‘El amor de Tony’: contra viento y marea

J. L. CELADA | Una pequeña localidad pesquera en Normandía es el recóndito escenario del encuentro entre Angèle y Tony, dos náufragos a la deriva que dan título (original) al estreno en la dirección de largometrajes de Alix Delaporte. Aunque traducida al español como El amor de Tony, esta modesta producción francesa nos acerca a la relación de su pareja protagonista, necesitada por razones bien diversas de esa capacidad redentora del corazón que ha regalado al séptimo arte tardes inolvidables.

Puede que no sea esta una de ellas, o –para ser más exactos– que su ritmo narrativo no contribuya a fijar en el recuerdo la interesante propuesta que hay detrás. Sin embargo, un poco de paciencia (gran prueba de fuego para el espectador inquieto) nos permitirá disfrutar de una historia mil veces contada y casi otras tantas entregada al subidón de azúcar y la lágrima fácil. Deriva que aquí, por fortuna, la realizadora sortea con una madurez impropia de su condición de debutante.

Junto a las embravecidas aguas del Mar del Norte, Delaporte reúne frente a su cámara, gracias a un anuncio, a dos criaturas desvalidas en busca de una segunda oportunidad: ella (Clotilde Hesme con su enigmática belleza), una joven madre, arrastra la condena de un pasado “accidentado”; él (Grégory Gadebois rebosante de primitiva humanidad), un sacrificado pescador local, sueña con un puerto seguro donde ponerse a salvo de tempestades –meteorológicas y familiares– y otros elementos que acechan el rumbo de su travesía vital (soledad, desencanto…).

Sin prisas ni aspavientos, como corresponde al afanoso camino del descubrimiento mutuo y a la sombra amenazadora de un nuevo tropiezo, ambos personajes irán abandonando su aislamiento para aprender a conocerse y a quererse. Con el cadencioso paso de los días, una y otro tratarán de poner orden en sus ideas y nombre a sus sentimientos. Ardua tarea, que no solo delata su compleja personalidad, sino que proporciona a la cinta momentos de extraordinaria calidez, honestidad y credibilidad, valores que cotizan a la baja en la industria cinematográfica actual.

Como digna creadora de esos seres limitados para la comunicación pero tercos en su empeño de encontrar un refugio emocional, la directora gala se esfuerza contra viento y marea en cada plano por no caer en la rutina –escrita y visual– de muchos otros relatos de amor, incapaces de dejar hablar a las imágenes y los silencios.

El amor de Tony acompaña tan discretamente en su evolución a los abnegados habitantes de este microcosmos que cualquier detalle, por insignificante que parezca, se convierte en una declaración pública de su respeto (y cariño) hacia ellos. Lo que quizás explicaría también la “licencia” de ese happy end, colofón nada acorde con una película que huye de la complacencia y lo socialmente establecido. Un mal menor, en todo caso, mejorable en próximos proyectos.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Angèle et Tony.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Alix Delaporte.

FOTOGRAFÍA: Claire Mathon.

MÚSICA: Mathieu Maestracci.

PRODUCCIÓN: Hélène Cases.

INTÉRPRETES: Clotilde Hesme, Grégory Gadebois, Evelyne Didi, Jérôme Huguet, Antoine Couleau, Patrick Descamps, Patrick Ligardes, Lola Dueñas.

En el nº 2.762 de Vida Nueva.

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