Sembrar la fe en un barrio de nueva creación

Luis de Lezama levanta un colegio-parroquia en el norte de Madrid

(Texto: Marina de Miguel. Fotos: Luis Medina). “Nuestros alumnos tienen que ser el día de mañana los protagonistas de una sociedad conformada por los valores y compromisos de nuestra fe en Jesús”. Éste es el propósito de Santa María la Blanca, el proyecto de una vital parroquia y un puntero colegio en estrecha colaboración que ha levantado el emprendedor sacerdote Luis de Lezama. Con esta aventura, en la que se embarcó en compañía de Pedro González López, el director del colegio, buscaba dar respuesta a las necesidades urgentes de formación cristiana de uno de los barrios de nueva creación del norte de Madrid: el Pau de Montecarmelo.

“Fue un reto, hace cinco años me ofrecieron esta parroquia que no tenía enclave, parcela, piso o albergue. Y que se ha ido creando en función de las necesidades de la zona. En la actualidad, el barrio tiene 25.000 habitantes, pero se calcula que llegará a tener 42.000, y la mayoría de los residentes son gente joven. Estaba claro que con la creación solamente de una parroquia no era suficiente”, explica el sacerdote.

“Por un lado, buscábamos hacer un colegio católico que llegara a las familias, que no solamente se tratara de ir a clase y de las actividades extraescolares. Y, por otro, queríamos un lugar donde las familias tuvieran un ambiente que resultara bueno para sus hijos y para ellos, donde pudieran todos formarse y pasarlo bien”, añade González López.

Donde hace apenas unos años no había nada, ahora se levanta un colegio de moderno equipamiento en el que cursan 1.400 alumnos de 0-3 años hasta Bachillerato. Lleva funcionando como tal desde 2008 y en el presente año académico se ha incorporado la Educación Secundaria. A su lado, en el mismo recinto, la ebullición es la protagonista de las obras de la que será la nueva sede de la parroquia, que albergará también aulas para el desarrollo de actividades de formación. Se espera que esté terminado para la visita del Papa a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en agosto.

El sacerdote Luis de Lezama y Pedro González

Luis de Lezama suele decir que esta iniciativa es un modelo de Iglesia de ‘marca blanca’. “Es un proyecto educativo nacido entre católicos y es abierto. No pertenece a ningún movimiento o congregación, sino a la Iglesia Diocesana. Trabajamos todos unidos por la misma fe. No tenemos más ilusión y preocupación que lo que constituye el Reino de Dios en la tierra: la evangelización”.

Todas las personas que trabajan en el colegio han sido seleccionadas, entre otras razones, por su dedicación a labores o instituciones de la Iglesia católica, por su reconocida vinculación personal y profesional a la doctrina, valores y principios que ésta defiende. “Nos gustaría formar chicos que en este período hayan vivido cerca de Dios; en un ambiente en el que hayan conocido lo que es amar a los demás, a la Iglesia y a la Virgen. Que sepan trabajar y exigirse y que tengan muy claro lo que quieren hacer en la vida, tanto personal como vocacionalmente”, afirma el director, aludiendo a la parábola de los talentos.

El centro cuenta con la presencia de cuatro sacerdotes y de tres religiosas “dedicados full time”, como dice Luis de Lezama. “La actividad pastoral del colegio es prolongación de lo que se hace en la parroquia”, apunta José Juan Domínguez, uno de los capellanes, cuya labor consiste en “el acompañamiento espiritual de la comunidad educativa: los niños, los profesores, pero también los padres y familiares, aunque esto se suele hacer más a través de la parroquia”.

Las Hermanas Dominicas de Nuestra Señora de Nazaret llevan en el colegio un año y medio. “Siempre he pensado que nuestro principal motivo y misión es la oración por el colegio, es propio de nuestro espíritu. En el día, hablamos de Dios a los niños, los profesores o los padres de familia y, por la noche, hablamos a Dios de todos ellos”, dice la hermana Natalia Reyes.

