Hagiografías

PABLO d’ORS | Sacerdote y escritor

“‘Para librar el combate de la fe, desde joven me interesé por el que otros habían librado antes que yo y con qué resultados. Fue así como me aficioné a las biografías de santos. Leí muchas e imitaba sus ejemplos. En lo que aquellos testimonios me ayudaron más fue en el convencimiento de que todo lo que consigue un hombre, salvadas ciertas condiciones, puede lograrlo otro”.

Para ser un buen evangelizador es importante carecer de estrategia. Tanto reparo hacia las estrategias es porque retardan la acción. Conozco a presuntos evangelizadores que solo se han dedicado a programar. Conozco a hombres y mujeres que han estado preparándose durante años para sembrar como es debido y que han muerto, llevándose consigo su larga y estéril preparación. Por otra parte, el Evangelio no se instaura desde la lógica mundana de la planificación, sino con el silencio y la cruz, el fracaso y la abnegación.

Para librar el combate de la fe, desde joven me interesé por el que otros habían librado antes que yo y con qué resultados. Fue así como me aficioné a las biografías de santos. Leí muchas e imitaba sus ejemplos. En lo que aquellos testimonios me ayudaron más fue en el convencimiento de que todo lo que consigue un hombre, salvadas ciertas condiciones, puede lograrlo otro.

Por admirables que me resultaran las proezas ascéticas de aquellos, supe que las mías podían ser igual de grandes. No vi que el dominio sobre mis deseos y sentidos fuera posible hasta que empezó a serlo. Mi propia libertad me sedujo. Cayeron en mis manos el anónimo El peregrino ruso y El canto del pájaro, de Anthony de Mello.

“Estos libros son importantes –me dijo un sacerdote–, pero lo más importante son los silencios a los que conducen. Por muy capitales que hayan sido para el cristianismo, si no te enseñan a callar, no son buenos para ti. ¿Entiendes esto?”. Dije que sí, pero no lo entendía. ¿Cómo iba a entenderlo si no sabía del silencio del que me hablaba?

En el nº 2.756 de Vida Nueva.

Compartir