“Este camino requiere valentía y autenticidad”

El Papa confirma a Juan de Ávila como Doctor durante la Misa con seminaristas

Los obispos concelebraron con el Papa en la Almudena

JOSÉ LUIS CELADA | La Catedral de la Almudena y su explanada contigua se convirtieron, desde primeras horas del sábado 20 de agosto, en un “inmenso cenáculo” donde cerca de 4.500 seminaristas de todo el mundo disfrutaron de la “cercanía del Papa” –como reconocían varios asistentes– y pudieron compartir con él la celebración de la Eucaristía. Tras el baño de masas de la tarde anterior en la Plaza de Cibeles y sus aledaños, no pocos pensaron que, en este encuentro con los jóvenes candidatos al sacerdocio, Benedicto XVI recuperaría cierta intimidad y sosiego antes de afrontar los momentos culminantes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cuatro Vientos.

Sin embargo, todo lo que se vivió dentro y fuera del templo durante las horas siguientes acabó desbaratando tales presagios. Una animosa audiencia afrontó la espera y la creciente temperatura de la mañana entonando conocidos cánticos y otras cantinelas propias de estas citas, en un ambiente de comunión que ponía de manifiesto la “gran alegría” con que algunos, como el vietnamita Francisco Javier Phuc, seminarista de Segorbe-Castellón, viven “el camino de formación sacerdotal”.

Otros, como el colombiano Norberto, seminarista de Burgos, se mostraban también deseosos de aprovechar la oportunidad para brindarle al Papa “palabras de ánimo después de las protestas de estos días, y decirle que estamos con él”.

El Papa con un joven seminarista

Este clima de calidez fue ganando enteros a medida que las pantallas gigantes instaladas en el exterior de la catedral mostraban cómo el papamóvil procedente del Parque del Retiro, donde Benedicto XVI acababa de confesar a varios jóvenes, se aproximaba a la  madrileña calle de Bailén. Los “vivas” al Pontífice iniciales fueron entonces in crescendo hasta multiplicarse en aclamaciones a la Iglesia, a Cristo Rey o a las vocaciones. Con el incesante repique de campanas, “la juventud del Papa” (otro de los “gritos de guerra” de la JMJ) prorrumpió en aplausos cuando el esperado visitante hizo acto de presencia.

Pasadas las diez de la mañana, dio comienzo la Eucaristía con unas palabras de bienvenida del cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, en las que agradeció a Benedicto XVI su Carta a los seminaristas del pasado año, un texto donde apela a la “santidad sacerdotal” como itinerario formativo para los candidatos a este ministerio. Una breve alusión del también presidente de la Conferencia Episcopal Española a san Juan de Ávila, patrono del clero español, suscitó de inmediato el aplauso entusiasta de los miles de asistentes, muchos de los cuales quizá sospechaban ya lo que sucedería al término de la Eucaristía.

Respeto y afecto

Tomó el testigo de este saludo un seminarista, que, en nombre de sus compañeros, mostró su “respeto, afecto y devoción al Vicario de Cristo en la tierra”, antes de felicitarle por los 60 años de vida sacerdotal celebrados recientemente. Un largo camino de entrega y servicio al Señor y a sus hermanos de cuyas vivencias echó mano, sin duda, Joseph Ratzinger durante la profunda homilía que pronunció poco después.

A cuantos aspiran a “ser sacerdotes de Cristo para el servicio de la Iglesia y de los hombres” y anhelan “presidir en su nombre los misterios de la salvación”, el Papa les pidió “valentía y autenticidad” para seguir su camino, y les llamó encarecidamente a “ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar”.

Invitados a ser “compañeros de viaje y servidores de los hombres”, Benedicto XVI instó a los futuros presbíteros a vivir sus años de preparación con “silencio interior, permanente oración, constante estudio y una inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia”.

No ocultó el Sucesor de Pedro, sin embargo, las dificultades de este proceso, sobre todo las de “un entorno en el que se pretende excluir a Dios”. Son los problemas de cada época, “pero Dios –recordó confiado– da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos con amor y realismo”.

Cientos de fieles se agolpaban en la explanada de la Catedral

A ejemplo de Jesús, que vivió “su caridad hasta el extremo para con todos”, el Papa animó a los seminaristas a que le pidan al Señor que les enseñe a “estar cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad”. Un reto que exhortó a vivir “sin complejos ni mediocridad”, solo conscientes de que “la tarea en la que el sacerdote ha de gastar su vida” es la de “configurarse con Cristo”, que “se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima”. Y, proponiendo como modelo al Maestro Ávila, alentó a los participantes a que su comportamiento contribuya a la edificacición de sus hermanos.

Concluida la celebración, Benedicto XVI acudió al palacio arzobispal de Madrid, donde el cardenal Rouco le invitó a almorzar coincidiendo con su 75 cumpleaños.

San Juan de Ávila, próximo doctor de la Iglesia

Al término de la Eucaristía, Benedicto XVI procedió a anunciar una noticia que no por esperada desató menos entusiasmo entre los participantes. Acogiendo los deseos del presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), cardenal Antonio María Rouco Varela, y de los demás obispos españoles, así como de un gran número de prelados de otras partes del mundo y de muchos fieles, el Papa proclamó: “Declararé próximamente a san Juan de Ávila, presbítero, Doctor de la Iglesia universal”.

Tras el aplauso unánime y prolongado de los asistentes, el Sucesor de Pedro encomendó a la intercesión del patrono del clero español a pastores, presbíteros y seminaristas, con  el deseo de que “la palabra y el ejemplo” del próximo doctor “iluminen a los sacerdotes y a aquellos que se preparan con ilusión para recibir un día la Sagrada Ordenación”.

El anuncio, que se produjo en presencia de las reliquias del santo –trasladadas al templo madrileño desde Montilla (Córdoba) para ser veneradas durante esta JMJ–, fue correspondido de inmediato por el cardenal Rouco. En nombre de la Iglesia española, el presidente de la CEE agradeció al Papa esta gran noticia y añadió que solo esperan conocer la fecha de la declaración para acudir a Roma a dar las gracias.

En el nº 2.765 de Vida Nueva.

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