Los benedictinos también renuncian a entrar en la Comisión para el Valle de los Caídos

F. OTERO | Continúa la polémica en torno al futuro del Valle de los Caídos, la Abadía de la Santa Cruz y la basílica y su uso para celebraciones religiosas. Después de que el Arzobispado de Madrid rechazara formar parte de la denominada Comisión para el futuro del Valle, ya constituida, la comunidad benedictina que allí está presente ha decidido no participar en ella y confirmado así las dudas que mantenía en semanas anteriores.

“El Gobierno dirige su fin hacia unos objetivos claramente alejados tanto del que ha movido a los benedictinos en los últimos 50 años (que no es otro que orar por todos los muertos en la Guerra Civil, promoviendo un espíritu de reconciliación entre los españoles desde la fe), como incluso de los preceptos contenidos en la Ley de la Memoria Histótica, que definen al Valle, exclusivamente, como lugar de culto y cementerio público”.

Esta postura fue transmitida por el abad, Anselmo Álvarez, a los dos presidentes de la Comisión, Virgilio Zapatero y Pedro González Trevijano, durante su reciente visita a la abadía.

Anselmo Álvarez, abad del Valle de los Caídos

La polémica que lleva dando que hablar desde hace meses, se ha avivado por una cierta ambigüedad del Gobierno, puesta de manifiesto por el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, quien, en su momento, aseguró que los monjes se quedarían en la Basílica, declaraciones que chocan con las pronunciadas hace pocos días, y que recogió Europa Press, en las que juzgaba “incompatible” el uso sacro del templo con la presencia de los restos de Francisco Franco, y opinaba que deberían depositarse en el panteón de El Pardo, donde está su viuda, si se opta por un cambio de significado del Valle de los Caídos.

Fuentes del Gobierno apuntarían más tarde que no se tomarán decisiones sobre el futuro del Valle, y tampoco sobre los restos del dictador que reposan en el recinto, hasta conocer las propuestas que ponga sobre la mesa la comisión de expertos designada para tal fin.

En el nº 2.759 de Vida Nueva.

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