Pedro Miguel Lamet: “El trabajo en la frontera es arriesgado, pero necesario”

Autor de ‘El último jesuita’

FRAN OTERO. FOTOS: LUIS MEDINA | Pedro Miguel Lamet (Cádiz, 1941) es sacerdote, escritor, poeta, periodista, profesor… facetas que ha desarrollado con gran solvencia y que le han valido el reconocimiento de lectores y alumnos, así como de numerosos premios. Labor que, además, ha desarrollado en numerosas instituciones: Vida Nueva, El País, Pueblo, Cambio 16, Universidad de Deusto, Universidad de Valladolid, Universidad de Caracas… con la libertad que, según él, le han ofrecido los Ejercicios de san Ignacio de Loyola y la formación jesuítica.

Aunque su currículum es apabullante, sostiene que nada de eso es sino “un átomo de la Luz total”. Como buen investigador, Lamet ha afrontado en el último año un reto muy exigente, a pesar de que reconoce que ha sido “intenso y apasionante”: plasmar en un novela la expulsión de España y la supresión de la Compañía de Jesús que tuvo lugar en el siglo XVIII. El resultado lleva por título El último jesuita (La Esfera de los Libros), al que si hubiera que poner nombre propio, sería el de san José de Pignatelli, que vivió el proceso y restableció la Compañía.

Pero más que una persona, continúa Lamet, es un símbolo que quiere trasmitir, con cada página, la enseñanza de que “por encima las dificultades, problemas, incluso la muerte misma de la institución, la fidelidad a la oración y al encuentro con Jesucristo permiten seguir siendo uno mismo”.

Para Lamet, en la persecución a los jesuitas aparece una de las cuestiones más discutidas, también actuales: el conflicto entre Iglesia y Estado. “Hoy, ni los reyes ni el Papa –sostiene– tienen tanto poder como entonces, pero vemos que se produce una confrontación entre clericalismo y anticlericalismo exacerbado muy peligrosa”.

Persecución política y desde la propia Iglesia porque, según explica el escritor gaditano, “los jesuitas resultaban molestos”. El trabajo en la frontera es lo que les ha llevado a ser incómodos, incluso para algún pontificado del siglo XX. “El trabajo en la frontera teológica, cultural, política… es muy arriesgado, pero muy necesario. Si la Iglesia ha podido dialogar con otras religiones o con la sociedad ha sido gracias a gente como los jesuitas, no solo ellos”.

Lo ejemplifica en Ellacuría y sus compañeros mártires, que murieron por un trabajo de frontera, por defender a los pobres. “¿Es política o religión? Ambas cosas. No se puede vivir el Evangelio y olvidarte de que están machacando a tus hermanos”. También en la investigación teológica: “Al investigar, se encuentran cosas doctrinalmente peligrosas; es parte del proceso”.

La estela de Arrupe

Declara que hoy la Compañía sigue la estela de Pedro Arrupe, al que considera “un profeta del siglo XXI, un hombre que se adelantó a su tiempo”. En su opinión, tras el Vaticano II, los jesuitas vivieron “su gran momento” con Arrupe, figura que no fue reconocida y tratada, dice, como merecía.

Otro de los nombres que suenan en la conversación es el de Benedicto XVI, para el que los jesuitas cuentan, y mucho. Dice Lamet que, aunque “era el cancebero de la fe, y se muestra como un hombre más constreñido, menos simpático… su mente es más clara, más abierta y dialogante”. Reconoce también la labor del obispo jesuita (no es muy común esta ecuación en la Compañía), Kike Figaredo.

Cubierta de 'El último jesuita'

Las penúltimas palabras de Lamet son para su etapa en Vida Nueva, donde fue redactor, redactor jefe y director. “Una etapa muy bonita, con dificultades para informar”, detalla. También para lamentar que la prensa no muestre “la vida interesante de la Iglesia, y sí lo escandaloso”.

Para concluir, recalca que el futuro de la Iglesia pasa por los pequeños, los pobres, la gente de las parroquias… “Espero que dos factores cambien el futuro de la Iglesia: un movimiento de péndulo en la elección del próximo Papa y un nuevo concilio”.

Presentación del libro El último jesuita, de Pedro Miguel Lamet, el lunes 9 de mayo a las 19:30 h., en la Sala de Conferencias de ICADE–Universidad Pontificia Comillas (c/ Alberto Aguilera, 23).
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EN ESENCIA:

Una película: Ordet, de Dreyer.

Un libro: El Cántico Espiritual, de San Juan de la Cruz.

Una canción: My way, de Frank Sinatra.

Un rincón del mundo: el faro desde Fuente del Gallo, en Conil (Cádiz).

Un deseo frustrado: haber llegado a ser virtuoso de un instrumento musical.

Un recuerdo de la infancia: los sueños despiertos de un niño escayolado y enfermo de tuberculosis ósea.

Una aspiración: la unión mística con el Uno.

Una persona: Pedro Arrupe.

La última alegría: la eucaristía familiar de mi 70º cumpleaños.

La mayor tristeza: el desamor.

Un sueño: la liberación del hambre y del miedo de la pobre gente.

Un regalo: el mar.

Un valor: el despertar interior.

Me gustaría que me recordasen por… haber sido un buen compañero de Jesús y mis hermanos.

En el número 2.752 de Vida Nueva

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