El Papa reivindica en Croacia las raíces cristianas de Europa

Benedicto XVI concluye su visita al país con una defensa clara de la familia

M. GÓMEZ | Cuando era cardenal, Joseph Ratzinger visitó dos veces Croacia: la primera, para asistir a los funerales de su buen amigo el cardenal Franjo Seper, que fue predecesor suyo en Doctrina de la Fe y presidente de la Comisión Teológica Internacional. La segunda, Ratzinger fue invitado a participar en un simposio y en una celebración mariana. De ambas estancias y de las conversaciones con amigos croatas, Ratzinger se hizo la idea de un país con hondas raíces católicas, muy cercano siempre a la Santa Sede y con clara vocación hacia el humanismo cristiano. Son ideas que ha podido confirmar tras su vista pastoral, ya como Benedicto XVI, los días 4 y 5 de junio.

Croacia ha sido el 19º viaje internacional del pontificado, el 13º a Europa, y, desarrollado bajo el lema Juntos en Cristo, el motivo principal era la celebración de la I Jornada Nacional de las familias católicas croatas. De nuevo, ha sido un viaje breve, pero intenso en encuentros y con mensajes no por repetidos menos necesarios. Principalmente dos: recordar las raíces cristianas de Europa y defender la familia frente al secularismo.

En el avión que le llevaba de Roma a Zagreb el sábado 4, el Papa atendió a la prensa, como suele. Lo más destacado fue el deseo de que Croacia entre pronto en la Unión Europea (UE), tal y como ya pidiera Juan Pablo II en 2003. “Creo que la mayoría de los croatas –respondió Benedicto XVI– ve esencialmente con gran alegría el momento en el que se una a la UE, pues es un pueblo profundamente europeo. (…) La identidad europea es una identidad propia en la riqueza de las diferentes culturas que convergen en la fe cristiana, en los grandes valores cristianos. Para que esto sea nuevamente visible, me parece que es una misión también de los croatas reforzar, contra un cierto racionalismo abstracto, la historicidad de nuestras culturas y la diversidad, que es nuestra riqueza. En este sentido, aliento a los croatas: el proceso de entrada en Europa es un proceso recíproco de dar y de recibir”.

Benedicto XVI, a su llegada al aeropuerto Pleso de Zagreb

En su discurso de despedida, el Papa volvería a insistir en la idea europeísta, cuando pidió a Croacia: “En este tiempo, en el que parecen faltar puntos de referencia fijos y seguros, los cristianos, ‘juntos en Cristo’, piedra angular, pueden continuar constituyendo el alma de la nación, ayudándola a desarrollarse y progresar”.

Como hiciera en Francia, Portugal o el Reino Unido, Benedicto XVI ha querido reservar un hueco en su agenda para encontrarse con representantes de la sociedad civil, el mundo de la cultura y líderes de otras religiones. El acto tuvo lugar el sábado por la tarde en el Teatro Nacional de Zagreb. “La religión no es una realidad separada de la sociedad, sino un componente suyo connatural”, explicó el Pontífice, que añadió: “La religión pone al hombre en relación con Dios, Creador y Padre de todos, y por tanto debe ser un factor de paz”, motivo por el cual “las religiones deben purificarse siempre según esta verdadera esencia suya para corresponder a su genuina misión”.

El Papa habló también de la actual crisis de conciencia en Occidente, advirtió del riesgo de que Europa “involucione” y apuntó que, “en la formación de las conciencias, la Iglesia ofrece a la sociedad su contribución más singular y valiosa”.

Al atardecer, decenas de miles de jóvenes llenaron la céntrica Plaza Josip Jelacic. Como no podía ser de otra manera, Benedicto XVI les animó a asistir a la JMJ de Madrid: “Vuestra juventud es un tiempo que el Señor os da para poder descubrir el significado de la existencia. (…) No os dejéis desorientar por las promesas atractivas de éxito fácil, de estilos de vida que privilegian la apariencia en detrimento de la interioridad. (…) No cedáis a la tentación de poner la confianza absoluta en el tener, en las cosas materiales, renunciando a descubrir la verdad que va más allá, como una estrella en lo alto del cielo. Dejaos guiar a las alturas de Dios”.

