Un oasis de vocaciones

La JMJ, lugar propicio para descubrir la vocación al matrimonio, la Vida Religiosa o el sacerdocio

José Luengo respondió a la llamada en Toronto

FRAN OTERO | Uno de los frutos más esperados en esta Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es que los jóvenes encuentren una vocación para su vida. Fueron muchos los que antes se lo plantearon en este evento desde que comenzara en 1984. Algunos se acercan ahora a Madrid con un proyecto de vida encaminado y con una experiencia que puede repetirse en miles de jóvenes.

En unos años, habrá una generación, la generación de Madrid, aquellos jóvenes que decidieron su camino: que pensaron en casarse o conocieron a su futura mujer, que optaron por el sacerdocio o por entregar la vida a Dios como religiosa o religioso. También habrá conversiones, quizá de alguien que, a pesar de venir sin ningún interés, salió tocado. Son muchas las experiencias, muchas desconocidas. En este sentido, la Jornada de Madrid puede ser decisiva.

Como lo fue para Agustín Rojas (Málaga, 1979) y Marta González (Madrid, 1979), cuyo matrimonio se forjó en la JMJ de Colonia en 2005.

“Formamos parte de la Renovación Carismática desde hace más de 15 años, y ya nos conocíamos de algún encuentro nacional. En agosto de 2005, tuvimos un encuentro previo a la JMJ en Essen. Esos días hablamos mucho y nuestra amistad se fue estrechando poco a poco. A la vuelta, seguíamos hablando mucho, esta vez por teléfono, y fuimos viendo que el Señor nos llamaba a algo más, que quería de nosotros un paso hacia adelante. Poco tiempo después decidimos empezar a salir, teniendo siempre al Señor como centro de nuestro noviazgo, y en 2008 decidimos casarnos. Nos casamos el 10 de octubre de 2009 en Málaga”, cuentan.

Agustín y Marta se enamoraron en la JMJ de Colonia

Así, la JMJ fue decisiva no solo para encontrarse con Dios, sino también para encontrarse entre ellos. “Viviendo cada uno en su ciudad y siendo tan diferentes, sabemos que nuestro noviazgo y hoy matrimonio es algo que solo puede haber sido soñado por Él”, dicen.

Confirmar la vocación

José Luengo respondió definitivamente a la llamada de Dios en la JMJ de Toronto, en 2002. Llegaba tocado y con inquietud vocacional. Y las palabras de Juan Pablo II –“No tengáis miedo, abrid la puertas a Cristo”– le ayudaron a verlo claro. Si el encuentro fue en julio, en octubre ya estaba en el seminario.

Ahora, nueve años después, más de uno desde que fue ordenado sacerdote, afronta una nueva Jornada, una JMJ distinta. “Me emociona que se celebre en mi ciudad. Es distinto vivirla como anfitrión, pero sigue siendo un encuentro con el Señor. Ahora recibimos al peregrino, al joven inquieto y que, en algunos casos, no sabe a qué viene”, afirma.

Un evento que se transforma en oportunidad para “transmitir, a los que piensan que no existimos, la vida de la Iglesia, para invitar a una sociedad que está sufriendo una crisis humana”.

Sor Inmaculada

En el Convento de las Monjas Dominicas de Santa Ana en Murcia, hay varias vocaciones que surgieron en las JMJ.

Sor Inmaculada y sor Isabel María descubrieron su vocación a la vida contemplativa en Santiago, en 1989; mientras que sor María Belén lo hizo en París, en 1997.

“Descubrí mi vocación en Santiago de Compostela cuando tenía 17 años. Juan Pablo II nos dijo con mucha fuerza: ‘No tengáis miedo a ser santos’. Y nos presentó la figura del Hermano Rafael, al que yo no conocía. Luego en un encuentro con mi comunidad, con Kiko Argüello, pidieron vocaciones. Mi corazón estaba dispuesto con todo lo que había recibido de la JMJ y dije que sí para entrar en un convento”, cuenta sor Inmaculada.

Por su parte, sor Isabel María reconoce que “no sabría decir qué hecho concreto” le hizo descubrir la voz de Dios que le llamaba a entregar su vida.

