Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, y los “centinelas de la mañana”

JOSÉ MARÍA AVENDAÑO PEREA, vicario general de la Diócesis de Getafe | Querido Antonio: Llevo un tiempo pensando en ti ante la Jornada Mundial de la Juventud del próximo agosto. Son muchos los motivos que me llevan a desearte lo mejor, y creo que el acontecimiento es una gran oportunidad para encontrarte con Dios. También sé que muchos jóvenes lo estáis pasando mal. Antonio, fue hace tres meses cuando coincidimos en el andén del MetroSur; tú venías hacia Getafe, y yo iba a Fuenlabrada. Me dijiste que no participarías en la JMJ porque desde hacía más de un año no querías saber nada de Dios. Y trayéndote a mi memoria, pensé en santa Teresa del Niño Jesús, una joven como tú, a quien con seguridad te gustará conocer. Espero ser capaz de mostrarte algo de la vida de esta mujer.

J.M. Avendaño

Por ello, querido amigo, te pido que acojas con benevolencia esta carta. Quiero comunicarte que el mundo es maravilloso, aunque cueste entenderlo; que cada día es una nueva oportunidad, que Dios nos da, para hacer las cosas nuevas.

A este importante acontecimiento para la Iglesia vendrán miles de jóvenes. Jóvenes que comparten nuestra fe, pero también jóvenes que dudan, que vacilan o no creen, a los que se les ofrece la posibilidad de tener la experiencia del Señor Jesús resucitado y de su amor por cada uno de nosotros.

Pienso en los jóvenes de nuestras parroquias, movimientos… y en esos otros con desánimo, miedo, sin horizontes en su existencia, y en algunas caras de la pobreza: el paro, la esclavitud de las drogas, la enfermedad mental, la vida en la cárcel, la explotación sexual.

Antonio, los jóvenes sois para la Iglesia y para el mundo un don del Espíritu de Dios. Fue el beato Juan Pablo II quien os animó a haceros “centinelas de la mañana” (cf. Is 21, 11-12).

Beatificación de los padres de santa Teresita de Lisieux, el 19 de octubre de 2008

Te propongo algunas de las líneas maestras de la personalidad de Teresa del Niño Jesús:

Una joven con los jóvenes que se hacen preguntas y encuentran respuestas en Jesucristo

Desde su infancia, adolescencia y juventud, Teresa del Niño Jesús experimentó las maravillas de Dios, y atravesó “cañadas oscuras”, pero supo confiar siempre en Él. Era la pequeña de la familia Martin, la menor de nueve hermanos. Nació el 2 de agosto de 1873. Su madre Celia murió cuando ella tenía solo 4 años. Experimentó la Navidad como un cambio radical de vida, “la gracia completa de su conversión”. “¡Desde entonces fui dichosa!”, confiensa en la noche del 25 de diciembre de 1886.

A los 15 años, peregrinó a Roma y solicitó permiso al Papa para entrar en el convento de carmelitas. “Venga, venga…, entrarás allí si el buen Dios lo quiere”, le dijo León XIII. Ingresó en el Carmelo de Lisieux el 9 de abril de 1888. Ahí comenzó la dolorosa enfermentad mental de su padre Luis. Un sufrimiento que le llevó a ella a la contemplación del Rostro de Jesús en su Pasión. De ahí su nombre de religiosa, sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, que expresa el programa de toda su vida: comunión con la Encarnación y la Redención de Cristo.

Amigo, nos hace bien oír lo que Dios nos dice en el interior; piensa en tu historia personal, familiar y de amistad, y en todos los dones con los que Dios te ha bendecido y sigue bendiciéndote. Jesús nos dice: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso” (Mt 11, 28).

Una joven con los jóvenes desde la oración y la caridad

La caridad es el “corazón de la Iglesia”, como intuyó Teresa: “La caridad me dio la clave de mi vocación… Mi vocación es el amor”. Tuvo experiencia de la compasión y la misericordia de Dios y se apasionó por llevarla a los demás.

Oró con la confianza de que Dios perdonaría al criminal Pranzini: “Había subido al cadalso…, cuando de repente, herido por una súbita inspiración, se volvió, cogió el crucifijo que le presentaba el sacerdote, y besó tres veces las sagradas llagas”. Y así define la oración, algo que en verdad nos ensancha el alma: “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito de gratitud y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús”.

No sé si a ti, pero a mí, me hace mucho bien esto que dice Teresa. Yo, por lo que conozco de tu vida, creo que no has de hacerte daño con tu historia, con tu pasado… Lo que verdaderamente importa es que Dios no te ha dejado de su mano. Fíate de Él. Ora y confía.

