Mariano Delgado: “Los teólogos tenemos que reflexionar de forma crítica”

Decano de la Facultad de Teología de Friburgo

(María Gómez) El currículum de Mariano Delgado (Berrueces, Valladolid, 1955) apabulla: licenciaturas, doctorados, docencias, publicaciones… Se puede comenzar diciendo que, tras dos años de Filosofía y uno de Teología en España, en 1976 se marcha a Innsbruck (Austria), donde decide ser “teólogo en estado laical”. Así se define él, que cree que su carrera “no ha sido fácil”. “Estuve ocho largos años de profesor de Religión en un instituto de Enseñanza Media en un valle alpino a 70 km. de Innsbruck, con duros viajes en invierno por carreteras casi heladas, antes de obtener el puesto de profesor ayudante en la Universidad Libre de Berlín. He tenido que salir adelante en una lengua, el alemán, que no era la mía, y en un mundo académico en el que la competencia es infinitamente más grande que en España”.

“Viniendo de fuera –continúa–, la única vía era cultivar la excelencia, trabajar y publicar más que otros, y confiar también en la ‘providencia’. Al mirar atrás, no puedo quejarme, pues el ‘ángel de la guarda’, en el que siempre creí, ha estado presente en mi camino”.

En Berlín (adonde llegó en 1988) consiguió el doctorado, el segundo, en Historia de las Religiones. Y fue allí donde se topó con una de sus grandes pasiones académicas: América Latina. “Al descubrir la magnífica biblioteca del Instituto Ibero-Americano, la mejor para estos temas fuera de España, y ver que llegaba el V Centenario, con toda la parafernalia antisistema, también en la teología y la historiografía, pensé que sería conveniente hacer para el mundo alemán un libro serio de fuentes comentadas sobre la historia del cristianismo en América Latina en los últimos 500 años”.

Nació Gott in Lateinamerika. Texte aus fünf Jahrhunderten (Dios en América Latina. Textos del quinto centenario), que “se vendió como rosquillas”. “Soy de los que piensan que es imprescindible estudiar más y mejor la dimensión global del cristianismo desde la época de los descubrimientos, pues en aquellas tierras, a las que los europeos llevaron la Buena Noticia del Evangelio en ‘vasijas de barro’, amalgamado con el colonialismo y el imperialismo, está el futuro de la Iglesia”.

La obra citada es una de sus más de 400 publicaciones , y en breve aparecerá en Trotta un libro de fuentes sobre la historia del cristianismo en Asia, África y América Latina (1450-1990) que lleva tres ediciones en alemán y una en inglés.

Defectos estructurales

A sus logros ha sumado, hace poco, su nombramiento como decano de la Facultad de Teología de Friburgo, donde reside desde 1997 (www.unifr.ch/theo), “una muestra de confianza y una cierta satisfacción”. La Facultad (www.unifr.ch/theo) es totalmente bilingüe, en alemán y francés, algo que “sería un buen ejemplo para algunas regiones de España”.

Delgado alaba también que en Suiza, y en el mundo alemán en general, la teología goza de “más libertad, es más liberal, en el buen sentido de la palabra, y está más implicada en los debates de la sociedad”.

“La teología española ha mejorado mucho en los últimos 50 años, pero sigue teniendo defectos estructurales”, como que hay pocos estudios originales, o que la multiplicación de centros académicos no implica más calidad.

“En España tuvimos la mejor teología en el siglo XVI, cuando las facultades de Teología eran parte eminente de las universidades públicas: eso debería hacernos reflexionar”. Y cita otro “peligro”: el de “la ‘competencia’ creada por el desarrollo de las ‘ciencias de la religión’, pues algunos piensan que solo ellos están capacitados para abordar ‘científicamente’ el fenómeno religioso, lo cual es falso, y la misma Iglesia no debería pretender. Los teólogos estamos llamados a ser ‘leales’ a nuestra fe y nuestra Iglesia, pero también a reflexionar de forma crítica sobre ambas”.

“Cuando me jubile, intentaré pasar más tiempo en España”. Otra cosa es volver a trabajar: “Profesionalmente es difícil. Los centros españoles siguen el principio ‘endogámico’ de formar a sus propios profesores. Es otro sistema”.

EN ESENCIA:

Un libro: el Quijote.

Una canción: la Salve Regina.

Un deporte: el fútbol.

Un rincón: la Tierra de Campos.

Un deseo frustrado: ser futbolista profesional.

Un recuerdo de infancia: el pausado tan-tan de la campana de muerte en el mes de noviembre, mientras rezábamos por las “ánimas” al calor de la “lumbre”.

Una aspiración: escribir una novela histórica sobre el dominico Francisco de la Cruz (+ 1578), primera víctima de la Inquisición en Lima.

Una persona: Bartolomé de las Casas.

La última alegría: la salvación de los mineros en Chile.

La mayor tristeza: la muerte de mi sobrina Elena con solo nueve meses.

Un sueño: ver ya aquí algo de ese cielo nuevo y esa tierra nueva “en los que habite la justicia” (2 Pedro 3, 13).

Un regalo: un viaje por el Caribe y América Central siguiendo las huellas de Las Casas.

Un valor: la prudencia.

Que me recuerden por… haber hecho el bien sin mirar a quién.

En el nº 2.744 de la revista Vida Nueva

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