Fantasía vaquera

DOLORES ALEIXANDRE, RSCJ

“He visto también que la nueva congregación Iesu Communio, también contemplativa, ha elegido un hábito de tela vaquera y me ha parecido un acierto, una forma de lenguaje que dice algo de su deseo de estar cerca de los jóvenes y de acercarles el Evangelio, más allá de signos arcaicos que necesitan una explicación para ser entendidos (¿quién sabe hoy lo que son el sayal o la estameña…?).”

He pasado una semana con las Hermanitas de Jesús (de Carlos de Foucauld) en su casa central de Roma, un poblado de prefabricados de madera en medio de un terreno de eucaliptos cedido por la abadía de Tre Fontane y he recordado que fueron ellas las primeras en dejar atrás los colores tradicionales de los hábitos religiosos, el negro, el marrón o el gris que, no se sabe por qué, se consideraban en otros tiempos los más apropiados para agradar a la divinidad.

El tejido que eligieron, allá por los 50, fue el más parecido a la ropa azul de trabajo que se usaba en las fábricas en las que se pusieron a trabajar y, con su pañuelo en la cabeza, recordaban vagamente a los traperos de entonces. Era una manera de expresar como contemplativas su deseo de estar en medio de los últimos.

Rezando estos días con ellas en su preciosa capilla, me llamaba la atención la gran diversidad de su indumentaria de hoy, reflejo de la sencillez y libertad que las caracteriza: tonos diversos de azul, con o sin pañuelo en la cabeza, con falda o pantalones, con toque africano, indio o vietnamita.

He visto también que la nueva congregación Iesu Communio, también contemplativa, ha elegido un hábito de tela vaquera y me ha parecido un acierto, una forma de lenguaje que dice algo de su deseo de estar cerca de los jóvenes y de acercarles el Evangelio, más allá de signos arcaicos que necesitan una explicación para ser entendidos (¿quién sabe hoy lo que son el sayal o la estameña…?).

Escribo esto sin más intención que el puro gusto de constatar que en la vida de las congregaciones sigue habiendo frescura, creatividad y capacidad para establecer contacto con la gente de hoy. Ojalá que a través de esta “fantasía vaquera”, y de otras que se nos vayan ocurriendo, les lleguen a los pobres y a los jóvenes (y si coinciden ambas categorías, mucho mejor), algo de la novedad y de la radicalidad del Evangelio de Jesús.

daleixandre@vidanueva.es

En el nº 2.749 de Vida Nueva.

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