Lorca continúa sin iglesias en las que celebrar y compartir su fe

Las diócesis españolas multiplican sus gestos de comunión con ayudas e iniciativas solidarias

VICENTE L. GARCÍA | El terremoto que el pasado mayo sacudió la localidad murciana de Lorca y otras poblaciones cercanas, afectó muy seriamente al patrimonio de la Iglesia, hasta el punto de que una veintena de parroquias y conventos quedaron inhabilitados para su función espiritual, y los de la ciudad continúan cerrados a la espera de una actuación que los recupere para su uso. Una vez atendidas las primeras necesidades humanas de las familias afectadas, la Iglesia también ha hecho un llamamiento para recuperar los espacios para “el alimento del alma”. [Siga aquí si no es suscriptor]

Las desorbitadas cifras que los técnicos han barajado para la reconstrucción de todo este patrimonio inmueble y artístico han provocado la generosidad de las diócesis españolas. La última llamada a la fraternidad se oía en la de Santander, donde su obispo, Vicente Jiménez Zamora, enviaba una circular para realizar una colecta destinada a colaborar con la diócesis de Cartagena-Murcia. Con esta iniciativa, la diócesis cántabra pretende “manifestar nuestra solidaridad fraterna con la Iglesia de Cartagena-Murcia”, señaló a esta revista el vicario general, Manuel Herrero. Lorca, añadió, “mira ahora al futuro para reconstruir de nuevo todos y cada uno de los 13 templos que hay en la ciudad, una tarea que es inmensa y que la diócesis no puede hacer sola”.

En declaraciones a Vida Nueva, monseñor Jiménez señala cómo muchas parroquias cántabras se habían sumado ya a la iniciativa, y le constaba que en otras, a lo largo del verano, aprovechando las fiestas de las localidades, los sacerdotes harían la colecta con esta intención: “No hemos fijado ni una fecha ni un tiempo concreto. Desde la libertad absoluta, cada parroquia hará esa colecta y en los próximos meses recogeremos sus frutos”.

Pero estas muestras de solidaridad no son cuestión puntual de una u otra diócesis. Todas se han implicado en la medida de sus posibilidades en echar una mano a una Iglesia que necesita de todos los apoyos. Unas han organizados conciertos benéficos, colectas específicas o se han utilizados fondos procedentes del fondo social diocesano, que se nutre de los donativos de particulares y entidades a la diócesis para finalidades sociales.

En otras diócesis, sobre todo en las más pequeñas, la ayuda se ha canalizado a través de Cáritas. Esa comunión interdiocesana se ejemplifica, por ejemplo, en la aprobación por parte de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, el pasado junio, de un donativo de un millón de euros para esa causa, repartidos en dos partidas de 500.000 mil euros; una a ser entregada de manera inmediata y otra, quizá, en otoño.

El vicario económico de la diócesis murciana, Antonio León, confirmaba estos datos señalando los dos tipos de ayudas recibidas desde las diócesis: “Por una parte, el obispo, o el Obispado por indicación del obispo, hacen entrega de un donativo; y, por otra, el obispo promueve una acción diocesana, una colecta para recaudar fondos para una causa concreta”.

El listado de templos afectados en Lorca y la comarca es de veinte iglesias y dos conventos. De esa veintena de iglesias, hay cuatro templos que no son parroquias y una de ellas es propiedad de una cofradía.  Como comenta con indisimulable dolor Antonio León, “en la ciudad de Lorca, con 80.000 habitantes, hoy no disponemos de ninguna iglesia, no tenemos ni un solo lugar donde celebrar bajo techo propio… Nuestros párrocos siguen atendiendo a los fieles y celebrando en locales cedidos o en módulos prefabricados de los que se usan en las obras”.

Patrimonio cultural y humano

Salvo la iglesia de Cristo Rey, construida a mediados del siglo pasado, que tendrá que hacerse de nueva planta, ya que quedó totalmente destruida, el resto de los templos son de los siglos XVI y XVII, y están considerados como Bienes de Interés Cultural (BIC), lo que condiciona grandemente su recuperación.

Antonio León trasladaba también el lado humano de la situación que están viviendo los sacerdotes de Lorca, que comparten el drama de muchos habitantes de la localidad murciana. “La casa que ayer te parecía que tenía solo dos grietas, resulta que hoy tiene catorce… Ves cómo tienen que derruir el bloque de viviendas que está junto a tu casa y sabes que la siguiente intervención afectará a la tuya”.

