“¡Estáis en vuestra casa!”

Casi 5.000 familias en Madrid abrirán las puertas de su hogar a 15.000 jóvenes

Gabriela y Jorge acogen a dos peregrinos en su casa

FRAN OTERO | En este mundo, ya desde antiguo, hay un deber no escrito: el de la hospitalidad al forastero. Ya lo practicaban los griegos y los romanos; y en la Biblia son muchas las referencias al trato que se debe dar al que está lejos de su hogar. También Jesús se refirió a la acogida, a la atención a sus discípulos. “Cuando era forastero, me acogisteis. (…) Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos, me lo hicisteis a mí”, dijo.

Unas enseñanzas que han viajado a través de los siglos y que hoy se frenan por las barreras, los muros, las puertas blindadas de la desconfianza, el miedo o el egoísmo. Y en medio de todo esto, llega la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y muestra cómo 5.000 familias en Madrid abren sus puertas para que otros puedan participar, vivir una experiencia de fe. Miles de personas que deciden vivir un poco más apretados durante, como mínimo, una semana.

¿Por qué? Cada uno tiene sus motivaciones. Sergio y Alicia, un matrimonio joven del Camino Neocatecumenal, lo tienen claro: “Hemos sido peregrinos y nos hemos sentido acogidos. Vimos cómo otros nos abrieron sus casas, ahora nos toca”.

En principio, van a acoger a cuatro mexicanos, a los que tienen reservadas las habitaciones y las correspondientes camas. Ellos, con sus seis hijos, se irán de acampada al salón. “Queremos hacer algo divertido para los niños. Dejaremos el salón libre y dormiremos entre el suelo y los sofás”, cuenta Alicia, la que lo ha organizado todo.

Alicia y Sergio, con sus dos hijos

“Para nosotros, es algo estupendo poder colaborar así. Recibir al peregrino es recibir a Jesús; es una oportunidad que nos da la Iglesia”, añade Sergio, quien, cuando era pequeño, ya pudo vivir esta experiencia, con motivo de la JMJ de Santiago en 1989.

La experiencia de Alicia en las JMJ pasa inevitablemente por Roma 2000. “Ese año, Juan Pablo II hablaba mucho de la vocación de cada joven. Allí, en Roma, vi claro cuál era mi vocación: el matrimonio. Sergio también vino, y volvimos sabiendo que nos íbamos a casar. Por eso digo que mi matrimonio ha salido de la JMJ”, narra Alicia.

Dos años después se casaron y un poco más tarde llegaron los niños, por lo que no pudieron ir a Toronto, Colonia y Sydney. “Por todo esto, me planteo ahora acoger, por agradecimiento, y para que estos jóvenes pueden venir y Dios pueda hacerse presente en sus vidas como lo hizo en la mía”, continúa.

Para Sergio, la JMJ es una oportunidad para sentir “la universalidad de la Iglesia, para ver que no solo es la parroquia de tu barrio o los amigos que te acompañan a Misa. Solo verlo es una catequesis magnífica”. Además, su decisión genera interrogantes en su entorno –algún compañero de trabajo incluso ha decidido acoger– y que da testimonio. “Sí o sí tienes que explicar algo, porque no se trata de un intercambio. Probablemente, si no fuese cristiana, no hubiese abierto mi casa. Es una oportunidad para que la gente se interrogue y sepa que esto existe y pueda participar”, añade Alicia.

“El momento es ahora”

Mientras sus dos hijos más pequeños revolotean, juegan y se divierten, Sergio afirma que esta JMJ puede dar respuestas a mucha gente alejada que cree que la Iglesia no puede solucionar sus dudas, interrogantes. “Si se celebra en Madrid es porque Dios quiere encontrarse con la gente de aquí. El momento es ahora”.

El caso de Jorge y Gabriela no es menos admirable. Este matrimonio ecuatoriano, que lleva en torno a la decena de años en España, decidió dar cobijo en su casa a dos peregrinos cuando ambos estaban en paro –con dos hijos y una persona mayor a su cargo– y con el subsidio a punto de cesar. Les dio igual, y respondieron a la llamada que desde la parroquia hacían a las familias.

“Estábamos en una situación crítica, sobreviviendo con 400 euros al mes como tantas familias, pero decidimos acoger porque queríamos que esos jóvenes tuvieran cobijo, se sintieran como en casa. Y, además, no solo de pan vive el hombre”, explica Gabriela. Lo más curioso es que tras decidirse, a Jorge le salió un trabajo como conductor, en el que está a prueba, y espera quedarse. “Espero pasar la prueba y celebrarlo con los chicos que vengan. Voy bien”, dice.

Todavía no saben quienes son ni de dónde vienen los jóvenes que acogerán, aunque tampoco les preocupa demasiado. “Nuestra casa no es muy grande, pero el cariño va a estar ahí. Queremos que se sientan como en casa, como uno más de la familia, sean del país que sean y hablen el idioma que hablen”, dice Gabriela.

Están ilusionados y expectantes ante la llegada de Benedicto XVI, también ante la presencia de miles de católicos de todo el mundo. “Es un privilegio”, dice el matrimonio, que recibe el apoyo de sus familiares desde Ecuador. Ve en la JMJ una oportunidad para que una sociedad secularizada se encuentre de nuevo con Dios: “España necesita creer en Dios, porque quien tiene a Dios nada le falta. Si tuviéramos su amor, dejaría de haber tanto racismo, menosprecio a la gente de fuera, y aprenderíamos a trabajar hombro con hombro”.

En este sentido, el ejemplo de Jorge y Gabriela es inmenso y permite ver hasta qué punto la JMJ genera solidaridad, entrega, generosidad, sacrificio… algo que, como ellos dicen, hace falta a la sociedad española.

Sus últimas palabras son para los jóvenes, a los que invitan a involucrarse en este evento y a confiar en Dios porque “llena los vacíos que tienes”; y para las familias, para que se animen a abrir sus casas y “no piensen en lo económico, sino en la vivencia que los chicos pueden tener”.

Las diócesis también acogen

La realidad de la acogida no solo se da en Madrid y en los momentos centrales. También habrá acogida en muchos otros lugares de España en el marco de los Días en las Diócesis (DED). No ha sido fácil articular la acogida, pues, según han comentado algunos responsables de Pastoral Juvenil, no saben cuánta gente van a tener que acoger ni de dónde vienen.

En concreto, en Jaén, toda la acogida se realizará a través de familias, según explica a Vida Nueva el delegado de Pastoral Juvenil, José Antonio Sánchez. Le ha sorprendido, sobre todo, la implicación de toda la diócesis tras el paso de la Cruz y el Icono de la JMJ, que ha definido como “revulsivo”, “florecimiento”… y no solamente para los más jóvenes, también para los mayores. “De hecho, tras el paso de la Cruz y el Icono, nos ha llegado alguna beca para que algún joven más pueda ir a Madrid”, añade.

Pero, sobre todo, José Antonio recalca la experiencia tan fuerte del paso de estos signos por la diócesis, la revitalización que ha provocado y las puertas que ha abierto de cara a la Nueva Evangelización.

La acogida, en cifras

Un total de 14.353 peregrinos se alojarán en 4.657 familias:

  • 13.783 peregrinos en 4.484 familias vinculadas a parroquias.
  • 430 peregrinos en 158 familias vinculadas a colegios confesionales.
  • 117 peregrinos en 9 familias vinculadas a movimientos.
  • 23 peregrinos en 6 familias vinculadas a residencias.

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es

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