El Papa ultima el mensaje que dará en la JMJ de Madrid

Es una de las muchas actividades a las que dedicará sus vacaciones en Castel Gandolfo

ANTONIO PELAYO. ROMA | Los papas, como todos los seres humanos, necesitan unas vacaciones, sobre todo cuando, como en el caso actual, han superado ya los 84 años de edad y llevan un ritmo de trabajo “despiadado”. Benedicto XVI se trasladó el jueves 7 de julio al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, donde piensa pasar todo el verano. [Siga aquí si no es suscriptor]

Durante el mes de julio quedan suprimidas todas las audiencias, incluidas las generales de los miércoles, que volverán a celebrarse a partir del 3 de agosto. Una única excepción tendrá lugar el 18 de julio, día en que recibirá al primer ministro de Malasia, Najib Razak, acompañado de su ministro de Asuntos Exteriores y del arzobispo de Kuala Lumpur, Murphy N. X. Pakiam, llegados a Roma con motivo del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República de Malasia.

El Santo Padre interrumpirá su estancia en la localidad lacial que se asoma al lago Albano para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid (del 18 al 21 de agosto) y viajar por tercera vez a su país natal, Alemania (del 22 al 25 de septiembre).

Durante estos dos meses y medio de “vacaciones”, además de pasear por los jardines de la villa pontificia y dedicar mayor atención a la música, el Papa dará los últimos retoques a sus discursos de Madrid y Alemania, y a la exhortación postsinodal sobre la reconciliación en África, que entregará personalmente a la Iglesia del Continente Negro durante su viaje a la República de Benín (del 18 al 20 de noviembre).

También asistirá a las sesiones de trabajo del Ratzinger schülerkreis, que sus alumnos han querido dedicar este año a una profundización sobre el concepto de nueva evangelización. A todo esto se añade la redacción de algunos capítulos del tercer volumen de su Jesús de Nazaret, centrado en la infancia y vida oculta del Salvador.

Visita del Papa a la exposición 'El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad'

Es el segundo verano que Joseph Ratzinger pasa íntegramente en Castel Gandolfo. Como es sabido, sus médicos le aconsejaron que renunciara a sus vacaciones en las regiones montañosas del norte de Italia a causa de que la presión es más alta, poco conveniente para su sistema circulatorio. Sobre la salud del Papa (tema tabú por excelencia), algunos observadores hacen notar que ha perdido peso en los últimos meses (sigue, al parecer, una dieta) y que ofrece con alguna frecuencia inequívocas muestras de fatiga. Su médico personal, Patrizio Polisca, mantiene un control permanente sobre sus constantes vitales y es obvio que no se observan, al menos desde el exterior, signos de especial inquietud.

Arte para el corazón

Antes de dirigirse a Castel Gandolfo, Joseph Ratzinger se despidió de su hermano mayor, Georg, que, después de haber celebrado en Roma junto a él el 60º aniversario de su común ordenación sacerdotal, ha regresado a Baviera (le ha acompañado, en este viaje de regreso, el secretario personal del Santo Padre, Georg Gänswein).

Una de las más felices iniciativas para celebrar los 60 años de sacerdocio del Papa ha sido la exposición El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad, organizada por el Pontificio Consejo de la Cultura, que preside el cardenal Gianfranco Ravasi, y en la que han participado 60 artistas de todo el mundo con obras que van desde la pintura y escultura a la música y el cine, pasando por la fotografía y la arquitectura.

La exposición se extiende en los más de 1.000 metros cuadrados del atrio del Aula Pablo VI y permanecerá abierta hasta el 4 de septiembre. El Papa la inauguró el 4 de julio, y su entrada en el espacio expositivo fue acogida con el Padre Nuestro del compositor estonio Arvo Pärt, que acompañaba al piano al jovencísimo Heldur Harry Polda. Ravasi subrayó la continuidad de este gesto con el encuentro que Benedicto XVI mantuvo con los artistas en la Capilla Sixtina el 21 de noviembre de 2009 y aseguró que el diálogo continuaba, como lo manifestaba este homenaje, “expresión del itinerario creativo de cada uno de estos artistas guiados por tres estrellas de nombre extraordinario: verdad, caridad, belleza”.

