El Papa invita a los jóvenes católicos a ser “alternativa válida” en la sociedad

Multitudinaria fiesta de acogida en Alcalá y Plaza de Cibeles

El papamóvil a su paso por la Puerta de Alcalá

FRAN OTERO | Madrid recibió a Benedicto XVI con una emoción y un cariño que tardarán en olvidarse. Multitudes de todas las naciones inundaban las calles a pesar del intenso calor. Para la historia, y  como signo más visible, permanecerá el olivo que plantó nada más cruzar la Puerta de Alcalá, gesto emblemático como habían sido previamente el recibimiento en el Rhin, en Colonia 2005, o en la bahía de Sydney, en 2008.

La imagen de la Puerta de Alcalá, así como el Palacio de Correos en la Plaza de Cibeles se han hecho un hueco en la retina y en el corazón de los jóvenes, del mismo modo que las palabras del Pontífice que, una vez más, se han convertido en un leimotiv en perfecta sintonía con el tema de la jornada: ‘Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la Fe’.

Benedicto XVI, a su llegada a la Plaza de Cibeles

Así, pidió a los jóvenes que sean “una alternativa válida” al mundo de hoy, una alternativa al pesimismo, al egoísmo, a la vida sin Dios. Palabras que resuenan con más fuerza en un momento histórico, el que vivimos, marcado por la crisis económica, sin duda, consecuencia de una crisis más profunda.

Que Cristo arraigue

Pero para poder llevar a cabo esta misión, el Papa recalcó la necesidad de que la Palabra de Dios “llegue a su corazón, arraigue en él y fragüe toda su vida”, de que imiten a Cristo    –en su humildad, misericordia, limpieza de corazón y paz…–, porque “cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan vacío y la frustación tras de sí”.

En un discurso breve, que los jóvenes escucharon con un respetuoso silencio y atención, Benedicto XVI continuó marcando el camino que deben seguir los jóvenes católicos, ofreciendo la clave para una vida “sólida y estable”: Cristo. Si así lo hacen, les aseguró que proyectarán la luz de Cristo sobre sus coetáneos y sobre toda la humanidad, “mostrando una alternativa válida a tantos como se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes”. “A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos”, añadió.

El alcade Ruiz Gallardón entrega las llaves de la ciudad al Papa

En este punto, el Papa denunció uno de los males del ser humano, y que no es más que creerse dioses y pensar no necesitar de más raíces ni cimientos que uno mismo, palabras que tuvieron un gran eco mediático y generaron polémica. La reflexión del Pontífice continuó: “Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento”. Por eso, insistió en la importancia de no sucumbir ante estas tentaciones porque “conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios”.

 

“Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la creación”, explicó.

Quiso explicar el Pontífice que Dios busca “un interlocutor responsable, alquien que pueda dialogar con Él y amarle”. Algo que no es imposible. Benedicto XVI aseguró a los jóvenes que a través de Cristo se puede conseguir y que, arraigados en Él, se refuerza la libertad. “¿No es este el gran motivo de nuestra alegría? ¿No es este un suelo firme para edificar la civilización del amor y de la vida, capaz de humanizar a todo hombre?”, se preguntó.

El camino a seguir

Pero el Papa, como buen profesor y guía en la fe, muestra el camino a seguir, un camino en el que nada puede hacer temblar, un camino de paz: “Queridos amigos, sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo”. El resultado será una alegría contagiosa, un interés por el secreto de una vida y el descubrimiento de que quien sostiene esa vida es la persona misma de Cristo. Es la clave que, una y otra vez, ha repetido a los jóvenes durante los días que estuvo en Madrid.

Momentos antes, en la Puerta de Alcalá, el Papa dejó en un breve saludo una de esas frases que llenan titulares y que llevan hasta donde esté el foco mediático internacional. “Hoy es también la capital (por Madrid) de los jóvenes del mundo y donde toda la Iglesia tiene puestos su ojos”.

Ambiente completamente festivo en Cibeles

Una de las personas más felices durante esa celebración fue el cardenal arzobispo de Madrid y presidente del Episcopado, Antonio María Rouco Varela, anfitrión de la JMJ, y que, radiante, fue testigo privilegiado de los pasos que iba dando Benedicto XVI a su llegada a Madrid. “¡Bienvenido, querido Santo Padre! ¡Gracias desde lo más hondo del corazón! ¡Madrid y España, la Iglesia y la sociedad os acogen con las puertas de sus hogares y de sus corazones abiertas de par en par”, le dijo.

Fue un primer contacto del Papa con la JMJ, y todo ya era un éxito. Lo demostraron los jóvenes con sus cánticos, su bailes, su alegría, su tolerancia… y demostrando que ser moderno y creer en Dios no está reñido, que la fe se propone y no se impone, que no han venido a conquistar, sino a ser luz y esperanza.

En el nº 2.765 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva

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