Victoria Camps: “El mal es más atractivo y nos puede”

Filósofa y escritora, publica ‘El gobierno de las emociones’

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Victoria Camps (Barcelona, 1941) recurre a filósofos antiguos, modernos y posmodernos, de Platón y Adam Smith a Hannah Arendt, para explicarnos en El gobierno de las emociones (Herder) que no basta con saber distinguir entre el bien y el mal, sino que la moral se ha de definir como “una sensibilidad de acuerdo con la cual uno siente atracción hacia lo que está bien y repulsión hacia lo que está mal”.

En definitiva, el “alma sensible” de Hutcheson. “Es cierto, encontramos apoyos a lo que quiero decir en todas las épocas, aunque en la modernidad sobre todo ha predominado el racionalismo –explica–. Pero a mí siempre me ha atraído la ética griega, la ética de las virtudes, entendida como la formación del carácter, el cual es una mezcla de sensibilidad y razón”.

Heredera de López Aranguren y Ferrater Mora, Camps ha conseguido hacer visible la filosofía y dar voz a la democracia participativa y a la ética en unos tiempos poco propicios para ello.

Cubierta de 'El gobierno de las emociones', de Victoria Camps

En El gobierno de las emociones acude a Aristóteles, Spinoza y Hume, para exponer la hipótesis de que no hay razón práctica sin sentimientos. Pero la gran pregunta a la que contesta en este libro nos la estamos haciendo mucho últimamente.

– ¿Por qué es tan difícil que la ley moral dirija nuestras vidas?

– Porque la condición humana es imperfecta y porque no somos solo razón, suponiendo que entendamos que quiere decir eso. San Pablo ya decía “no hago el bien que quiero sino el mal que aborrezco”. Aristóteles ya lo había notado al decir que la voluntad es débil. Querían decir que muchas veces el problema no es que no sepamos distinguir el bien del mal, sino que el mal es más atractivo y nos puede. Por eso, lo que defiendo es que no basta la visión del mal, debe repugnarnos emotivamente.

La voluntad

– Otra manera de verlo es su afirmación de que quien “vive en la indiferencia” no tiene ética… ¿Predica la “motivación moral”?

– El comportamiento moral –también el inmoral– es una cuestión de voluntad, de querer hacer el bien y evitar el mal. La voluntad no se mueve si no se siente mínimamente “apasionada” por una idea, por un objetivo o por una causa.

– Dice: “Todas las emociones pueden ser útiles y contribuir al bienestar de la persona que las experimenta, para lo cual hay que conocerlas y aprender a gobernarlas. Es posible hacerlo”. Pero, ¡nos han enseñado a esconderlas!

– Hay emociones que se han fomentado para conseguir determinados propósitos. Ciertas personas sienten vergüenza de ser como son porque la sociedad las excluye y les hace sentirse inferiores. El discurso del miedo siempre ha acompañado a la propaganda política. La compasión se ha presentado como sustituta de la justicia. Por eso, conviene conocer las emociones, valorarlas, ver de dónde proceden para reprimirlas o exhibirlas.

 

El movimiento de los indignados

– Entre la crisis y los indignados, parece que la ética resplandece como valor fundamental para vivir y relacionarse. ¿Será ahora o cuándo?

– Que los movimientos actuales sean la expresión de la indignación significa que puede producirse esa vinculación entre la visión de las injusticias y el sentimiento de indignación ante ellas. Por eso, muchos se echan a la calle y acampan en las plazas. Si no hay sentimiento, nadie se mueve. Ahora bien, para que el movimiento persevere y prospere habrá que hacer algo más.

– ¿Hacia dónde debe de ir?

– Puede ser el principio de un cambio si no se reduce a ser la mera expresión de la indignación. Un movimiento tiene que ir hacia alguna parte, no sabría decir hacia dónde, pero habría que profundizar en esa idea de una democracia más efectiva, menos partidista y menos endogámica. Más creíble. A partir de ahí, pueden darse cambios; aunque en una democracia, los cambios no pueden hacerse de espaldas a las instituciones. Se mejoran desde dentro.

En el nº 2.760 de Vida Nueva y (entrevista completa para sucriptores).

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