El vicario solo tiene palabras de gratitud y de reconocimiento para los esfuerzos que, desde las distintas diócesis españolas, y también desde diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, se están realizando para ayudar a la reconstrucción de la ciudad y también a la recuperación de sus iglesias. Aunque reconoce, a la vez con realismo y esperanza, que la cantidad recaudada hasta el momento apenas alcanzaría para la restauración de uno solo de los templos, para los que se calculan unos presupuestos altísimos (El Carmen, 1.255.000 euros; San José, 832.000; San Mateo, 972.000; San Patricio, 2.960.000; Santiago, 2.560.000). “Por eso nos ilusionamos cada vez que desde un Obispado se nos comunica una iniciativa para ayudar a Lorca”, señala Manuel Herrero.

Un fenómeno derivado del terremoto ha sido el desplazamiento de una parte nada desdeñable de la población a localidades cercanas, donde, en la mayoría de los casos, son acogidos por familiares y amigos. Así, por ejemplo, Águilas, Puerto Lumbreras o Mazarrón han visto multiplicada su población, en un principio, para pasar estos meses de verano, aunque con realistas expectativas de quedarse algún tiempo más.

Esto ha obligado a la diócesis murciana a contemplar una atención pastoral específica para los desplazados, así como a replantearse en algunos lugares los servicios parroquiales para el próximo curso; por ejemplo, con el incremento de niños para las catequesis.

Ante estas situaciones, Antonio León insiste en la urgencia de recuperar los templos, porque “la necesidad de la fe es fundamental. Yo tuve que tomar la decisión, en base a los datos que me ofrecían los técnicos, de que todos los templos tuviesen que ser cerrados. Para mí fue muy duro el tener que decir una y otra vez: ‘Esta iglesia, cerrada’. Y la gente sigue preguntándote dónde se puede ir a rezar. Por eso, necesitamos recuperar el espacio físico para desarrollar nuestra fe, para dar la catequesis, para compartir nuestras celebraciones”.

El S.O.S. de un obispo

En una carta fechada el 15 de julio, el obispo de Cartagena-Murcia, José Manuel Lorca Planes, agradece las ayudas recibidas desde el primer día del terremoto, recuerda que la tragedia sigue viva en Lorca y apela, particularmente, a las instituciones públicas, para garantizar la tranquilidad de quienes se han quedado sin vivienda o trabajo.

El obispo José Manuel Lorca Planes, testigo directo de la tragedia

“Todos sabéis lo que hemos vivido en estos dos meses pasados con el terremoto en Lorca, mucho sufrimiento, dolor y lágrimas, pero también nos ha visitado el amor samaritano de tantos hombres, mujeres y generosas instituciones, que de mil formas, poniendo a trabajar la imaginación, se han solidarizado con nosotros. Por esto os estamos agradecidos”, señala el prelado.

Hace un llamamiento contra el olvido: “La dramática noticia, que ocupó primeras páginas y abrió todas las noticias de TV y radio en los medios de comunicación, puede haberse oscurecido, aparece poco, en contadas ocasiones, pero en Lorca no se han acabado las preocupaciones, es imposible que pasen tan rápidas, cuando arrastran tras de sí la problemática de tantas personas, de tantas familias… No podemos dejar de preocuparnos por los que están viendo cómo demuelen sus casas. La información de hoy dice que los bloques de la Residencia San Mateo los derriban; esto supone que unas 80 familias más han perdido su vivienda, y así todos los días… ¿Cómo olvidarnos de ellos?”.

“Yo lanzo este grito de SOS todo lo alto que puedo –continúa–, aunque soy consciente de que las respuestas siempre vienen lentas para los que tienen sus comercios destruidos, y con ellos, su medio de vida; para los que todavía están con familiares o buscando alquilar un piso, sin conseguirlo… ¿Dónde metemos los lamentos, dónde la angustia de los lorquinos?”.

Y concluye con un ruego: “Venid a Lorca, visitad una ciudad que quiere reconstruir su vida y su ritmo, ved con vuestros propios ojos que todos los templos están cerrados y rotos, que también la familia de la fe sufre el mismo dolor; observad la desolación de los solares, ahora sin vida y sin rastro de recuerdos, y no lloréis con nosotros, tendednos, mejor, vuestras manos”.

En el nº 2.763 de Vida Nueva.

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir