Colectivos obreros cristianos piden un Pacto por el Empleo

En sus mensajes por el Primero de Mayo demandan repartir la carga de la crisis


MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Un año más, ante el Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, los diferentes movimientos obreros cristianos han publicado sus mensajes en defensa de la situación de los trabajadores. Como no podía ser de otro modo, ante la especial situación de crisis vivida en todo el mundo y que en nuestro país ha desembocado en una tasa de desempleo del 21,29%, con 4.910.200 parados –según los datos de la última Encuesta de Población Activa, publicados hoy viernes 29 de abril–, los comunicados hacen hincapié en ofrecer propuestas prácticas.

Entre ellas, la más destacada es la de las Hermandades del Trabajo, que demandan un Pacto Común por el Empleo “en el que el Gobierno, los partidos políticos, los sindicatos, los empresarios y la sociedad civil se comprometan a combatir el paro desde la perspectiva del trabajo decente”.

Para ello, “ante las próximas elecciones municipales y autonómicas”, que tendrán lugar el 22 de mayo, solicitan a los partidos políticos que vayan “más allá de los intereses partidistas” y acuerden un Pacto que dé la palabra a los ciudadanos: “Nuestros políticos deben comprometerse en dar la iniciativa a la sociedad civil”. Y es que, “si se nos convoca, los ciudadanos estamos dispuestos a aunar voluntades y esforzarnos por alcanzar los objetivos comunes”.

Entre otras medidas concretas, las Hermandades del Trabajo proponen “reformas en el mercado laboral y en la negociación colectiva”; “apoyo a la innovación y a la investigación”; “reducción del gasto improductivo”; “tolerancia cero frente a la corrupción y el fraude fiscal”; o una “ampliación de las medidas de protección social y de la protección de las pensiones”.

Otro comunicado es el firmado conjuntamente por Mujeres Trabajadoras Cristianas (MTC), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Católica (JOC). En él, se define la situación de crisis económica –“que también es moral, ética”– como “un escenario altamente corrosivo para el digno desarrollo de la vida de más de cuatro millones de personas que en nuestro país no tienen trabajo”.

De ahí que se llame a denunciar “a los culpables de la crisis”, señalando “a los que echan cargas pesadas sobre los más pobres”. Entre estos “culpables”, las organizaciones cristianas no dudan en señalar al Gobierno y a algunas de sus medidas adoptadas para luchar contra el desempleo: “Las estadísticas nos hablan de que las medidas establecidas en la reforma laboral dictada por el Gobierno no han dado los resultados que se plantearon, sino que han supuesto un paso más en la vulnerabilidad que sufren los hombres y las mujeres del trabajo, especialmente los más empobrecidos. También vemos con preocupación la reforma del sistema de pensiones, que va en la línea de alargar la jubilación, y no favorece la creación de empleo para los más jóvenes, cuyo índice de paro supera ya el 40%. ¿Cómo alcanzarán las actuales generaciones de jóvenes los años de cotización?”.

Una amplia ‘lista de culpables’

El mensaje de las Hermandades del Trabajo amplía la lista de culpables: “Las grandes empresas siguen teniendo unos beneficios escandalosos; los altos directivos, indemnizaciones millonarias; las administraciones públicas, derrochando recursos, cuando no están enredadas en corruptelas; los sindicatos y empresarios, defendiendo el statu quo antes que afrontando la creación de empleo; una sociedad civil paralizada con la añoranza de un estilo de vida consumista que nos ha traído hasta aquí…”.

Pero lo más preocupante para esta institución es “el enfrentamiento entre los partidos políticos”, que está produciendo, a su juicio, “una división en la sociedad e impide la realización de un proyecto común”.

En lo que coinciden sendos comunicados es en recalcar que este año se celebra el 30º aniversario de la publicación de la encíclica Laborem exercens, de Juan Pablo II, cuya beatificación acontecerá este mismo 1 de mayo. Del llamado “Papa obrero”, se destaca “la plena vigencia de su apuesta por la dignidad del trabajador; de la obligada subordinación de la economía al desarrollo de la persona; y del respeto innegociable por toda persona, imagen de Dios, en cualquier escenario socio-económico que se pueda dar”.

En el nº 2.751 de Vida Nueva.

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