El Peregrino

PABLO d’ORS | Sacerdote y escritor

“‘Hay una fuerza en mí que me hace peregrino, aunque sea interior. Hay algo o alguien en mí que no se conforma con lo que tiene, y que me impulsa a salir. Voy de una parte a otra a mi pesar: soy sedentario por naturaleza, pero nómada por vocación.”

Estoy convencido de que los grandes viajeros de la historia han sido temperamentalmente sedentarios, y presumo que también puede decirse lo contrario: que los grandes sedentarios de la historia han sido por dentro viajeros incorregibles. Yo, preferiría viajar menos, porque los viajes me han cambiado y los hombres, en general, preferimos no cambiar.

Junto a la infinitud de molestias prácticas que todo viaje comporta, mi resistencia a los mismos se ha cifrado, sobre todo, en que en el fondo sabía que no regresaría siendo el mismo; eso me asustaba, pues no sabía quién sería el que regresaría entonces.

Por encima de los desplazamientos externos, lo molesto de todo viaje son, siempre, los desplazamientos internos que esos desplazamientos externos parecen provocar. Haber viajado muchísimo solo significa que he tenido que dejar espacio a los muchos Pablo d´Ors que se me han ido presentando: por lo menos uno nuevo en cada r; pero había algo más fuerte: esa manía por buscar, por saber quién es uno o por encontrarse con Dios.

Hay una fuerza en mí que me hace peregrino, aunque sea interior. Hay algo o alguien en mí que no se conforma con lo que tiene, y que me impulsa a salir. Voy de una parte a otra a mi pesar: soy sedentario por naturaleza, pero nómada por vocación. En fin, que hoy puedo decir que cuanto más lejos he ido, más Pablo d´Ors he encontrado y ¿puede sorprender entonces que mi vida haya sido una continua peregrinación?

En el nº 2.752 de Vida Nueva.

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