‘Micmacs’: sueños reciclados

J. L. CELADA | Del director de Amelie y Delicatessen. Así comparece ante el público español Micmacs, último trabajo del personalísimo cineasta galo Jean-Pierre Jeunet. Una carta de presentación más que justificada –y no solo por motivos promocionales–, porque, si bien no alcanza el realismo poético de sus dos producciones más aplaudidas y recordadas, sí comparte con ellas un universo tan identificable entre sus incondicionales como desconcertante para quienes se asoman por primera vez a su obra. Y nunca viene mal avisarlo (y saberlo).

Superados posibles prejuicios, el espectador tiene por delante la oportunidad de emprender un ajetreado viaje junto al depositario de una bala perdida, que planea su particular venganza contra los causantes de su infortunio. Un ejercicio casi circense que el protagonista (Dany Boon) organiza acompañado por su familia de adopción: la que integran unos cuantos desheredados sociales de excéntricas capacidades, cuyo único oficio es “recuperar, seleccionar y reparar”.

Idéntica filosofía del reciclaje es la que parece presidir también esta nueva historia de Jeunet, enésima reinvención del enfrentamiento entre David y Goliat, en la que el realizador francés rescata un imaginario cinematográfico (y literario) muy diverso: de la solidaridad juguetera de Toy story a la acción y el suspense de Misión imposible, pasando por aquella ternura que se respiraba en el hogar de Blancanieves y los siete enanitos. Todo en Micmacs nos invita a recrear los sueños para seguir viviendo. Por lejanos que resulten a primera vista.

El que plantea esta cinta se sitúa en el límite de la utopía: poner al descubierto las miserias de la industria armamentística, mientras se procede al desmantelamiento de su negocio de muerte ¡con material de segunda mano y mucha imaginación! Así, un proyecto condenado de antemano al fracaso en nuestro mundo de estrategias y daños colaterales impone aquí su lógica a contracorriente desde esa inocencia tan profundamente humana, aunque demasiado marginal, que propugna el cine de Jeunet.

Sus personajes, entrañables en su desdicha, nos empujan a la rebelión pacífica –a base de ingenio y buen humor– contra los abusos de los poderosos. Pero no es su carga de denuncia (muy evidente y a ratos algo frívola) lo que despierta el interés por Micmacs, sino un despliegue visual que se traduce en mil detalles felizmente realzados por su fotografía y su dirección artística. Y es que, pese a contar con diálogos ocurrentes y hasta creíbles, esta película no puede presumir de una especial fuerza narrativa.

Su ironía positiva, como corresponde a una notable comedia surrealista, se nutre más de los individuos, los lugares y las situaciones (las imágenes, en definitiva) que de las palabras. Una apuesta arriesgada, pero fiel a un estilo inconfundible… y necesario.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Micmacs à tire-larigot.

DIRECCIÓN: Jean-Pierre Jeunet.

GUIÓN: Jean-Pierre Jeunet y Guillaume Laurant.

FOTOGRAFÍA: Tetsuo Nagata.

MÚSICA: Raphael Beau.

PRODUCCIÓN: Frédéric Brillion, Gilles Legrand, Jean-Pierre Jeunet.

INTÉRPRETES: Dany Boon, André Dussollier, Nicolas Marie, Jean-Pierre Marielle, Yolande Moreau, Julie Ferrier, Omar Sy, Dominique Pinon, Michel Cremades, Marie-Julie Baup.

En el nº 2.760 de Vida Nueva.

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