biblia, en la que profundizó desde el día de su boda, cuando el sacerdote le regaló un ejemplar. Como ávido lector, Jabi fue ojeando aleatoriamente y descubrió poco a poco la cantidad de veces que en el Libro de los Libros se hace referencia a los elementos de interés para un enólogo.

Así que, lo que empezó como un “entretenido rastreo de pasajes con referencias enológicas” acabó convirtiéndose en un serio estudio, original y reconocido en su género. Hasta el punto de que La Biblia. Primer tratado de Viticultura y Enología ha obtenido el prestigioso premio Gourmand World Cookbook Awards y, actualmente, está elaborándose su edición en inglés para los Estados Unidos.

Jabi admite lo presuntuoso del título, ya que “la Biblia no fue escrita con ese propósito, pero, como también es un libro histórico y etnográfico, describe diferentes tradiciones, ritos y métodos de la época. Es así como apreciamos la gran importancia del vino en la sociedad de entonces, pues está presente en numerosos pasajes. Hay mucha información, mezclada y sin un orden lógico, pero ahí está, no hay más que buscarla. Hasta bien entrado el siglo XX, cualquier agricultor normal de España tenía más fácil acceso a la Biblia que a cualquier otro libro sobre el tema, que, aunque los había, eran difíciles de encontrar, resultaban caros y la mayoría de las veces estaban en francés”.

En las poco más de cien páginas del libro, se recogen los respectivos textos bíblicos y los comentarios del autor destacando las numerosas anécdotas que ha encontrado. Para él, son muchas las situaciones ligadas al vino que aparecen en la Biblia y que mueven a la curiosidad del lector interesado: “Firmaban escrituras y tenían mojones, pero ya los pícaros se dedicaban a moverlos… También se daba que el que había plantado una viña quedaba exento de ir a la guerra hasta disfrutar del vino. En esa época, había bodegueros y también sumilleres. Los temporeros solían ser pobres y extranjeros”.

Respecto al milagro de la conversión del agua en vino y de la más sencilla conversión a la inversa, Jabi comenta: “Que se sepa, solo Jesucristo convirtió el agua en vino. Después de la piedra filosofal, pienso que este ha sido el milagro más buscado por los hombres a lo largo de la historia, pero es imposible. El vino está formado por más de un 80% de agua y ya van descubiertos más de 1.000 compuestos distintos en su configuración. Por otro lado, ‘bautizar el vino’ ha sido una práctica habitual hasta hace poco tiempo. Incluso en el Código de Hammurabi se describen penas para este fraude. En la actualidad, se detecta con un simple análisis rutinario, así que, gracias a Dios, está en desuso”.

Relación con otras religiones

Además del cristianismo, este enólogo siempre ha sentido una gran curiosidad por la relación del vino con las religiones en general, preocupándose por su estudio: “En el islam, su influencia es clara: su paraíso para los hombres piadosos está lleno de ríos de vino. En el judaísmo, el vino es uno de los pilares de sus ceremonias. Por eso es tan importante para ellos y son tan estrictos en la elaboración de los vinos Kosher”.

Se da la circunstancia de que las Bodegas Castillo de Sajazarra, en las que trabaja Jabi, son de las pocas bodegas en España que elaboran vino Kosher para la comunidad judía, respetando su estricto protocolo de elaboración. Es así como una vocación surgida en la infancia se concreta para el beneficio de los demás.

EN ESENCIA

  • Un libro: El nombre de la rosa.
  • Una canción: Imagine, de John Lennon.
  • Una bebida: el vino, por supuesto.
  • Un deporte: montañismo.
  • Un lugar en el mundo: para vivir, Vitoria. Para perderse, Menorca o La Palma.
  • Una persona: dos: mi hija Irati y mi mujer, María José.
  • Un recuerdo de infancia: mi madre preparándome pan con vino y azúcar para merendar.
  • Un deseo frustrado: dar la vuelta al mundo como viajero, no como turista, sin prisa. Espero hacerlo algún día.
  • Un valor: la sinceridad.
  • Me gustaría que me recuerden por… contribuir a construir un mundo mejor, donde ser una buena persona sea un más y no un menos.

En el nº 2.766 de Vida Nueva.

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