Para la dominica Livia Ribera, se trata de un trabajo muy bonito, que pronto dará sus frutos. “Recibimos a los padres, visitamos a los niños en las aulas, compartimos con ellos las eucaristías… Ayudamos a sembrar poco a poco la semilla de la fe en ellos”.

Al ser las primeras religiosas en llegar al centro, son muchas las anécdotas que relatan. “Al principio, muchos niños pequeños creían que éramos la aparición de Santa María la Blanca o lloraban porque nunca habían visto a nadie vestido como nosotras”, recuerda la hermana Natalia.

El colegio Santa María la Blanca es mixto, concertado y de integración, preferentemente para niños con dificultades motoras. “Se nota mucho en el apoyo que prestan a cada niño y cómo cuidan que el resto de los alumnos no se metan con quien tiene una dificultad”, afirma Mercedes, cuyos cuatro hijos cursan en el centro. Pedro González apostilla que esta atención responde al propio ideario: “No puede ser que te llames hijo de Dios, que seas un buen cristiano y, sin embargo, veas a alguien que está sufriendo y te quites de en medio”.

A lo largo de su experiencia en otros centros ha podido ver cómo los niños que comparten estudios con alumnos con algún tipo de discapacidad asumen la necesidad de ayudar a los demás como algo natural, lo viven. “Queremos ayudar y tratar lo mejor posible a esos niños que tienen necesidades especiales, pero los grandes beneficiarios son los demás, porque están viviendo un aspecto clave en su vida como cristianos: darse a los demás”.

Para el director, “ser buenos cristianos quiere decir que aspiramos en lo humano a la excelencia. Hace falta que gente con cabeza cristiana, con la cabeza completa, estén en la punta de lanza”. Por eso, además de ser un colegio bilingüe, es puntero en innovación educativa.

La Educación Básica Interactiva (EBI) es la metodología pedagógica utilizada. Se caracteriza por la atención personalizada por parte del profesor, el desarrollo de la autonomía personal del alumno y la utilización de varias fuentes de información para la elaboración de los trabajos diarios de los alumnos.

Una comunidad llena de vida

En la parroquia también bulle la vida. En casi cuatro años se han celebrado cerca de 650 bautizos. Esto, como explica Luis de Lezama, está motivado por las características de los vecinos del barrio: matrimonios jóvenes con uno o dos hijos. Por esa razón, la catequesis infantil ha tomado una gran relevancia, tanto la que se hace en la parroquia como en el colegio. Las misas de los domingos y las Primeras Comuniones son prueba de ello.

Pero también hay scouts, grupos de matrimonio, catequesis de confirmación, así como otras actividades pastorales que son atendidas por los sacerdotes, además de Lezama, Luis José Tamayo, vicario parroquial; José Juan Domínguez y Óscar Alonso, capellanes del colegio; y Juan Mari Laboa.

Dentro de la Cáritas parroquial, destaca la creación de un vivero semillero de empresas. Por un lado, cuentan con una bolsa de trabajo con los currículum vitae tanto de gente de la parroquia como de fuera. Con esta cartera, se acude a las empresas que se están asentando en la demarcación territorial para que les den preferencia. Para que sea más efectivo, colaboran unos analistas que realizan una primera selección y orientan al trabajador.

Por otro lado, se está creando pequeñas iniciativas, como un mercadillo que se ha abierto con licencia municipal delante de la Iglesia del Santuario Nuestra Señora de Valverde, o la agencia de prestación de servicio que se está creando.

La cada vez mayor presencia en Internet de la parroquia (www.santamarialablanca.es), el coro de San Jorge, la peregrinación a Tierra Santa o los pozos de agua que se están construyendo en Burkina Faso (África) ejemplifican una de las máximas que siempre ha inspirado a Luis de Lezama: “El cristianismo bien hecho es una obra social”.

En el nº 2.741 de la revista Vida Nueva

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