Una joven con los jóvenes que viven y sufren la ausencia de Dios

Teresa tuvo la conciencia de vivir esta gran prueba, de pensar que Dios estaba lejos, para la salvación de todos los ateos del mundo. Llama “hermanos” a los no creyentes, y se dirige a Dios pidiéndole perdón por ellos: “Tu hija, Señor, ha comprendido tu divina luz y te pide perdón para sus hermanos”. Aceptó sentarse a la mesa de los que viven sin contar con Dios: “Tu hija no quiere levantarse de esta mesa repleta de amargura, donde comen los pobres pecadores hasta que llegue el día que tú tienes señalado…”.

En 1896, se inicia el camino de su pasión, unida a la Pasión de Jesús; la pasión del cuerpo, con la tuberculosis que la condujo a la muerte, y la pasión del alma, con una muy dolorosa prueba de la fe. Con la Virgen María al lado de la Cruz de Jesús, Teresa vive ahora la fe como luz en las tinieblas que le invaden el alma.

A partir de la Pascua de 1896, experimentó la Noche del espíritu: “Me parece que las tinieblas, apropiándose la voz de los pecadores, me dicen, burlándose de mí: ‘Sueñas con la luz… Sueñas así la posesión eterna del Creador… ¡Adelante! ¡Adelante! Gózate de la muerte que te dará, no lo que esperas, sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada’”.

Las reliquias de santa Teresa del Niño Jesús han recorrido multitud de ciudades en todo el mundo

Pero el encuentro con Dios, que es Luz, lleva consigo pasar por la Noche, al quedar deslumbrados por su Presencia. Y siempre en el espesor de la Noche se vislumbra la Luz Pascual.

Antonio, me decías que estabas atravesando una etapa donde te costaba creer. Que tenías dudas. Estabas sin trabajo y que habías ido a pedir ayuda en Cáritas; debías varios meses de alquiler. Pero eso se va solucionando. Estoy convencido de que santa Teresa te confortará. Que la soledad no te haga daño.

Una joven con los seminaristas y sacerdotes

Durante su peregrinación a Roma, después de haber conocido en Italia a sacerdotes, también comprendió que eran hombres frágiles: “Si santos sacerdotes… muestran con su comportamiento que tienen necesidad extrema de oraciones, qué tendríamos que decir de aquellos que son tibios”.

Querido amigo, soy sacerdote, y estoy muy enamorado de Dios. Hazme un favor: acuérdate de mí y de todos los sacerdotes cuando reces a Dios.

Una joven con los jóvenes apasionados por comunicar la belleza de Jesucristo, en la salud o en la enfermedad

Maurice Belliere y Adolphe Roulland, misioneros en África y China, desde que eran seminaristas se encontraron sostenidos por la oración y el empeño misionero de Teresa.
Y es que vivió con intensidad el amor fraterno: hacia las hermanas de su comunidad, hacia sus dos hermanos misioneros, hacia los sacerdotes y todos los hombres, especialmente los más alejados. ¡Se convierte en una “hermana universal”!

Teresa, patrona de las misiones sin haber estado en misiones, murió a los 24 años. Antes de morir, mirando a su crucifijo, exclamó: “No muero, entro en la vida”. “¡Dios mío… te amo!”.

Antonio, sé que la cocaína y las pastillas te han jugado una mala pasada, que eso no te deja vivir. Sé de tus problemas con la familia, los amigos, el trabajo. No te culpes más. Tú sabes bien cómo la Iglesia te ha acompañado y ayudado. La “Noche” que estás atravesando pasará.

Santa Teresa, tú y nosotros

Amigo, mira la perla preciosa que nos ha dejado Teresa desde la Misericordia de Jesús: “Incluso si tuviese sobre la conciencia todos los pecados que se pueden cometer, iría con el corazón destrozado por el arrepentimiento, a lanzarme en los brazos de Jesús, porque sé cuánto ama al hijo pródigo que vuelve a Él”.

Experimentó que Dios se baja a los humildes y quiso “pasar su cielo en la tierra haciendo el bien”, algo que sigue cumpliéndose; vivió agradecida a los pequeños signos de Dios en la experiencia cotidiana; el amor misericordioso de Dios es su punto de partida y su punto de llegada; fue testigo de la confianza incondicional y la humildad en la agonía; vivió transfigurada por el amor en la vida ordinaria de la salud como de la enfermedad; patrona de los que buscan a Dios y de los que no lo tienen.

Antonio, pido a la Virgen María que te ayude, y a todos los jóvenes, “centinelas de la mañana”. Que estemos atentos a vuestras demandas y necesidades, y seamos capaces de acompañaros en las alegrías y en las esperanzas, en vuestros dolores y propuestas.

Yo acudiré como peregrino a la JMJ; te llamaré y me gustaría que te unieses a los jóvenes con los que iré. Si no acudes, seguiremos en contacto. Seguro que santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz nos vuelve a situar en el mismo andén. Un abrazo. Tu amigo.

En el nº 2.758 de Vida Nueva.

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