Radio Vaticano: la ‘voz del Papa’ cumple 80 años

La emisora pontificia integra las nuevas herramientas de la comunicación para continuar su misión universal

DARÍO MENOR | El Vaticano celebra en 2011 dos aniversarios de sus medios de comunicación más importantes. L’Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, cumple, como Italia, 150 años. De hecho, nació como reacción al empuje del Risorgimento y para realizar una última defensa del poder terrenal del Papa. Radio Vaticano, por su parte, conmemora ocho décadas de existencia. La emisora inició su andadura en 1929 tras la firma de los Pactos Lateranenses, contribuyendo a cerrar el episodio de aislamiento pontificio que precisamente comenzó en 1861 con la Unificación Italiana. Durante estos 80 años se ha convertido en una herramienta indispensable para la Iglesia católica: gracias a ella, la voz y enseñanzas de los sucesivos pontífices han llegado a todo el mundo. Radio Vaticano afronta este aniversario con la vista puesta en las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y respondiendo al desafío que supone tener 34 redacciones lingüísticas diferentes y emitir de forma regular en más de 40 idiomas distintos.

El P. Lombardi, actual director de la emisora

El jesuita Federico Lombardi, quien, además de portavoz de la Santa Sede, es director del Centro Televisivo Vaticano y de Radio Vaticano, explica la diferencia entre la idiosincrasia de esta emisora y la de la mayoría de cadenas de radio: “Debemos comunicar eficazmente, con un lenguaje claro y comprensible, de modo que alcancemos a tantas personas, lleguemos a sus mentes, a sus corazones y posiblemente los toquemos”.

Esta necesidad de implicar al oyente más allá de los habituales objetivos informativos, formativos, de entretenimiento y publicitarios hace que los trabajadores de Radio Vaticano deban “asimilar el mensaje que se recibe, hacerlo propio, para poder expresarlo de un modo vívido y creíble, con las lenguas, los géneros expresivos y las tecnologías adecuadas”.

Darse una vuelta por la sede de Radio Vaticano, situadas en el Palazzo Pio, frente al río Tíber y al Castel Sant’Angelo, supone palpar la universalidad de la Iglesia católica. En sus estudios y oficinas trabajan 350 personas provenientes de 60 países diferentes. Hay hombres y mujeres, laicos, sacerdotes y religiosos (13 congregaciones diferentes tienen a alguno de sus miembros en la emisora).

“Somos una comunidad de trabajo original y apasionadamente internacional y multicultural”, afirmó Lombardi en la conferencia de prensa en la que se presentó la exposición organizada en los Museos Vaticanos para celebrar el 80º aniversario de la radio pontificia.

Multicultural y plurilingüística

“Estamos orgullos de esta variedad lingüística, que consideramos una riqueza para la Santa Sede, un símbolo de la universalidad de la Iglesia católica y de su aprecio por las diversas culturas, aunque a veces sean pequeñas o incluso marginales desde el punto de vista de la gran geopolítica”. Fue Juan Pablo II, recordó el incansable jesuita, quien con sus viajes por el mundo y el uso de hasta 60 lenguas en sus felicitaciones de Navidad y Pascua, ayudó a entender el “significado profundo” de la defensa de la “variedad lingüística”, sobre todo para los pueblos “amenazados por el imperialismo cultural”.

También ha servido este amplio abanico de lenguas para acercar la Iglesia a todos los católicos que no pueden cultivar su fe de forma libre. Ha sido así desde sus inicios, años en los que los totalitarismos eclosionaban. “La radio se presenta entonces como el instrumento más adaptado, a veces el único, para difundir un mensaje de fe y de libertad capaz de superar las fronteras que habían sido cerradas, y de entrar en las casas y en los lugares donde se seguía cultivando, a veces de forma clandestina y poniendo en riesgo la propia vida, la esperanza de tiempos mejores”, afirma el cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.

La vocación por ser una ventana de libertad y de fe para los pueblos e Iglesias oprimidos continuó tras la II Guerra Mundial y se extiende hasta nuestros días. El cardenal Lajolo considera esta labor “una verdadera epopeya de servicio apasionado a las Iglesias del silencio”.

Basta solo un ejemplo. Tras la caída del Muro de Berlín y del bloque soviético, la redacción de Radio Vaticano recibió decenas de miles de cartas de oyentes que la habían seguido, durante décadas en la clandestinidad. “El récord lo alcanzó la sección ucraniana, con más de 40.000 mensajes en un año”.

Estos cristianos oprimidos se beneficiaron de lo que Marconi ya apuntó en 1931 cuando puso en marcha la radio: “Durante veinte siglos, el pontífice romano ha hecho sentir la palabra de su Magisterio en el mundo, pero esta es la primera vez que su voz puede ser percibida simultáneamente sobre toda la superficie de la Tierra”.

Aquello se ha multiplicado. Como explica el padre Lombardi, “las antenas y las ondas siguen”, pero son solo “una de las formas para difundir el mensaje”. En los 90 llegó el satélite, más tarde Internet y ahora, la digitalización de todos los instrumentos y contenidos. Hoy los empleados de Radio Vaticano no solo trabajan frente a un micrófono: también escriben en su página web (www.radiovaticana.org) o en las de YouTube y Twitter, y registran y custodian el riquísimo archivo de audio de la Santa Sede.

Por esto, Lombardi considera que, más que una radio, está al frente de “una gran comunidad de comunicadores y técnicos al servicio de la misión del Santo Padre que, comprometida con las grandes transformaciones de la era digital, intenta usar las vías mejores para comunicar, en colaboración con todos los que pueden contribuir a esta misión”.

Peter B. Wells, asesor de la Secretaría de Estado, respalda esta concepción: frente a la “revolución” en la comunicación, Radio Vaticano, como el resto de medios, debe ver en estas nuevas herramientas “una oportunidad y no una amenaza”. La convergencia entre la emisora pontificia y los llamados new media potenciará la “comunicación radiofónica”, apunta Wells, quien ofrece dos consecuencias ya visibles: “armonización” en el trabajo con los otros medios de comunicación de la Santa Sede; y mayor facilidad para colaborar con el resto de radios católicas del mundo.

¿Dónde están los primeros micrófonos?

Los cuatro millones de personas que, durante este año, visiten los Museos Vaticanos se encontrarán con una sorpresa. Pasados los tornos y las taquillas, en la zona de la izquierda de la gran sala de la entrada hallarán la exposición La vuelta al mundo en 80 años. Radio Vaticano 1931-2011.

Este espacio, de pequeñas dimensiones pero notable interés, recorre las ocho décadas de historia de la radio de los papas recuperando sus tesoros más antiguos, como los primeros micrófonos usados por los pontífices o un receptor de señales de onda corta tan antiguo que, por sus grandes dimensiones, parece un armario. Estos objetos de la prehistoria de las ondas contrastan con los contenidos multimedia de la exposición, como el vídeo y la película que recorren la historia de Radio Vaticano y de su propio museo, del que provienen muchos de los objetos expuestos.

También llaman la atención el enorme mural confeccionado con diversas fotografías de estos ochenta años y los auriculares que permiten al visitante escuchar la voz de los siete papas que se han servido de esta extraordinaria herramienta: Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. La exposición se ha rodeado de una ondulante estructura en madera y aluminio que, según sus responsables, simula la propagación de las ondas emitidas por las antenas de Radio Vaticano. Cierra el espacio una gran cristalera en la que está escrito el nombre de la emisora pontificia en los cuarenta idiomas diferentes en los que puede escucharse.

En el nº 2.748 de Vida Nueva

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