Un hogar para extender la JMJ a toda España

El Festival Anuncio evangelizará desde el ocio a miles de jóvenes

(Miguel Ángel Malavia) A menos de medio año para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid, cada vez son más las iniciativas implicadas en su preparación. Los voluntarios, las diócesis de acogida y las respectivas administraciones ultiman los medios que serán necesarios para albergar a cientos de miles de peregrinos. Pero, en medio de todo este maremágnum, por su compromiso y vitalidad, destaca la Casa Anuncio. Esto es, diez jóvenes (siete franceses, una inglesa, una colombiana y un español) reunidos expresamente en un piso de la capital para vivir en comunidad todo el año previo y preparar “material y espirituamente” su participación en la JMJ.

Ninguno ha residido nunca en Madrid. Todos ellos, entre los 21 y los 29 años, han dejado atrás sus proyectos en el curso para, desde septiembre, formar un grupo de amigos (aunque muchos no se conocían entre sí) con el fin de desarrollar su carisma evangelizador dentro del gran paraguas del encuentro mundial.

Emmeline Pouradier, francesa de 23 años y recién licenciada en Traducción y Relaciones Internacionales, no lo dudó a la hora de retrasar la búsqueda de un empleo en su país para hacer “un paréntesis de doce meses” e instalarse en España.

El logotipo del 'Festival Anuncio'

Se declara enamorada de un proyecto que, en realidad, forma parte de uno más amplio: el Festival Anuncio. Con apenas cuatro años de existencia, este encuentro se está convirtiendo en un referente entre los jóvenes católicos de Francia… y de varios países de todo el mundo. Concebido a modo de espacio para la evangelización desde el ocio, fue impulsado en 2008 por una decena de amigos en el país galo.

Desde el principio, se entendió como un gran espacio para la misión, desarrollándose en varias ciudades a la vez y siguiendo en todas el mismo esquema, que mezcla momentos para conciertos de rock y juegos con vigilias de oración y salidas a la calle para mostrar la alegría de su fe a quienes se encuentran. La fuerza que transmiten es tan contagiosa que, en cada edición, han ido multiplicando los participantes. Si en 2008 fueron 150, el año pasado llegaron a los 300. Para este verano, en lo que esperan sea la consolidación de su proyecto, esperan entre 700 y 800.

Entre estos, además de franceses, habrá colombianos, estadounidenses, italianos, ingleses, brasileños y, por supuesto, españoles. Y es que nuestro país albergará la mayor parte de la cita, siempre con el gran referente de la JMJ. Como en las anteriores ediciones, todos los jóvenes se reunirán en un punto común. En este caso, Lourdes, del 8 al 10 de agosto.

Desde allí serán enviados, por grupos, a un total de 12 ciudades españolas (Burgos, San Sebastián, Vic, Manresa, Barcelona, Ibiza, Granada, Córdoba, Valencia, León, Santiago de Compostela y Castellón) y tres francesas (Pallavas, Aigues Mortes y Biarritz). En todas ellas, del 11 al 15 de agosto, desarrollarán su particular forma de nueva evangelización, a medias entre el ocio y el testimonio. Para concluir, junto al resto de los jóvenes de todo el mundo, del 16 al 21, en Madrid. Donde se harán ver. De hecho, están pendientes de poder tener un encuentro en la mismísima Plaza Mayor.

“Lo que queremos es extender la JMJ a toda España”, cuenta Quique Perete, el único español en la Casa Anuncio. Valenciano de 29 años, trabajaba como vigilante de seguridad. Aunque ha dejado el empleo para venir a Madrid a vivir esta experiencia: “Mis compañeros me decían que era una locura, y más con la crisis, pero me conocen y se alegran por mí, porque saben que es lo que quiero”. Para Quique, que se plantea el sacerdocio, más allá de que el Festival tenga lugar simultáneamente en varias ciudades, “los frutos ya llevan varios meses labrándose”, pues organizan encuentros de fin de semana, una vez al mes, en distintos puntos del país.

Y, de un modo continuo, cada sábado, en la parroquia de San Ildefonso, en el madrileño barrio de Chueca. Emmeline explica que abren las puertas de la iglesia “para que la gente que pasa por la calle vea cómo rezamos en la vigilia. Es curioso, porque muchos están de botellón y se sorprenden al ver a otros jóvenes rezando. Algunos entran, aunque sea por curiosidad”.

