Una oportunidad para acercarse y atraer a los jóvenes

Expertos en Pastoral Juvenil reflexionan ante la JMJ

JOSÉ LUIS PALACIOS| La inminente Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), más allá de la grandiosidad de los números, las exigencias organizativas y la trascendencia inherente a toda visita de la cabeza visible de la Iglesia católica, contiene suficientes ingredientes como para que la cita sea un momento clave en la vida de los participantes. Los expertos en Pastoral Juvenil consultados por Vida Nueva así lo creen.

“Oportunidad” es la palabra más repetida por los pastoralistas que trabajan con jóvenes cuando hablan de la JMJ. Después de todo, como dice el coordinador de Juventud en la Vicaría VI de Madrid –la que jurídicamente acoge el encuentro principal de la JMJ en Cuatro Vientos–, Miguel Ángel Torrente, no hay que olvidar que “hemos sido convocados en la fe a través de la Iglesia, con la promesa de encontrarnos con un Dios desconocido, al mismo estilo como fue llamado Abraham para salir de su tierra”.

Para el escolapio que coordinó el exitoso Fórum de Pastoral con Jóvenes, Carles Such, teóricamente “la JMJ permite, si se trabaja bien, que instituciones religiosas, diócesis y movimientos trabajen juntos”, y subraya la posibilidad de convertirla en “una iniciativa de nueva llamada, fundamentalmente no para los que están, que responden con naturalidad, sino para los alejados”.

“La JMJ puede ser
una iniciativa de nueva llamada,
fundamentalmente no para los que están,
sino para los alejados”.
Carles Such.

Sofía Contreras, Hija de Jesús, responsable del Área de Pastoral Juvenil Vocacional de CONFER, es de las que piensan que “todas las actividades deben tener un objetivo cristiano: promover el encuentro de los jóvenes con la fe. Las actividades deben ayudar a descubrir ese algo más que hay en el interior de cada joven”.

En opinión del consiliario general del Movimiento Scout Católico, Antonio Matilla, “la JMJ es una ocasión para relanzar la Pastoral de Juventud en general. Debería suponer un relanzamiento de la dimensión vocacional del compromiso bautismal”.

Koldo Gutiérrez, salesiano coordinador de la revista Misión Joven, parafraseando a Juan Pablo II cuando afirmó “yo enciendo la mecha, a otros les toca a avivar el fuego”, completa que “es el momento para avivar el fuego de la Pastoral Juvenil”.

Para que las grandes posibilidades y las esperanzas puestas en la cita se hagan realidad, conviene estar alerta. La experiencia de Such le vale para afirmar que “hay que enmarcar la experiencia y la oportunidad dentro de los procesos pastorales”, puesto que “el evento no es una apuesta de futuro pastoral de entrada, aunque sí es válido que se acompañe, promueva y anime a los jóvenes para que lo vivan. Pero no tiene sentido de futuro si no se prepara. Tendrá sentido y futuro si se piensa en hacer grupos e itinerarios tras la JMJ, si las comunidades cristianas están dispuestas a acoger, no solo ahora a los que van a venir, sino a los jóvenes, tal cual son, en el día a día”.

También el profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid y autor de Nos sobran los motivos (PPC), Pedro José Gómez, advierte de que “existe el peligro de que la movida, lo exterior, lo superficial predomine” y anima a distinguir “el experimento de la experiencia: lo efectista, la descarga de adrenalina provocada por la tecnología de los eventos, de la experiencia de la profundidad, la gratuidad, el encuentro…”.

“Hay que distinguir el experimento de la experiencia:
lo efectista, la descarga de adrenalina,
de la profundidad, la gratuidad, el encuentro…”.
Pedro J. Gómez.

El gran despliegue de medios, así como el volumen de participantes, podría llegar a interferir en la experiencia que van a vivir los jóvenes, lo que lleva al sacerdote Torrente a insistir: “Hay que dejar a un lado las quejas, los problemas logísticos, el ‘yo lo habría hecho de otra manera…’”.

“Muchos se pueden perder en la gran dispersión de ofertas, actividades, atractivos…”, apunta Koldo Gutiérrez. Ante este temor, Antonio Matilla, recalca que “la prioridad debe ser el encuentro personal con Jesucristo y la experiencia de Iglesia”.