“Durante todo el año me habían pasado una serie de cosas que yo no entendía, pero que iban trastocando mi escala de valores; después comprendí que, sin darme cuenta, Dios me había preparado interiormente para escuchar su voz y para responder con prontitud. Al año siguiente entré en este convento, en el que vivo feliz como el primer día”, responde a través del correo electrónico.

Sor Isabel

Sor Inmaculada sí estará en Madrid, en el encuentro con el Papa en El Escorial; sor Isabel María, no. Lo seguirá por televisión. Sor María Belén de la Inmaculada, de 41 años, también estará en la localidad madrileña, aunque no sabe si podrá entrar o no, porque supera la edad establecida.

Ella entró en la comunidad de las dominicas de Murcia hace diez años tras rechazar una oferta de trabajo buenísima. “Me pusieron el mundo a mis pies con una oferta de trabajo muy buena, pero, ante el amor de Jesucristo, todo lo estimé, y lo estimo, basura, como dice el apóstol san Pablo”.

La primera vez que sintió la llamada de Dios fue en París, aunque no respondió en ese momento. Venía de una fuerte conversión, tras 10 años fuera de la Iglesia y sin querer saber nada de Dios, y se sintió “indigna de ello”. “Me invadió un gran miedo y no respondí”, afirma.

Fue en 2000, en Roma, cuando sí lo hizo. “El escuchar que Dios me amaba como yo era cambió totalmente mi vida. Experimentar el amor de Dios  es lo único que cambia la vida y cuando una va descubriendo que Dios lo da todo y que no quita nada se da cuenta de que el único tesoro y lo único que da la verdadera felicidad es Dios”, añade.

Las tres coinciden en la dificultad para explicar al mundo de hoy su opción. También en que la JMJ cambia la vida, en algunos casos, radicalmente. “Claro que la cambia, a mí me la cambió radicalmente. Pero tiene que ser algo muy fuerte y no solo la emoción del momento. Y hay que crecer en la fe”, añade sor Inmaculada.

Ánimo y esperanza

Felices están al poder vivir una nueva JMJ y con ganas de agradecer al Papa su presencia en España, y seguras de que serán muchos los frutos que brotarán de este gran encuentro.

“La gente está necesitada de una palabra de ánimo, de aliento, de esperanza. El hecho de que una persona tan mayor, como es el Papa, convoque a tantísima gente será un motivo para que mucha gente se cuestione y se pregunte: ¿qué trae este hombre que mueve tantos jóvenes? Creo que a partir de esta visita, España ya no volverá a ser la misma, habrá  buenos frutos”, concluye sor María Belén.

Finalmente, y ante la escasez de vocaciones, no se muestran preocupadas y las confían a la obra de Dios, aunque sor María Belén dice que la crisis “no es de llamadas, sino de respuestas”.

En cualquier caso, la JMJ de Madrid puede ser una ocasión para que Dios siga llamando y obtenga respuesta. “Sin duda alguna, pues sabemos ya, de otras veces, que así ha ocurrido. La JMJ es como una gran fiesta de la fe en la que todo gira en torno a la persona de Jesús y, como ya he dicho antes, el encuentro con Jesús cambia la vida”, concluye sor Isabel María.

Nuria Aguiriano inició su conversión en Colonia

Oportunidad de conversión

Nuria Aguiriano discierne su vocación mientras trabaja en la JMJ de Madrid 2011. Cree que está en la Vida Religiosa y, por eso, estará muy atenta a todo lo que se diga durante la tercera semana de agosto.

Su historia es de conversión, porque hasta 2005, Nuria había vivido alejada de la Iglesia, sin ningún contacto.

Fue su madre, que pertenecía a la Renovación Carismática, quien suscitó en ella la inquietud y en un encuentro sintió una fuerte llamada para ir a Colonia. “Estaba enferma, con una depresión, y el Señor me enganchó por ahí. Así, fui a la JMJ sin saber lo que era y sin amigos para ir. Allí recibí la sanación y volví diferente”, cuenta.

Lo que más le llamó la atención y le ayudó fue ver una Iglesia joven, encontrarse con más de un millón de jóvenes de todos los países. “Fue impresionante. Al volver, me pidieron muchos testimonios, pero el mejor era verme”, concluye.

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es

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