Una prueba delicada

(José María Arnaiz– Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)

“La buena sabiduría nos recuerda que el vivir con lo necesario e incluso la enfermedad pueden ser escuela de vida; pueden ser una oportunidad. Para ser precisos, es bueno prestar atención a los verbos. No conviene decir soy rico, sino tengo riqueza

Eso es la condición de riqueza. Puede llevar al obsesivo apego por la posesión, a dar la vida por defender y aumentar lo que se tiene o a entrar en un indiscriminado consumo, que por supuesto hace vivir en función de lo superfluo; razón por la cual serán muchos los que vivirán con lo indispensable. Así se pierde la armonía del sano vivir y la sencillez que da lo poco.

Muchas veces y muy osadamente hemos juntado la riqueza al éxito, a la calidad de vida y a la felicidad. ¡Es demasiado! No voy a dejar de afirmar que la condición de rico tiene sus ventajas, pero son grandes los riesgos de infelicidad e intranquilidad. Lleva fácilmente al egoísmo, a la discriminación y a la arrogancia.

Estas reflexiones no nacen de un maniqueísmo absurdo, sino de lo que la vida me ha puesto delante. Nacen de un par de conversaciones con dos personas de mucho dinero. A una de ellas más que a la otra la vi como en la cuerda floja. La buena sabiduría nos recuerda que el vivir con lo necesario e incluso la enfermedad pueden ser escuela de vida; pueden ser una oportunidad. Para ser precisos, es bueno prestar atención a los verbos. No conviene decir “soy rico”, sino “tengo riqueza”, y verlo como una condición transitoria, ya que al final de nuestra historia nos vamos con lo que dimos y dejamos lo que afanosamente acaparamos.

No sé cuántos leerán esta columna con la impresión de que estuviera escrita justo para ellos; a ellos les deseo acierto en su condición de ricos. Para nada he querido exaltar la pobreza sin más. De todas formas, a todos nos hace bien saber que las personas que viven en riqueza están en una situación compleja y delicada, y hay que estar atentos para que no se dejen obnubilar por ella y convencerles de que no hay nada mejor que poner la vida en función de la generosidad y la sencillez, y evitar, a toda costa, anestesiarse ante la necesidad y el dolor de los otros. Buena suerte y buen tino.

jmarnaiz@vidanueva.es

En el nº 2.745 de Vida Nueva.

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