Testimonio de fe

Después, concluida la vigilia, en lo que es una de las señas de Anuncio, salen a la calle “a evangelizar”. Ignacio Fernández, de 25 años, uno de los españoles que participará en el Festival, cuenta lo que esto supone para él: “Cuando sales a evangelizar y te das cuenta de que no tienes la suficiente formación, que estás nervioso y que tienes miedo de salir a hablar a la gente de Algo que te supera, llega un momento en que dices a Dios: ‘Que sea lo que Tú quieras… Yo he venido hasta aquí por Ti, para que, si quieres usarme de instrumento para que alguien reciba Tu mensaje, puedas hacerlo’. Y realmente es así. Solo confías en que si Dios quería tocar a esa persona, es posible que te haya utilizado para ello. Y eso es tan grande…”.

Algo parecido a lo que sintió Quique la primera vez que salió a evangelizar. Fue el año pasado en San Sebastián, cuando el Festival, a modo de previa de su acción en la JMJ, ya se extendió a la capital donostiarra y a Barcelona, contando con varios jóvenes locales: “Te sientes poco preparado, y al principio se te hace muy duro. Pero te abandonas en el Espíritu Santo y sientes que el primero en recibir la gracia es el propio evangelizador”. El valenciano cuenta por qué salen en parejas: “Mientras uno habla, el otro intercede por que sepa tocar el corazón del que escucha”.

¿Cómo suelen ser recibidos por la gente? “Hay de todo, pero la mayoría de las personas son respetuosas. Lo mejor es ser sencillo, natural, hablar de quién eres y compartir tu alegría y felicidad por conocer a Dios”, cuenta Emmeline. A lo que Quique añade: “Lo principal es dirigirse al otro con respeto y con dulzura, escuchando mucho lo que nos dicen. De primeras, muchos son reacios. Hay prejuicios. Pero luego, si eres franco y se sienten escuchados, se abren a la confianza”.

Lorena del Rey, madrileña de 26 años, implicada con Anuncio desde el año pasado, tampoco lo dudó a la hora de salir al encuentro de los demás: “Del proyecto me quedo con muchas cosas, pero lo mejor son las personas con las que puedes conversar, cada una con sus problemas. Fue muy especial cuando, el pasado verano, llegué a París tras varios días de misión y le pude presentar al Sacré Coeur a todas esas personas”.

Pero ellos saben que para que su testimonio tenga fuerza ha de partir, “además de la oración, de la formación”. Emmeline detalla el plan de trabajo que se sigue cada día en la Casa Anuncio: “En la primera hora de la mañana tenemos la misa. El resto lo dedicamos a un rato de oración en silencio y, después, a unas tres horas de estudio sobre un tema, de teología, antropología… Vienen muchos profesores universitarios y sacerdotes a impartirnos charlas. Gente de un altísimo nivel. La tarde la dejamos para preparar aspectos técnicos sobre nuestro trabajo en la JMJ”. Todo para tratar de extender, desde un simple piso madrileño, un testimonio feliz a un país. Y al mundo.

Fuerte apoyo eclesial

Pese a sus apenas cuatro años de vida, Anuncio es ya un modelo de misión consolidado en la Iglesia. Desde su primera edición, varias diócesis francesas ofrecieron todo su apoyo, material y espiritual. El propio Consejo Pontificio de los Laicos les aconsejó en la definición de su carisma, integrado por diversas tendencias y no definido por ningún movimiento eclesial.

Hasta el punto de que el presidente del dicasterio, Stanislaw Rylko, les destacara como un modelo a seguir de cara a la JMJ –en el momento en que se preparaba este reportaje, Eric Jaquinet, director de la Pastoral Juvenil vaticana, visitaba la Casa Anuncio en Madrid–.

El Comité organizador de la misma lo ha tomado en cuenta y mantiene con ellos un contacto estrecho, dándoles un espacio específico en su seno. La propia Conferencia Episcopal conoce y apoya su labor, al igual que muchas diócesis, que contactan con ellos para que organicen encuentros de fin de semana en su territorio.

En el nº 2.746 de Vida Nueva.

MÁS SOBRE LA JMJ MADRID 2011

Compartir