Obispos y religiosos revitalizan su comunión

Un acto en la UPSA apuesta por el diálogo y el fortalecimiento de las relaciones mutuas

De izq. a dcha., Royón, Vicente Jiménez, Carlos López, Arranz, Hndez. Sola y Galindo

ROBERTO RUANO ESTÉVEZ. SALAMANCA. FOTO: GABINETE UPSA | Con el título Las Relaciones Mutuas en España, la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) acogió el pasado 8 de abril un acto académico conmemorativo de dos documentos muy importantes para la Vida Consagrada en España: la Exhortación apostólica Vita consecrata (firmada por Juan Pablo II el 25 de marzo de 1996) y la Instrucción colectiva de la Conferencia Episcopal Española (CEE) La vida religiosa, un carisma al servicio de la Iglesia (aprobada en la XXXV Asamblea Plenaria el 25 de noviembre de 1981).

Fue un acto organizado conjuntamente por la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, CONFER, la Conferencia Española de Institutos Seculares, la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid y la Facultad de Teología de la UPSA.

Tras el saludo del obispo de Salamanca, Carlos López, el rector de la UPSA, Marceliano Arranz (alabando el gesto de que una Comisión de la CEE se reuniera por primera vez en el marco de la Pontificia), y el decano de la Facultad de Teología de la UPSA, Ángel Galindo, el acto comenzó con la presentación de Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander y nuevo presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. En su intervención, realizó un intenso llamamiento a la eclesiología de comunión y recordó que la Vida Religiosa es un carisma de la Iglesia y al servicio de la Iglesia que los obispos no pueden desestimar.

La primera ponencia, a cargo de Elías Royón, presidente de CONFER, versó sobre La Vida Religiosa, un carisma al servicio de la Iglesia, haciendo memoria de esta Instrucción, a su juicio, bastante olvidada. “Hoy, el diálogo requiere la escucha atenta y libre de prejuicios, la mutua confianza, el respeto y la recíproca valoración de las personas y de lo que dicen, admitiendo en ellas una posible mediación del Espíritu. Un camino que no siempre recorremos con facilidad en nuestras Iglesias locales. Quizás estamos escasos todavía de palabras, signos, actitudes y acciones que construyan comunión y despejen las relaciones mutuas de incomprensión, desconfianza y desafecto”, señaló

“En un cambio de época como el que estamos viviendo, se ha de favorecer la reciprocidad y circularidad de todas las vocaciones en las Iglesias locales. La misión compartida ensancha la comunión eclesial”, concluyó.

La espiritualidad de la comunión centró la intervención del recién nombrado obispo de Tarazona, Eusebio Hernández Sola, quien puso de manifiesto las, quizás, frecuentemente “divisiones, contraposiciones y conflictos entre los obispos y las personas consagradas”. Según explicó el religioso agustino recoleto, hay aspectos que ralentizan el diálogo: el servicio a la Iglesia universal y la inserción en la Iglesia  particular; la autonomía y la cooperación; la diocesaneidad y la pertenencia a un Instituto de Vida Consagrada internacional, o el presbítero diocesano y el presbítero consagrado. A su juicio, “no se trata de salvaguardar prestigio o autonomía, de defender derechos o privilegios, sino de hacer prevalecer el deber de la misión, de poner siempre en el primer puesto a Dios”.

Tobin, diálogo y desafíos

Cerró el acto Joseph W. Tobin, redentorista y secretario de la vaticana Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Asociaciones de Vida Apostólica, quien, partiendo de la Eclesiam Suam de Pablo VI, expuso que el mejor método para recrear y afianzar las mutuas relaciones entre obispos y superiores mayores sigue siendo el diálogo. Un diálogo que ha de ser claro (intercambio de pensamientos teológicos y pastorales), manso (ni impositivo ni hiriente), confiado (promoviendo la familiaridad y la amistad) y prudente (teniendo siempre muy en cuenta al otro).

Finalizó su exposición apuntando algunos desafíos de la comunión entre pastores y consagrados. Desafíos como el respeto al carisma propio y la inserción-relación con las diócesis particulares; los compromisos apostólicos de la Vida Consagrada dentro del marco pastoral diocesano; el significado eclesial de la Vida Religiosa; la Vida Contemplativa y los nuevos Institutos que están surgiendo gracias a la fuerza del Espíritu, así como las relaciones con laicos asociados y movimientos, una realidad en muchas congregaciones religiosas.

En el nº 2.750 de Vida Nueva.

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