En su discurso, el Santo Padre resaltó que “el mundo en que vivimos necesita que la verdad resplandezca y no sea ofuscada por la mentira o la banalidad; necesita que la caridad inflame y no sea atropellada por el orgullo y el egoísmo.Tenemos necesidad de que la belleza de la verdad y de la caridad sacuda lo más íntimo de nuestro corazón y lo haga más humano”.

El Papa visitó la exposición con detenimiento y habló con muchos de los artistas presentes. El español Pedro Cano le mostró su acuarela de la Porta Maggiore de Roma, a través de la cual un peregrino entra en la Ciudad Eterna, y el arquitecto Santiago Calatrava exponía su proyecto para rematar con nuevas tecnologías la inconclusa catedral de San Juan el Divino en Nueva York.

Otro aniversario al que el Papa no podía ser indiferente era el de L’Osservatore Romano, que ha llegado a sus 150 años de existencia y de servicio a la Santa Sede. Benedicto XVI visitó sus instalaciones el martes 5 de julio en compañía del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, y lo que hubiera podido ser un acto meramente protocolario se transformó en un encuentro tan espontáneo como cordial.

En la redacción de 'L'Osservatore Romano'

Este clima lo marcó desde el primer momento el director del rotativo, Gian Maria Vian, dirigiendo a su ilustre huésped y al mismo tiempo “editor” y primer colaborador del periódico unas palabras no por improvisadas menos sustantivas. “Uno de los dos lemas que figuran bajo nuestro título es Unicuique suum, que, como bien sabe Vuestra Santidad, es un principio de la filosofía antigua, el de la justicia, derivado del derecho romano. El otro es Non praevalebunt, que es un dicho de Jesús en el Evangelio de Mateo, el mismo que contiene el Tu es Petrus. Esto significa una unidad profunda, profundamente ligada: Tu es Petrus, non praevalebunt. Estamos todos en la misma pequeña barca, la navecilla de Pedro”.

También el Papa abandonó el discurso que le habían preparado sus colaboradores después del primer párrafo para asegurar que, “desde hace mucho tiempo, sentía verdadera curiosidad por ver cómo se hace hoy un periódico, dónde nace el periódico y conocer al menos por un momento a las personas que hacen este nuestro periódico”.

Después de alabar la universalidad –y la catolicidad– del diario vaticano, valoró muy positivamente otra de sus características: “L’Osservatore –dijo– no se queda en la superficie de los acontecimientos, va a sus raíces. Además de la superficie, nos muestra las raíces culturales y el fondo de las cosas. Para mí no es solo un periódico, es también una revista cultural”. Por fin, destacó que los criterios de selección del diario se basan no solo en el derecho natural, sino también en el Evangelio.

Una obra necesaria

Sin abandonar el campo de las publicaciones, el miércoles 6 le fue presentada al Papa la sexta edición del Atlas Hierarchicus, una monumental obra que describe con mapas e innumerables datos estadísticos la presencia de la Iglesia en los diversos continentes. Responsable de esta edición es la Pontificia Universidad Urbaniana, que depende de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Por esta razón, fue su recientemente nombrado prefecto, Fernando Filoni, el encargado de hacer la presentación de este volumen, que pone al día la anterior edición, fechada en 1992. En estos últimos años, la realidad eclesial en los llamados ‘países de misión’ ha registrado profundos cambios que hacían, por eso, imprescindible la puesta al día de una obra de necesaria consulta.

Como ya hemos escrito en otras ocasiones, el de los medios de comunicación es uno de los capítulos deficitarios en las finanzas de la Santa Sede, y en 2010 la tradición no se ha roto. Pero, a pesar de todo, el ejercicio económico del año precedente ha sido positivo y se ha cerrado con un superávit cercano a los diez millones de euros. Es la noticia más importante que se ha filtrado de la reunión del Consejo de cardenales para el estudio de los problemas organizativos y económicos de la Santa Sede.

En el nº 2.762 de Vida Nueva.

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