Parroquias, en la base de la Nueva Evangelización

¿Cómo se encara el futuro desde la célula de la Iglesia por excelencia?

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: LUIS MEDINA y ARCHIVO SM | En un período de cambio cultural y convulsión social por los efectos de la crisis, las parroquias, la célula de la Iglesia, afrontan el compromiso de dirigirse a una sociedad occidental cada vez más alejada de su herencia religiosa. La autenticidad, la apuesta por lo esencial y la lucha por la justicia pueden implicar un nuevo modelo parroquial en el contexto de la Nueva Evangelización.

El gran reto de la Iglesia en el inicio del siglo XXI es la llamada Nueva Evangelización, sobre todo en los países occidentales de tradición cristiana, pero cuyo presente es el de unas sociedades cada vez más alejadas de la Iglesia. Las iniciativas son numerosas, diversas y se dan en diferentes ámbitos, pero ¿cómo se acomete la Nueva Evangelización desde la base eclesial por excelencia, la parroquia?

Con el objetivo de analizar las posibilidades de acción a partir de las comunidades parroquiales, ya desde 1961, se celebra el Coloquio Europeo de Parroquias, siempre en una ciudad diferente del continente. La última edición, la que hacía la número 26, acaba de tener lugar en Nyiregyháza (Hungría), entre los días 17 y 22 de julio, bajo el lema Parroquias, hogares de esperanza.

Su copresidente desde 2009, Josep Taberner, sacerdote de la Diócesis de Girona, explica que esta cuestión es clave en un contexto como el actual, en el que “en nuestra Europa occidental asistimos a una desafección que se traduce en unos índices muy bajos de práctica religiosa y en donde la esperanza no aparece en el orden del día de nuestro mundo cambiante y en crisis”.

Para la preparación del Coloquio, se envió una encuesta a párrocos y laicos de los países presentes en el encuentro. Vida Nueva ha tenido acceso a las respuestas que elaboraron un grupo de párrocos de diversas diócesis de Cataluña. En las mismas, las apelaciones más comunes son las que piden “ser atentos con la gente”, “trabajar con la base”, “estar abiertos a las instituciones y al barrio”, “tener un nuevo estilo de gobernanza”, “ser comunidades solidarias y significativas en estos momentos de crisis” o “tener todos los gestos posibles que favorezcan el ecumenismo”.

Además, junto a estos objetivos, está presente la autocrítica eclesial, con frases como: “Tenemos que hablar más del Evangelio y menos de la Iglesia” o “demasiado a menudo hemos olvidado que nuestra misión es hacer presente el Reino”.

Modelos caducos

A juicio de Taberner, esto refleja la convicción, en muchos sacerdotes, de que “todavía existen modelos eclesiales, pre-Vaticano II, que ya no son viables. La parroquia, a menudo, es una institución pobre en recursos y en medios, y muy alejada de la problemática de nuestra sociedad del siglo XXI”. Para él, “hay que ser conscientes de que la parroquia ya no es percibida como el lugar de autoridad hacia el cual se debía acudir para acceder a lo divino”.

A partir del análisis, ¿qué ejes pastorales son los que habría que potenciar para una eficaz labor misionera desde las parroquias? Jesús Sastre, sacerdote y profesor del Instituto Superior de Pastoral, cree básico partir de “pequeñas comunidades cristianas a través de procesos de maduración de la fe. La parroquia como comunión de comunidades; ahí está la fuerza evangelizadora”.

Además, esas comunidades deberían basarse en “la potenciación de la participación y la corresponsabilidad de los laicos en la vida parroquial, en todas las estructuras y niveles de vida y acción”.

Para Sastre, otros dos referentes claros han de ser la apuesta por la formación, a partir del catecumenado de jóvenes y adultos, y la pastoral de alejados, pues, “si no llegamos a ellos, no habrá auténtica convocatoria evangelizadora”.

Acogedoras

El vicario general de Lleida, Ramon Prat, está convencido de que la vía para dirigirse a los alejados está en que las parroquias sean “comunidades acogedoras de la persona tal y como es, como un absoluto, sin cuestionarla. Además, se la ha de acompañar a su ritmo, sin forzar tiempos. Con ello debemos posibilitar que la persona haga experiencia de Jesús resucitado. Esta y no otra es la esencia de la misión de la Iglesia. Hemos de ofrecer autenticidad, pues primero se evalúa la credibilidad del mensajero y, luego, la del mensaje”.

En el nº 2.763 de Vida Nueva (reportaje íntegro para suscriptores)

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