Perú decide su futuro sin olvidar su pasado

Un militar nacionalista y la hija de Fujimori se disputarán la presidencia el 5 de junio

Ollanta Humala

MARÍA ROSA LORBÉS. LIMA | Perú se dispone a acudir por segunda vez a las urnas, el próximo 5 de junio, para elegir a su presidente después de vivir una campaña un tanto crispada. Parece que el país siguiera en estado de shock tras los resultados que deparó la primera vuelta, celebrada el 10 abril, cuando el militar retirado Ollanta Humala (Gana Perú) y Keiko Fujimori (Fuerza 2011), hija del ex presidente Alberto Fujimori –condenado por delitos contra los derechos humanos y corrupción–, obtuvieron los dos primeros lugares en el cómputo electoral, con el 31,6% y el 25,3% de los votos, respectivamente.

Para entender un poco mejor este clima de desconcierto, cabe añadir que, en sondeos previos, ambos candidatos registraban los índices más altos de rechazo por parte de sus opositores. Es decir, uno y otra representaban para la mayoría de la población alguien por el/la que “jamás votaría”.

En un país admirado por la década de crecimiento económico ininterrumpido que viene disfrutando, pero en el que subsisten porcentajes significativos de pobreza, sobre todo en zonas rurales, y en el que ha crecido también la desigualdad, casi el 60% de los votantes han expresado su deseo de que las cosas cambien para que la pregonada bonanza llegue a todos. La demanda es crecimiento, sí, pero con distribución y con inclusión.

Keiko Fujimori

La propuesta de Gana Perú pone mucho énfasis en las políticas sociales y propone para ello subir los impuestos a los más ricos, especialmente a las empresas mineras, y extractivas, en general, que han obtenido extraordinarias ganancias en los últimos años por los altos precios del oro y otros minerales. Algo que acrecienta el miedo de los empresarios, que temen que Humala se convierta en otro Chávez y se eternice en el poder.

Keiko Fujimori, de Fuerza 2011, por su parte, plantea continuar el estilo de su padre: una combinación de neoliberalismo a ultranza, con altas dosis de populismo directo y autoritarismo. Y otro sector de ciudadanos se aterra ante la posibilidad de que, con ella, regresen la corrupción, el despotismo y la indiferencia ante las violaciones de los derechos humanos.

Opciones distintas

Javier Torres, analista político, comenta que “ambos candidatos tienen un presente y un pasado que debemos tomar en cuenta, pero está bastante claro que son opciones distintas. Keiko significa la continuidad de un modelo económico basado en la más amplia libertad de mercado, sin correcciones ni ajustes sustantivos, y en el cual la corrupción es el pan nuestro de cada día. Humala significa la reforma del modelo a partir de una mayor intervención del Estado en la vida económica del país, ante la evidencia palpable de que sin un Estado más fuerte será imposible continuar por la senda del crecimiento y resolver los graves problemas de exclusión que el libre mercado ha generado”.

Hasta el momento, las encuestas hablan de un empate técnico, con una ligerísima ventaja para Humala, de manera que es imposible predecir qué pasará el 5 de junio. Mientras tanto, la mayoría de los grandes medios de comunicación se ha embarcado sin pudor en una agresiva campaña contra el líder de Gana Perú, tachándole de “comunista”, “autoritario”, “chavista”, etc., a pesar de que él se reclama más cercano a Tabaré, Mujica y Lula.

Hace ya varios meses, antes de la primera vuelta, Mario Vargas Llosa sugirió votar por el expresidente Alejandro Toledo, porque “sería dramático que en la segunda vuelta los peruanos tuvieran que escoger entre el cáncer y el sida: Humala versus K. Fujimori”. La situación que entonces planteaba el Nobel de Literatura 2011 ha llegado y, ante la nueva coyuntura, él ha declarado que votará a Ollanta Humala. Las urnas dictarán sentencia.

Verdad y propuestas

El cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, pidió semanas atrás a los dos candidatos presidenciales que la “verdad sea el marco en que se desarrolle”
la campaña
. “No estemos acomodándonos a ver qué quiere el pueblo para engañarlo…, para ver cómo conseguimos votos a cualquier precio”, añadió. Cipriani animó a que prevalezca la verdad sobre el marketing político, porque “cada candidato tiene sus propuestas y tiene que explicarlas y, a partir de las mismas, el electorado decidirá a quién apoyar”.

En el nº 2.755 de Vida Nueva.

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