‘El fin es mi principio’: vida y muerte, de frente

J. L. CELADA | El interés de una historia y el manejo interpretativo de quien se mete en la piel de su protagonista resultan determinantes para garantizar el recorrido –narrativo y comercial– de cualquier producción cinematográfica. Más aún cuando se trata de una semblanza biográfica con tono de memorias, cierta vocación documental y una puesta en escena muy teatral. Rasgos tan poco atractivos a primera vista, que hablan del riesgo de trabajos como El fin es mi principio, adaptación al celuloide del best seller del mismo título sobre el periodista y corresponsal de guerra italiano Tiziano Terzani (1938-2004).

Su hijo Folco, autor del original literario, firma también el guión de una cinta que Jo Baier dirige guiado por principios que escasean en este negocio: la austeridad y la honestidad. El documentalista alemán no necesita grandes medios para atrapar al espectador en esas largas conversaciones entre el viejo reportero y el notario de sus recuerdos; ni siquiera acude a los socorridos flashbacks para aligerar tal sucesión de diálogos y monólogos. Sus encuentros desprenden por sí solos un intenso aroma a verdad.

El cercano final de nuestro hombre (un majestuoso Bruno Ganz, sin el que sería inconcebible el proyecto) lleva a su heredero hasta su retiro en la Toscana, donde compartirá con él sabias reflexiones acerca del gran viaje de la vida, ese cuyo círculo se dispone a cerrar con mano temblorosa. A modo de testamento, su voz quedará recogida en grabaciones que rememoran sus luchas (París del 68) y sus decepciones (la China de Mao), sus lágrimas (por la Guerra de Vietnam) y la inmensa alegría de reconocerse parte de un todo (sus tres años de retiro en el Himalaya).

Débil pero sereno, no elude tampoco hablar de la muerte, de su miedo a perder lo que tiene, aunque lo hace con la secreta esperanza de perpetuarse en un legado de valores que resume en un postrero consejo: “Vive una vida que te pertenezca y en la que te reconozcas a ti mismo”.

Y es que, tras décadas de búsqueda movido por esa necesidad de querer saber por qué estamos en este mundo, Tiziano ha aprendido que ya no caben roles ni caretas, incluso ni nombres. El “regalo” del cáncer le ha brindado la oportunidad de ver las cosas tal como son, algo que empezó a intuir cuando, harto de contemplar la capacidad destructiva del ser humano, descubrió que la auténtica revolución se libra dentro de cada uno.

Como los bellos paisajes que engalanan este cara a cara paterno-filial, entre pasado y futuro, vida y muerte, somos privilegiados testigos de una película cuya profunda espiritualidad nos enseña a mirar con otros ojos la realidad circundante. Esa que tantas veces el cine disecciona y reinventa sin otra ayuda que la de dos de sus mejores armas: la escritura y el talento para plasmarla en pantalla, particular principio y fin de este invento.

FICHA TÉCNICA:

TÍTULO ORIGINAL: Das ende ist mein anfang.

DIRECCIÓN: Jo Baier.

GUIÓN: Folco Terzani y Ulrich Limmer, sobre el libro de Tiziano Terzani.

FOTOGRAFÍA: Judith Kaufmann.

MÚSICA: Ludovico Einaudi.

PRODUCCIÓN: Ulrich Limmer.

INTÉRPRETES: Bruno Ganz, Elio Germano, Erika Pluhar, Andrea Osvárt, Nicoló Fitz-William Lay.

En el nº 2.763 de Vida Nueva.

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