La antigua animadora de grupos juveniles y autora del varias veces reeditado libro Me voy a confirmar. ¿Cómo soy?, ¿Cómo quiero ser?, María Luisa Nadal, prefiere recordar lo esencial de estos días: “La maravilla que supone el formar parte de toda esa gran multitud de creyentes que se sienten cerca de Dios Padre, y que intentan, con todas sus torpezas y sus contradicciones, vivir el mensaje de Jesús, que enriquece el vivir de cada uno por su hondura y generosidad”.

Preparación previa

En lo que todos coinciden es en la necesaria preparación, en el adecuado acompañamiento de los jóvenes y en prever la continuidad de los procesos y dinámicas desarrollados durante los intensos días de la JMJ en torno a la figura de Benedicto XVI, si de verdad se quiere que los días del tórrido verano madrileño no se queden en un simple viaje vacacional con ligeros aires religiosos.

“La prioridad debe ser
el encuentro personal
con Jesucristo
y la experiencia de Iglesia”.
Antonio Matilla.

Matilla aconseja especialmente a los voluntarios que guarden “energías y tranquilidad espiritual para disfrutar de la experiencia”, además de destacar que “la actitud predominante debería ser la de dejarse sorprender por el Espíritu y por la enorme pluralidad de experiencias de fe de los muchos grupos de jóvenes que van a participar”.

Usando el rico lenguaje de las peregrinaciones, el cura de la parroquia de San Miguel, Miguel Ángel Torrente, lo expresa así: “Tenemos que dejar atrás nuestras casas, dispuestos a hacer el camino con humildad y misericordia, hasta encontrar la tierra prometida y descubrir al Padre y experimentar la universalidad de la Iglesia”.

“Los responsables de los grupos”, sigue explicando Miguel Ángel, “tienen el privilegio y la responsabilidad de vivir esta experiencia como peregrinos y ministros del acompañamiento, rememorando el lavatorio de los pies, para hacer posible que los otros se encuentren con Dios”.

“A veces, tratamos de dar respuestas
a interrogantes
que los jóvenes
no se han planteado”.
Sofía Contreras.

La jesuitina Sofía Contreras, quien reconoce que “los agentes de pastoral juvenil, a veces, tratamos de dar respuestas a interrogantes que no se han planteado los jóvenes y damos nuestras respuestas y no sus respuestas”, pide a los animadores “tratar de descubrir en qué momento se encuentra cada joven. Está muy bien todo lo externo de la organización, que debe contribuir a que estén a gusto y haya momentos de fiesta, alegría y relajación, pero se debe intentar dar respuesta a lo que cada joven quiere”.

Según Such, “cada joven debería sentir que puede estar y decir lo que piensa”, porque no hay que olvidar que “un joven se siente querido y acogido si puede expresarse”. El siguiente reto que plantea este profesor, destinado en la actualidad en Albacete, es “mostrar que esta Iglesia es un lugar donde se puede estar, donde se puede reflexionar, vivir y ser feliz”.

En la misma línea, se expresa el responsable de Magis 2011, el jesuita Abel Toraño, quien recalca que los mayores deben “estar abiertos a la escucha”. “Los jóvenes –añade–, aun en medio de la multitud, necesitan hablar personalmente con alguien”. Matilla sugiere “elegir bien las actividades y facilitar la reflexión sobre lo que están viviendo y estar dispuestos a acompañar a los jóvenes en la puesta en práctica de lo que hayan descubierto”.

“Hay que acompañar
y saber estar atento
a los movimientos del Espíritu”.
Koldo Gutiérrez.

“Hacen falta acompañantes competentes, que les ayuden a personalizar, digerir y asimilar lo que viven”, completa Pedro José Gómez. Koldo Gutiérrez lo resume así: “Hay que acompañar y saber estar atento a los movimientos del Espíritu”.