“¡Sed valientes!”

El momento culmen del viaje fue la misa del domingo en el hipódromo de Zagreb, adonde acudieron 400.000 personas, cifra impresionante, pues supone casi el 10% de la población total del país (cuatro millones y medio de habitantes).

Encuentro con la sociedad civil en el Teatro Nacional de Zagreb

“El bien de la familia es también el bien de la Iglesia”, dijo el Papa durante la homilía, en una de las muchas fórmulas que empleó para dignificar la familia cristiana frente a la secularización: “Es un medio decisivo para la educación en la fe, para la edificación de la Iglesia como comunión y para su presencia misionera en las más diversas situaciones de la vida (…); un signo especial de la presencia y del amor de Cristo, y que está llamada a dar una contribución específica e insustituible a la evangelización (…); ha sido siempre la primera vía de transmisión de la fe, y también hoy tiene grandes posibilidades para la evangelización en múltiples ámbitos”.

Benedicto XVI ha agradecido a los pastores su empeño en favor de las familias, especialmente en Europa, donde la secularización está provocando no solo la marginación de Dios, sino “una creciente disgregación de la familia”. “Queridas familias, ¡sed valientes! –exhortó–. No cedáis a esa mentalidad secularizada que propone la convivencia como preparatoria o incluso sustitutiva del matrimonio. (…) No hay que tener miedo a comprometerse con otra persona”, aseguró, y también señaló que la paternidad y la maternidad son “signo de apertura al futuro, de confianza en el porvenir”. En este sentido, reclamó medidas legislativas que apoyen a las familias “en la tarea de engendrar y educar a los hijos”.

Finalizada la misa, al rezar la oración mariana del Regina Coeli, el Papa invitó a todos los presentes a participar en el VII Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Milán del 29 de mayo al 3 de junio de 2012.

El presidente de la República, Ivo Josipovic, fue el encargado de despedir a Benedicto XVI en el aeropuerto Pleso de la capital. También aquí, el Papa entonó un mensaje claro a favor de la laicidad positiva, cuando resaltó que la vitalidad del catolicismo croata “no dejará de producir efectos positivos para toda la sociedad”, y abogó por “la colaboración, que espero sea siempre serena y provechosa, entre la Iglesia y las instituciones”.

Llamada a la comunión, en la línea del beato Stepinac

Una de las figuras más destacadas, si no la más, del catolicismo croata es el cardenal Alojzije Stepinac (1898-1960), arzobispo de Zagreb entre 1937 y 1960, condenado a prisión y trabajos forzados por el régimen comunista de Tito, nombrado cardenal por Pío XII en 1952, fallecido por una enfermedad contraída en la cárcel (declarado, por ello, mártir) y beatificado por Juan Pablo II en 1998 en el santuario de Marija Bistrica.

“Por su firme conciencia cristiana, supo resistir a todo totalitarismo, haciéndose defensor de los judíos, los ortodoxos y todos los perseguidos en el tiempo de la dictadura nazi y fascista, y después, en el período del comunismo, ‘abogado’ de sus fieles, especialmente de tantos sacerdotes y asesinados”, describió Benedicto XVI, volviendo a aclarar el verdadero papel de Stepinac, frente a la campaña de desprestigio que siempre le ha rodeado, y que los croatas esperan que se despeje definitivamente cuando concluya el proceso de canonización que está abierto actualmente.

Durante las vísperas que se celebraron en la catedral de Zagreb, el domingo por la tarde, con los representantes de la Iglesia en Croacia, Ratzinger insistió mucho en la necesidad de la comunión eclesial y en la importancia de trabajar “siempre al servicio de la reconciliación entre los cristianos divididos y entre los cristianos y musulmanes”. Y volvió a recordar a Stepinac: “Los méritos de este inolvidable obispo derivan esencialmente de su fe: él tuvo en su vida la mirada fija siempre en Jesús, y siempre se configuró con Él, hasta el punto de convertirse en una viva imagen de Cristo, también en sus padecimientos”.

En el nº 2.757 de Vida Nueva.

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