Los jóvenes católicos también están indignados

El Movimiento 15-M, que reclama una regeneración democrática, interpela a los creyentes

MIGUEL Á. MALAVIA – FRAN OTERO | La campaña electoral para las autonómicas y municipales del pasado 22 de mayo parecía desarrollarse con la misma atonía que las precedentes. Hasta que el 15 de mayo, en Madrid, un grupo de jóvenes acampó en la Puerta del Sol reclamando una serie de principios que den la vuelta al desencanto social ante la política.

Las críticas al bipartidismo, a la corrupción de algunos políticos y a los excesos del sistema económico imperante aglutinaron una oleada de protestas que, a lo largo de los días siguientes, se extendieron por las principales ciudades de toda España. Los indignados pretenden una “revolución ética” que defiende ser pacífica, asindical y apartidista. “Es de todos”, dicen los organizadores, que se felicitan de que integre a gentes de distinta condición y edad; aunque el liderazgo recaiga en los jóvenes. Pero, ¿y los jóvenes católicos? ¿También ellos están indignados?

Saúl Pérez, presidente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), es muy claro a la hora de ofrecer su apoyo al movimiento (aunque insiste en que este no es institucional): “Era la respuesta que se esperaba ante tanta indignidad, habiendo una toma de conciencia de la ciudadanía. Hemos de situar a la persona en el centro, no dejando que se impongan los mercados financieros ni los intereses particulares”.

Opinión con la que coincide David Cantero, presidente del sector juvenil de Acción Católica General (ACG-J): “Lo mejor ha sido la respuesta de la gente. Se decía que los jóvenes estábamos parados, adormecidos. Se ha visto que tenemos sentido crítico y reivindicamos una mayor participación social. [Los jóvenes católicos también están indignados, seguir leyendo]

En el nº 2.755 de Vida Nueva.

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