A los jóvenes les aconsejan “deshacerse de los prejuicios, conscientes de que la Iglesia es más diversa, más plural y más abierta de lo que muchos piensan”, en palabras de Toraño, quien recurre al P. Arrupe, para proponer “combinar la extroversión con la introversión”. Sofía Contreras, de un modo más directo, explica que para aprovechar la ocasión, “los jóvenes con inquietud deben mantener la actitud de búsqueda de sentido a sus vidas”.

Pensar en el día después

Después de todo, la JMJ de Madrid llegará a su fin y no tendrá continuidad, hasta que pasen dos años, en Brasil, por lo que –advierten los pastoralistas– que hay que pensar en el día después. Such va un poco más allá y asegura que si todo el esfuerzo y el trabajo realizado “es solo para el evento, además de contribuir a esta ‘cultura líquida’ que apenas deja poso, perderemos mucho más de lo ganado”.

“Los responsables de los grupos tienen
el privilegio y la responsabilidad
de vivir esta experiencia como peregrinos
y ministros del acompañamiento”.
Miguel Ángel Torrente.

De igual parecer es Toraño: “Si no hay un acompañamiento después, corremos el peligro de que todo se quede en unos fuegos artificiales muy vistosos, con toda la luz, pero que no deje ese poso de continuidad en el futuro”. “No esperemos solo al final para ver qué surge: apuntemos el camino, hagamos propuestas, aprovechemos los lazos creados con otros grupos, guardemos los diálogos en momentos intensos, aprendamos de lo visto para nuestro lugar de origen”, es la apuesta de Gutiérrez.

Por eso, Matilla insiste en que hay que “seguir dedicando recursos humanos y materiales para llevar a la práctica lo que los jóvenes hayan descubierto”, mientras que Such aclara que “de lo que se trata es de que las estructuras creadas sirvan a partir de ahora para la pastoral con jóvenes de cada diócesis, en un trabajo en red y en comunión, contando con todos”.

Nadal espera que se pueda “transformar ese entusiasmo de la multitud en una pastoral viva y cercana a los jóvenes simpatizantes. Habría que tomar como punto de partida este día especial para organizar grupos permanentes de chicos y chicas, con especialistas que les fueran transmitiendo una formación sólida en un lenguaje moderno, ameno, atractivo y especialmente dirigido a ellos, intentando sacar a flote lo mejor de cada uno”.

“Espero que se pueda transformar
ese entusiasmo de la multitud
en una pastoral viva y
cercana a los jóvenes”.
María Luisa Nadal.

Torrente, volcado en una actividad frenética de animación a implicarse en el encuentro de jóvenes por la Vicaría VI de Madrid, confirma que ya se han dado los primeros resultados, al menos para la pastoral juvenil de la diócesis: “Ha sido una gran experiencia de conversión, nos ha enseñado nuestra fragilidad y nos ha hecho más humildes, pero también hemos visto los frutos de comunión y unidad, nos ha despertado del letargo y nos reforzado para seguir evangelizando”. La hora de recoger los frutos de este evento ya ha comenzado.

Claves pastorales para vivir la JMJ

  • Mantener la actitud de búsqueda y la apertura a lo nuevo y desconocido.
  • Relativizar en su justa medida las cuestiones meramente organizativas y logísticas.
  • Estar abiertos a la acción del Espíritu y la pluralidad de experiencias de fe.
  • Combinar la extroversión con la introversión, dejando tiempo para la reflexión y asimilación personal, así como para el contraste de pareceres en un diálogo constructivo.
  • Escuchar al otro, con respeto y comprensión sinceros, apreciando sus rasgos diferenciales y sus circunstancias genuinas.
  • Respetar el momento y el proceso personal de cada joven, intentado ofrecerle una respuesta adecuada.
  • Pensar en los alejados, en los que no están, en los que más sufren para no encerrarse en uno mismo.
  • Mantener, al término de las jornadas, los vínculos personales y grupales creados.
  • Valorar la experiencia de trabajo en red y en comunión desde los diversos ministerios y carismas, movimientos y entidades eclesiales, y establecer mecanismos para su fortalecimiento.
  • Ofrecer acompañamiento individual y colectivo, incluida la inserción en procesos de iniciación y maduración en la fe, si es que antes no se habían dado, al iniciar el regreso a casa.

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es

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