El cardenal Maradiaga llama a los jóvenes a portar “la antorcha de la fe” lejos de la JMJ

Catequesis del salesiano hondureño en la Parroquia Nuestra Señora de Europa

El cardenal Maradiaga en la catequesis de la JMJ 2011

Texto y fotos: JOSÉ LUIS CELADA | Totalmente “desbordados”. Así se han visto hoy los sacerdotes y voluntarios encargados de acoger a los jóvenes peregrinos que llegaban hasta la Parroquia Nuestra Señora de Europa, en el distrito madrileño de Arganzuela, para participar en la primera de las tres catequesis que impartirá a lo largo de esta Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Cáritas Internationalis.

Aunque ayer martes fue un día largo e intenso, no eran todavía las diez de la mañana de este soleado 17 de agosto cuando cientos de chicos y chicas confluían desde calles y bocas de metro hacia el número 23 del Paseo del Doctor Vallejo Nájera, entre cánticos a María y tonadas que llevan camino de convertirse en casi un himno: “Somos adictos al papa Benedicto”.

Siempre con un derroche de alegría y buen humor que hacía de cualquier despiste un motivo para improvisar nuevas melodías: “Media vuelta, oé; media vuelta, oé”.

Jóvenes participantes en la catequesis del cardenal hondureño

Extravíos al margen, hasta los menos madrugadores habían recalado en el templo a la hora convenida. Y allí, sentados en los bancos o en el suelo, de pie o de rodillas, casi un millar de jóvenes formaban un mosaico de colores y procedencias digno de admirar.

A la espera del purpurado salesiano, hubo tiempo para las presentaciones: la de sus compatriotas hondureños, los ecuatorianos, argentinos o chilenos; también la de los checos, rumanos o franceses; sin olvidarse, por supuesto, de los muchachos y muchachas venidos de Galicia (los de Foz, en Lugo, con su Virgen del Carmen), de Andalucía (Granada, Sevilla, Málaga…); el nutrido grupo del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), de la Familia Calasancia o de la gente de Cáritas.

“Escuchad la Palabra y ponedla en práctica”

Tras un animado preámbuloLas Mañanitas incluidas–, tomó ya el testigo el propio cardenal Maradiaga con otro canto que le serviría como arranque e hilo conductor de toda su intervención: Que cada uno con lo que ha recibido se ponga al servicio de los demás. Los dones no son para esconderlos, sino para el servicio están.

Inspirado en el lema de esta JMJ (Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la Fe), se preguntó a renglón seguido por “los cimientos de nuestra fe, porque nuestra vida es “una construcción que no se lleva a cabo fácilmente si no se cuenta con la roca firme que es el Señor”. De ahí que llamara a los jóvenes presentes a “construir sobre roca, escuchando la Palabra y poniéndola en práctica”, único modo de “ser piedras vivas, que aman la vida y defienden la vida, y que construyen la comunidad que es la Iglesia”. “Aunque aquí esta mañana seamos de países distintos y culturas diversas –recordó al abarrotado auditorio–, tenemos una misma fe que hace que la construcción sea sólida”.

Un momento de la sesión en la Parroquia Nuestra Señora de Europa

Un GPS espiritual

Más adelante, el popular catequista siguió haciendo gala de sus dotes de gran comunicador empleando imágenes muy actuales para explicar dicho proceso de fe y las dificultades a que se enfrenta. Así, en esta “sociedad tan desorientada pese a contar con tecnologías tan adelantadas como el GPS”, propuso a los jóvenes un “GPS espiritual” sobre tres satélites de sintonización simultánea: “La Palabra de Dios, el Pan de la Vida y la Virgen María, la puerta que nos abrió a Jesús”.

Advirtió, asimismo, contra quienes puedan confundir esta JMJ con un “happening de rock o botellón”, cuando realmente se trata de “un encuentro con el Señor Jesús y con los hermanos, que nos hace comprender mejor nuestra dignidad humana”.

Ante preguntas tan fundamentales como “¿quién soy yo?” o “¿para qué vivo”, Maradiaga invitó a descubrir cómo “el Señor Jesús nos enseña humanidad”, la de alguien que “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre y amó con corazón de hombre”.

Un testimonio, el del Nazareno, del que el cardenal se sirvió para exhortar a los peregrinos a “ser testigos de la fe y a vivir una Verdad que no está aislada de la vida, a estar firmes en la fe, que es la fuente que nos aporta razones para vivir, para luchar, para amar, para la paz, para ser felices, porque la felicidad no se consigue buscándola, sino haciendo felices a los demás”.

Como en Apocalipsis 3, 20, en esta JMJ “Jesús llama a la puerta”, insistió, y “no podemos rechazar el tesoro de la fe”. Contrariamente a lo que pueda indicar la sociedad actual, “ser creyente no es una cosa pasada de moda; es una bendición, un regalo de Dios en Cristo”, por lo que animó a los jóvenes a portar “la antorcha de la fe” como si se tratara de la llama olímpica.

“¿Seréis capaces de transmitirla a las nuevas generaciones?”, preguntó con voz potente para concluir. Un “sí” al unísono, aunque inicialmente algo tímido, y un cerrado aplauso pusieron fin a su primera catequesis, antes de que él mismo dirigiera al son de las palmas el canto que daría paso al tiempo posterior de reflexión y preguntas: Apóstol incansable, misionero de Jesús, Pablo de Tarso, queremos ser como tú.

Participantes entusiastas y “muy motivados”

La celebración de la Eucaristía culminaría esta mañana de intercambio y oración, pero antes, entre ensayo y ensayo, Vida Nueva quiso pulsar las impresiones de algunos participantes, rebosantes de “entusiasmo” y que –como el argentino Beto– se mostraban “muy motivados” por las palabras del cardenal y su invitación a “acudir a la raíz en este siglo XXI que da tanta importancia a lo efímero”.

Opinión que secundaba Maite, que acompañaba a este grupo desde Barcelona y que se felicitaba por “la fe y la pureza” de esta juventud católica.

Con argumentos menos elaborados (apenas un escueto “muy bien”), recordaban Raúl y Rocío las preguntas que el cardenal Maradiaga les había trasladado durante la catequesis, pero las sonrisas de estos dos chavales andaluces del MJS lo decían todo. Mientras tanto, Xoel repasaba algunas de las metáforas empleadas por el purpurado salesiano: GPS, antorcha olímpica, etc.

Otros, como Jorge, destacaban la necesidad de “extender la JMJ a todo el año”. A su lado, Norma, de Viveiro (Lugo) se lamentaba de tantos “jóvenes que les interesa Dios, pero que le dedican poco tiempo a la Iglesia” y reivindicaba el valor de las “cosas importantes como el verdadero amor dentro del matrimonio”.

Los tres han venido con una delegación de 130 jóvenes desde la diócesis gallega de Mondoñedo-Ferrol, y esta noche regresarán a su lugar de estancia estos días en Pozuelo de Alarcón con el convencimiento de que –como han escuchado esta mañana en la catequesis de Nuestra Señor de Europa– “encontrarse con Cristo en los hermanos otorga a la vida plenitud”.

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